Reflexión: Guiados por las Manos de Dios

«Si mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, se humilla, ora, busca mi rostro y se aparta de sus malos caminos, yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra» (2 Crónicas 7:14).

Una de las oraciones más tiernas y conmovedoras hechas en favor de aquellos que tienen alguna responsabilidad por su país fue realizada por una niña de siete años. Un día, pidió a su padre que la dejara conducir el carro. Él, con mucho cariño, la levantó y colocó sus manos sobre el volante, como si ella estuviera conduciendo el carro.

Para ella, era como si estuviera guiando el carro de su padre.

Pocos días después, cuando la familia se reunió para orar por la mañana, el padre oró por la nación y por el presidente. Él le pidió a Dios que estuviera con el líder de la nación y lo ayudara a guiar al país. Cuando llegó el turno de la niña para orar, como era habitual en las reuniones matutinas, ella agregó a la oración de su padre: «Dios querido, ponga Sus manos sobre las del Presidente cuando él esté guiando nuestro país».

Brasil, como la mayoría de los países del mundo, enfrenta graves problemas de violencia, corrupción y gobernabilidad. Vemos necesidades en casi todos los sectores de nuestra nación. La salud no va bien, la educación enfrenta dificultades, la seguridad es insegura y una buena parte de la población sufre estas necesidades en carne propia. Y lo que se puede hacer… ¿a quién debemos recurrir para encontrar una solución?

La Palabra de Dios nos asegura que «nada es imposible para Dios». Cuando nuestras fuerzas están agotadas y nuestras propias tentativas fracasan, más que nunca necesitamos seguir creyendo que Dios puede resolver todo. Él mismo nos dijo: «sanaré su tierra».

Necesitamos unir nuestras voces y oraciones al Padre, pidiéndole que ponga sus manos sobre las manos de cada uno de los gobernantes. Nuestras oraciones moverán las manos de Dios y estas, a su vez, moverán las de los políticos para el bien de todos y para la solución de los problemas existentes.

Dios cuenta con nosotros, su pueblo. Intercedamos juntos.