Llevando zapatos que son demasiado grandes

«ORDENA MIS PASOS CON TU PALABRA…» (Salmo 119:133)

¿Has visto alguna vez a un niño pequeño tratando de andar con los zapatos de un adulto? Observarlo es verdaderamente gracioso, y muy significativo: algún día, aquellos pequeños pies crecerán y usarán zapatos grandes como ésos o aun mayores. ¿Te sientes hoy como si estuvieras intentando de andar con unos zapatos enormes, como si tuvieras que crecer rápidamente para poder usarlos, y sin otra alternativa? La vida no espera hasta que seamos lo suficientemente maduros para pasar por algunas de las pruebas más grandes de fe. La mayor parte de nuestro crecimiento se produce «en directo». Como un niñito que intenta moverse con unos zapatos grandes, al principio lo hacemos muy mal, después torpemente, y nunca sin tropezarnos. Pero la única cosa que puede detener nuestro crecimiento es el temor a intentar hacerlo. La gracia de Dios viene con la tarea; es inmediata, pero el crecimiento necesita tiempo. No te desanimes: «…el que comenzó en vosotros la buena obra la perfeccionará…» (Filipenses 1:6).

Otra cosa relacionada con el «caminar con zapatos grandes» es que nos hace mucho más comprensivos ante otras personas que lo intentan también. «¿Cómo pudiste hacer tal cosa?» es algo que no tenemos la tendencia de preguntar, porque ya sabemos la respuesta por propia experiencia. ¿Has visto alguna vez a un padre o a una madre llevar de la mano a su hijo que intenta andar con unos zapatos demasiado grandesí Está orgulloso/a y rebosante de alegría porque el niño lo intenta; le sujeta, le anima a seguir y le levanta cuando da un traspié y se golpea la cabeza. ¡Y esto es lo que nuestro Dios hace con nosotros!