¡Alégrate hoy!

«…LOS JUSTOS SE ALEGRARÁN…» (Salmo 68:3)

Después de enseñarles a sus discípulos la necesidad de la obediencia, Jesús les dijo: «Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea completo« (Juan 15:11). Según Jesús, nuestro problema no es que somos demasiado felices para el gusto de Dios, sino que no lo somos lo suficientemente. Nehemías escribió: «…el gozo del Señor es vuestra fuerza» (Nehemías 8:10b). Hemos infravalorado mucho la necesidad de la felicidad. La alegría se transforma en fuerza. Su ausencia produce debilidad. Si fracasamos a la hora de vivir una vida espiritual que satisfaga profundamente, eso hace siempre que el pecado parezca más atractivo de lo que es; el poder de la tentación consiste en ello.

Escucha: «…los justos se alegrarán…» (Salmo 68:3). Pero el estar gozosos es algo que tenemos que aprender. Es también una decisión diaria, una que nos eleva por encima de nuestras circunstancias. Al celebrar cada nuevo día, estamos ejercitando nuestra habilidad para ver y sentir la bondad de Dios en cosas que no habíamos notado antes. Como resultado, nuestra capacidad de ser felices aumenta cada día.

El primer paso para encontrar la felicidad es simplemente empezar ahora mismo. Escucha: «Éste es el día que hizo el Señor; ¡nos gozaremos y alegraremos en él!» (Salmos 118:24). Vivimos con la ilusión de que la felicidad nos llegará algún día, como el hecho de ir al instituto para graduarnos, o de casarnos, o de tener hijos, que crezcan y que marchen de casa; después, cuando ya se han ido, nos damos cuenta que éramos más felices cuando eran pequeños y estaban con nosotros. Recuérdalo: si hoy no nos alegramos, es posible que nunca lo haremos. Si esperamos hasta que las condiciones sean perfectas, esperaremos hasta que nos muramos. Si queremos ser felices, deberíamos empezar a serlo hoy.