Tu Lenguaje de Amor para Dios Según La Biblia
Es una mentira que nuestra condición de hombres nos divorcie de la capacidad de un amor intenso y profundo hacia Dios.
Los seres humanos tenemos un enorme caudal de recursos para comunicarnos. No solamente a través de las palabras transmitimos lo que hay dentro de nuestro corazón; existe además un lenguaje práctico, un lenguaje de acción del que podemos echar mano para expresar sentimientos de nuestro corazón.
La Biblia tiene un interesantísimo relato acerca de una cena a la que fue convidado el Señor Jesús. La narración de esta historia se desarrolla en el Capítulo siete del libro de Lucas; teniendo como protagonistas de ella al Señor Jesús, un fariseo llamado Simón y una mujer de dudosa reputación en el vecindario. Estos dos últimos personajes, mostraron dos tipos de lenguaje sin palabras que debemos considerar detenidamente.
No sabemos a ciencia cierta cuales fueron las motivaciones de Simón el fariseo para esta invitación. Es bastante probable que esta reunión estuviera planeada en la agenda de Simón con mucha anticipación. Jesús ya era un personaje controversial, había criticado públicamente la hipocresía de ciertos fariseos; por tanto, asociarse con alguien como él, posibilitaría una adecuada estrategia política que ayudaría a Simón y a los demás fariseos, a mantener bajo control al pueblo israelita.
Mientras se desarrollaba la cena sucede algo inesperado. Los ojos de los presentes, siguieron con asombro, los pasos furtivos de una mujer deslizándose al interior de la casa para situarse detrás del Señor. La mujer se inclina a los pies de Jesús y empieza a gemir, su llanto va acompañados de lágrimas, sus cabellos secan los pies del maestro y finalmente unge sus pies con un costoso perfume.
La Biblia no da un indicio de cuando fue el primer encuentro de esta mujer con el Señor. Es posible que en alguna plaza lo escuchó decir estas palabras: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Esta mujer sintió que el discurso era dedicado para ella y que esa oferta era demasiado tentadora para despreciar. Su vida era un torbellino de pecado y el hastío había hecho presa de ella. Desvalorizada, juzgada por todos, sufriendo el desprecio general. Esta mujer experimentó la libertad del perdón ofrecido por Jesús y del peso de la culpa.
El relato bíblico nos reseña que Jesús contrastó la actitud de la mujer con la de su anfitrión.La mujer había sido perdonada en mucho y su expresión de amor fue mayor. Ella no articuló una sola palabra en la noche, pretendió el anonimato y más bien su actitud fue destaca en público como una lección a ser aprendida por todas las edades. Su lenguaje de amor en el silencio, fue magnificado por el Señor Jesús; en tanto que la frialdad, el hastío y la indiferencia de Simón merecieron la condena pública del Señor.
¿Con cuál de estos dos personajes nos identificamos? Es una mentira que nuestra condición de hombres nos divorcie de la capacidad de un amor intenso y profundo hacia Dios. ¿Acaso nuestro contacto diario con Dios es parte de una fría agenda carente de devoción y amor? ¿Cuál es el lenguaje de amor que usted tiene para Dios?
La Biblia registra un cuestionamiento que muchos redimidos harán al Señor cuando estén en Su presencia: Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿y cuando te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuando te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mi lo hicisteis. Mateo 25:37-40
¿Cómo puede Dios advertir que lo amamos? Esta pregunta parece toda una necedad, obviamente Dios lo sabe todo. Esta es una pregunta que se hace por causa nuestra. Jesús dijo que el mayor mandamiento es amar a Dios con todo nuestro ser y que un segundo mandato es amar al prójimo como a nosotros mismos. Busquemos amar a Dios, con la intensidad y gratitud con que esta mujer amó. Ni el protagonismo aun la militancia en la obra del Señor, nos deben hacer perder el contacto del mejor lugar de todos: en silencio a los pies de Jesús.
Por otro lado, nuestra fe apunta en dos direcciones: el cielo y la tierra. El mundo también debe notar el lenguaje de amor que poseen los cristianos. Alimentar al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo o visitar al enfermo son expresiones de un lenguaje de amor que supera el de las palabras. Un hombre verdadero puede estar enamorado intensamente de Jesús y ser instrumento de bendición para gente necesitada. Baste recordar que al servir al necesitado, al mismo Jesús servimos.
AUTOR: ING. NICOLAS DIAZ ALLAUCA
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