Quien Mucho Quiere Puede Todo Perder

«El justo come hasta saciar su alma; Mas el vientre de los impíos tendrá necesidad» (Proverbios 13:25).

Es conocida la historia del perro que, cruzando el puente sobre un río, con un pedazo de carne en la boca, vio su propia sombra en el agua y creyó que otro perro tenía un pedazo de carne dos veces mayor que la de Él. Inmediatamente dejó caer su pedazo de carne y atacó ferozmente el otro perro con la intención de quitarle su pedazo. Al hacer eso, perdió a ambos: El que vio abajo de dónde pasaba, que era su propia sombra y su propio pedazo de carne que cayó y desapareció en las aguas del río.

Tenemos uno extremadamente valioso en nuestro poder que es la salvación alcanzada en Cristo Jesús, nuestro Señor. Ciertamente encontraremos sombras de la verdadera felicidad que a los ojos carnales podrán parecer mayores y más atractivas, pero que serán ilusorias y engañadoras.

El mundo tiene muchos reflejos de imágenes coloridas y atrayentes. Muchos se dejan seducir y no resisten a la tentación presentada. Excitados por el brillo de sus luces resplandecientes, caminan por caminos que apenas acarrearán a la perdición. Deslumbrados de lo que juzgan ser un horizonte de alegría y júbilo, a veces, muy tarde, percibirán qué todo no pasa de sombras que no llevan a ningún alguno.

La busca incesante por las cosas materiales casi siempre impide que veamos los tesoros que ya poseemos. Queremos tener más cuando lo que poseemos ya es suficiente. Cuando descansamos, agradecidos, delante de Dios por las bendiciones alcanzadas, aprovechamos mucho más la vida abundante que el Señor nos otorgó . Si condicionamos nuestra alegría a la adquisición de bienes materiales, tal vez y es seguro nunca podremos alcanzarla.

Regocijémonos, pues, por Cristo estar viviendo en nuestros corazones. No hay, en todo el mundo, tesoro mayor para una vida plena de gozo y felicidad. Podremos hasta adquirir muchos cosas, pero serán apenas complemento en nuestra vida y no la motivación única para vivirla.

Quien busca con ansiedad tener cada vez más puede acabar perdiendo lo que ya tiene.

Paulo Barbosa