“…A ÉL LE TOCA PESAR LAS ACCIONES” (1 Samuel 2:3)

¿Cuáles son tus verdaderos motivos?

Se cuenta que una mujer abrió la puerta al oír el timbre de casa y se encontró a un hombre con cara apenada. Perdone que le moleste, dijo el hombre, pero estoy recogiendo dinero para una familia necesitada del barrio. El marido está desempleado, los niños no tienen que comer, les van a cortar la luz y el gas y lo peor de todo es que les van a desahuciar del apartamento donde viven si no pagan la renta esta tarde.

Preocupada, la mujer dijo: Me encantaría ayudar. Pero ¿quién es usted? A lo que el hombre respondió: Soy el dueño del apartamento.

Obviamente a este hombre le preocupaban mucho más sus propios asuntos que los de nadie. Lo que hizo no era ilegal, pero sí incorrecto. Pretendiendo servir, se estaba sirviendo a sí mismo.

¿Y tú? ¿Cuáles son tus motivos?

Los fariseos rezaban, ayunaban y daban dinero a los pobres, pero lo hacían para impresionar a los demás. Por ello dijo Jesús en el Sermón del Monte:

“Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos… de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Cuando ores, no seas como los hipócritas, porque ellos aman el orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos (Mateo 6:1-5).

Luego añadió Jesús: “…Que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16).

Debes dar una buena imagen de Dios, no de ti mismo. Analiza tus verdaderos motivos; ¿estás haciendo algo bueno pero con motivos dudosos?

El Señor es el Dios que todo lo sabe y a Él le toca pesar las acciones” (1 Samuel 2:3).