Historias Cristianas | Ilustraciones | Anécdotas de la Biblia Sobre VENGANZA para predicar en sermones
La zorra y el hombre labrador
Había un hombre que odiaba a una zorra porque le ocasionaba algunos daños ocasionalmente.Después de mucho intentarlo, pudo al fin cogerla, y buscando vengarse de ella, le ató a la cola una mecha empapada en aceite y le prendió fuego.Pero la zorra corrió a los campos que cultivaba aquel hombre.Era la época en que ya se estaba listo para la recolección del producto y el labrador siguiendo a la raposa, contempló llorando, cómo al pasar ella por sus campos, se quemaba toda su producción.Procura ser comprensivo e indulgente, pues siempre sucede que el mal que generamos, tarde o temprano se regresa en contra nuestra.Romanos 12:19 – «No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.»Fábula de Esopo
PAGAR EL MAL CON EL BIEN
Una familia misionera fue asaltada en China durante los llamados “tumultos vegetarianos”, y los padres y tres hijos fueron muertos. Los cuatro niños restantes pudieron escapar después de haber visto asesinados a sus seres queridos. Se encontraron nuevamente y decidieron que su venganza sería ésta: Se irían todos y obtendrían la mejor preparación posible, y luego volvería a China para dar sus vidas en servicio a ese país que tan injusto había sido con el resto de su familia. Las hijas de una mujer viuda que vivían en Australia fuero asesinadas en la misma ocasión que las cinco personas antes mencionadas. Cuando llegó la noticia a la madre, su respuesta fue que como no tenía otras hijas que dar, se daría a sí misma. Así, a los setenta y dos años de edad, vendió cuanto tenía, fue al lugar donde sus hijas habían muerto, aprendió la lengua del país, estableció una escuela, dio veinte años de servicio, y cuando murió fue enterrada junto a sus hijas. Estos cinco sobrevivientes de esa desgracia tan cruel e injusta, no se dejaron vencer por su dolor, lo utilizaron y lo hicieron servir. En lugar de dejarse arrastrar por la rueda del carro de las circunstancias crueles, subieron sobre el carro y lo dirigieron a un destino glorioso.