«La exposición de tus palabras alumbra» (Salmos 119:130).
Durante una reunión donde la Palabra de Dios era proclamada con grande alegría y regocijo, una madre pidió· que le fuese permitido dar un testimonio de la experiencia que había tenido con la Biblia Sagrada. Relata· ella: «Yo me quede·
viuda con cinco niños para cuidar. Lo más viejo se ha tornado un problema, solía mentir y robar y me sentí·
impotente para alterar la situación. Llegue· a pensar en colocarlo en un reformatorio. Cierta noche yo tuve un sueño y una voz bien clara me habló· que yo debía leer la Biblia con mis hijos. Yo nunca había hecho eso antes. Mi Biblia quedaba colocada en la sala, abierta en un bello soporte, apenas como aderezo. Yo empecé· a leerla con los niños y, eso hizo grande diferencia en nuestra casa. Mis hijos se colocaban a mí alrededor, gentiles como gatos, y mi hijo más
viejo, menos de una semana después, me abrazó·, pidió· perdón y prometió· que alteraría suya vida. En aquel día él tuvo un encuentro con Jesús y fue salvo. Verdaderamente, La exposición de la Palabra de Dios alumbra·.»

Que importancia hemos dado a las Escrituras en la creación de nuestros hijosí Que ejemplo hemos mostrado a ellos de nuestra comunión con el Señor y de lo cuanto la Biblia ha sido fundamental para la dirección de todos nuestros propósitosí

Cuando dejamos la Palabra de Dios aparte, privamos nuestros hijos de recibir las preciosas enseñanzas del Señor y de disfrutar, desde pequeños, de Sus maravillosas bendiciones.
Cuando enseñamos nuestros niños a pasar por los caminos alumbrados por la Palabra de Dios, la posibilidad de tropezones es mucho pequeña y la certeza de un porvenir bendito es total.

Si usted no tiene la costumbre de leer la Biblia con sus hijos, ore al Señor, pida Su dirección y comience un culto domestico, aun cuando por apenas pocos minutos. Serán primordiales para la formación de los niños y para la edificación y felicidad en su lar.