Permanece en el amor de Dios

«…QUE… SEÁIS PLENAMENTE CAPACES… DE CONOCER EL AMOR DE CRISTO, QUE EXCEDE A TODO CONOCIMIENTO…» (Efesios 3:17b,18,19)

El amor del Señor no depende de ti. Otros te aman condicionalmente, pero no así Dios. Él te ama porque así lo decide, por iniciativa propia, sin motivo y espontáneamente. Su amor constante sólo depende de su determinación de darlo. Escucha: «No por ser vosotros el más numeroso de todos los pueblos… el Señor… os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos, sino porque el Señor os amó…» (Deuteronomio 7:7-8).

No puedes ganarte el amor de Dios ni influir en él. Pablo escribió: «…Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (Romanos 5:8). No confíes en otra medida de comparación. No existe nada en el universo que se pueda comparar con el amor del Señor. Los logros no muestran más el amor del Señor que las peleas su ausencia.

Jesús dijo: «…permaneced en mi amor» (Juan 15:9b).
Permanecer en su amor es como sentirte en casa con él. Casa: el lugar donde eres conocido, amado, protegido, y siempre bienvenido. Juan escribió: «…el que permanece en amor permanece en Dios y Dios en él» (1 Juan 4:16).

Permanecer en su amor significa aferrarte a Cristo como un pámpano lo hace a una vid (lee Juan 15:5). ¿Deja el pámpano a la vid alguna vez? Sólo a riesgo de morir. ¿Deja el pámpano alguna vez de extraer vida de la vid? No, está recibiendo sustancias nutritivas las veinticuatro horas al día. ¿Dirías que el pámpano depende de la vid? ¡Por supuesto que sí! Escucha: «Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en Mí» (versículo 4).