Santiago 1:3 Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia

Algunas personas son geniales pasando por pruebas- no tienen que estudiar tanto, ya sea porque tienen una sólida comprensión de la materia o que han aprendido el arte de hacer pruebas. Las pruebas se dan principalmente para evaluar el conocimiento y la comprensión de un tema. En la vida cristiana, nuestra fe es probada en muchas maneras diferentes, para evaluar y dar un resultado, el cual debería ser un sólido caminar con Jesucristo.

Si nuestra fe nunca es probada, ¿cómo podemos saber realmente nuestro crecimiento espiritual en el Señor? Una de las situaciones difíciles más tristes en la escuela es cuando un estudiante se ha graduado y sin embargo, carece de las habilidades básicas necesarias para continuar una educación o carrera. De la misma manera para nosotros como creyentes si nunca se prueba nuestra fe, esta nos fallará en las experiencias mayores que Dios ha planeado para nosotros.

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Muchos de nosotros no somos tan buenos pasando pruebas-en lo físico o espiritual. Para nosotros pasar por una prueba es difícil, incómodo, y muchas veces abandonamos, incluso antes de terminar la prueba. Más aún, si perseveramos a través de nuestras pruebas, nos encontraremos con gran alegría al final con la victoria. Cuando somos probados en nuestra fe, nos resistimos a la tentación de preguntarle a Dios «¿por qué me está pasando esto a mí?» En vez de preguntarle «¿qué quieres que aprenda de esto?»

La escala de calificaciones para nuestras pruebas de fe son APTO y NO APTO. Si pasamos bien la prueba es porque estamos confiando en el Señor con todo nuestro corazón y si fracasamos es porque estamos confiando en nuestras propias fuerzas. Si no somos capaces-tendremos que pasar por la prueba nuevamente porque Dios nos ama tanto para dejarnos pasar al siguiente nivel si no estamos preparados. Al madurar en el Señor, nuestra prueba de fe será más difícil, aunque, nuestra confianza en el Señor será más fuerte.

ORACIÓN:

Amado Señor, se que mi fe está siendo probada y aunque hay cosas que no entiendo ahora, se que tu estás conmigo siempre y no me abandonas en medio de la prueba. Muchas gracias por llevarme por el camino de la sabiduría hacia la victoria en Jesucristo. Amén.