Una película de mucho éxito en los últimos años recordó el espectácular naufragio del «Titanic».

       La primera travesía (Inglaterra-América) presagiaba ser triunfal. Su salida fue establecida para el 10 de abril de 1912, a pesar de que se había anunciado la peligrosa presencia de témpanos flotantes. Dos mil doscientas personas se hallaban a bordo, entre ellas muchas celebridades. La compañía de navegación se empeñó en hacer de ello una fiesta continua. La velada del 14 terminó en una completa euforia. El mar glacial estaba tranquilo. De repente el guardia tocó tres veces la campana de alarma y gritó: ?¡Iceberg, justo delante! Se intentó una maniobra, pero ya era demasiado tarde. El navío fue ligeramente sacudido, «como si un dedo gigante hubiese rozado el casco de proa a popa», diría un sobreviviente. Después de algunos instantes de sorpresa, el barco siguió navegando majestuosamente; la fiesta prosiguió, mientras el agua se precipitaba en el navío al ritmo de cinco toneladas por segundo.  

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