Estudio Bíblico | Explicación de Éxodo 11:4 | Comentario Bíblico Online
Se amonesta a Faraón acerca de la última y definitiva plaga que iba a ser ahora inflingida, y que consistía en la muerte de todo primogénito en tierra de Egipto (v. Éxo 11:5) de una vez. Esta plaga fue la primera en ser anunciada (Éxo 4:23: «Yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito»), e iba a ser la última en ser ejecutada. Si la muerte del ganado les hubiese humillado y reformado, los primogénitos habrían sido salvados de la muerte. La extensión de la plaga es referida en el versículo Éxo 11:5. Ni el príncipe que un día había de sentarse en el trono estaba demasiado alto como para que no le alcanzase la plaga, ni el hijo del esclavo que trabajaba en el molino estaba demasiado bajo para pasar desapercibido. Cuando Moisés acabó de comunicar su mensaje se nos dice que salió muy enojado de la presencia de Faraón (v. Éxo 11:8), aunque era el más manso de todos los hombres de la tierra. Esperaba probablemente que la sola amenaza de la muerte del primogénito habría de inducir a Faraón a doblegarse. Pero no tuvo tal efecto; su orgulloso corazón rehusó rendirse, ni siquiera para salvar a todos los primogénitos de su reino. Por esta causa, Moisés montó en santa cólera, apesadumbrado (como después nuestro Salvador) por la dureza de su corazón (Mar 3:5). Nótese que es una contrariedad muy grande para el corazón de los buenos ministros del Señor el ver que la gente se hace el sordo a todas las amables amonestaciones que se les hacen, y que se van derechos hacia su ruina, a pesar de todos los oportunos pasos que se toman para impedirlo. Así Ezequiel se fue en amargura, en la indignación de su espíritu (Eze 3:14), porque le había dicho Dios que la casa de Israel no le querría oír (v. Éxo 11:7). El enfadarse por nada, sino por el pecado, es el remedio para no pecar al enfadarse.
