La crisis de la llamada “vaca loca” es un drama moderno que movilizó a los medios de comunicación. Se comprende el enojo de quienes deben matar su ganado, y el desconcierto de los consumidores que ven una de sus más finas carnes portadora de una enfermedad mortal. Supuestamente este drama se debe a que las vacas, siendo herbívoras, fueron alimentadas con harinas de origen animal. Por cierto, la producción de leche aumentó, pero al precio de una alimentación contra naturaleza.¡Contra naturaleza! Esta es una palabra clave de la sociedad de nuestra época. Pensamos en las manipulaciones genéticas sin control, capaces de dar nacimiento a monstruos. Otro ejemplo: la homosexualidad. Hace mucho que la Biblia denuncia estas prácticas a las que tanto hombres como mujeres se entregan sin ninguna vergüenza, cambiando “el uso natural por el que es contra naturaleza” (Romanos 1:26).

El hombre peca y la naturaleza sufre, aun “gime” por ser liberada “de la esclavitud de corrupción” (Romanos 8:21). A pesar de la angustia que esto genera, los científicos son incapaces de detener las arriesgadas experiencias exigidas por la competencia entre las naciones. La crisis es verdaderamente grave; el ser humano menospreció su dignidad y perdió contacto con su Creador. Sin embargo, sigue siendo amado por Dios. Nacimos para vivir en armonía con Dios. Vivir sin él ¿no es ya una vida contra naturaleza?