Josué 1:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Vemos aquí el honor que se le confiere a Josué y el gran poder depositado en su mano por orden del que es la fuente de todo honor y poder y por quien los reyes reinan. Dios le habla (v. Jos 1:1), probablemente como le habló a Moisés (Lev 1:1), desde el tabernáculo de reunión. Para darle mayores ánimos, Dios le habla sin intermediarios según opinión de algunos, en sueño o en visión (como en Job 33:15). Con respecto al llamamiento de Josué:

I. El tiempo en que se le dio: Después de la muerte de Moisés. Tan pronto como Moisés murió, tomó Josué sobre sí la administración, en virtud de su solemne ordenación en vida de Moisés. Dios no le habló, sino para que marchase hacia Canaán después que se acabaron los treinta días de duelo por Moisés. Dios quería darle al pueblo tiempo, no sólo para lamentarse de la gran pérdida con la muerte del caudillo, sino también para arrepentirse de lo mucho que le habían ofendido.

II. El lugar que Josué había ocupado antes de ser promovido. Era el asistente de Moisés. Los LXX traducen el vocablo hebreo por hypourgos = un obrero bajo dirección de otro. 1. Que había estado por largo tiempo en el oficio. 2. Que había sido entrenado bajo sujeción y mando. Los que mejor han aprendido a obedecer son los mejor equipados para mandar. 3. Que quien había de suceder a Moisés estaba íntimamente relacionado con él a fin de que tomase las mismas medidas y caminase en el mismo espíritu, al haber de seguir adelante en la misma tarea. 4. Que era en esto tipo de Cristo, a quien podemos llamar ministro de Moisés, ya que fue hecho bajo la Ley y la cumplió a la perfección.

III. El llamamiento mismo que Dios le hizo:

1. La razón por la que fue llamado al gobierno: Mi siervo Moisés ha muerto (v. Jos 1:2). Moisés, una vez acabado su trabajo como siervo, va a descansar de sus trabajos y entra en el gozo de su Señor.

2. El contenido del llamamiento: ahora, pues levántate. (A) «Aunque Moisés está muerto, la obra ha de seguir adelante; por consiguiente, levántate y pon manos a la obra.» Cuando Dios tiene una obra que hacer, hallará, o creará, los instrumentos apropiados para llevarla a cabo. Moisés, el siervo, está muerto; pero Dios, el Dueño, no lo está: vive por siempre. (B) «Como Moisés está muerto tú quedas encargado de la obra como sucesor suyo.» Josué ha de levantarse para dar cima a lo que Moisés comenzó. Así es como una generación posterior entra en las labores de la generación anterior. Así es como Cristo, como nuestro Josué, lleva a cabo por nosotros lo que nunca podría hacerse mediante la Ley de Moisés: justifica (Hch 13:39) y santifica (Rom 8:3). La vida de Moisés abrió el camino a Josué y preparó al pueblo para lo que Josué había de llevar a cabo. También la Ley es nuestro ayo hasta llevarnos a Cristo.

3. El servicio especial al que es llamado ahora: «Levántate y pasa este Jordán, este río que tienes a la vista y a cuya orilla habéis acampado». Esto fue una prueba para la fe de Josué, ya que carecía de pontones y de barco con los que formar un puente para que el pueblo pasara; no obstante, debe creer que Dios, que le ha ordenado pasar, ha de abrirles un camino, pues para entrar en Canaán era preciso cruzar el Jordán.

4. Se repite aquí la donación de la tierra de Canaán a los hijos de Israel (vv. Jos 1:2-4): A la tierra que yo les doy. A los patriarcas les había sido prometida: Te daré. Pero ahora que había expirado la cuarta generación, había llegado el tiempo del cumplimiento de la promesa (v. Jos 1:3): «Yo os he entregado. Aunque todavía está sin conquistar, la tenéis tan segura como si estuviese ya en vuestras manos». (A) Las personas a quienes es entregada: a los hijos de Israel (v. Jos 1:2)., puesto que son la descendencia de Jacob, quien fue llamado Israel en el tiempo en que le fue hecha esta promesa (Gén 35:10, Gén 35:12). (B) La tierra que fue concedida: Desde el Éufrates por el oriente, hasta el Mediterráneo por el occidente (v. Jos 1:4). Si hubiesen sido obedientes, Dios les habría dado esto y mucho más. De todos los países comprendidos en esos términos, y de otros más, saldrían en el decurso del tiempo prosélitos de la religión judía, como vemos en Hch 2:5, etc. (C) La condición bajo la que se hace dicha donación está implicada en las palabras «como lo había dicho a Moisés» (v. Jos 1:3); esto es, «en los términos que Moisés os expuso con mucha frecuencia, si guardáis mis estatutos, entraréis a poseer esa buena tierra. Tomadla en esas condiciones, no de otra manera». (D) «Todo lugar que pise la planta de vuestro pie será vuestro (dentro de dichos límites). Con sólo poner el pie allí, ya lo tenéis».

5. Las promesas que Dios hace aquí a Josué para animarle: (A) Que podía estar seguro de la presencia de Dios con él (v. Jos 1:5): «Como estuve con Moisés, estaré contigo. Como estuve con él para sacar al pueblo de Egipto y conducirlo a través del desierto, así estaré contigo para que lo establezcas en el país de Canaán». Lo que Moisés llevó a cabo fue en virtud de la presencia de Dios con él, y aunque Josué no siempre tuvo la misma presencia de ánimo que Moisés poseía, sí que había de tener la misma presencia de Dios para llevar a cabo su obra como era menester. Nótese que es un gran consuelo para una nueva generación de siervos de Dios, ministros o, simplemente, creyentes, saber que la misma gracia que fue suficiente para quienes les precedieron, estará también a disposición de ellos si son igualmente fieles al Señor. Dios lo repite de nuevo en el v. Jos 1:9. Los que van al lugar al que Dios les envía, tendrán consigo a Dios dondequiera se hallen. (B) Que la presencia de Dios no le sería jamás retirada: No te dejaré ni te desampararé (v. Jos 1:5). Ya le había asegurado Moisés esto mismo (Deu 31:8), que, aunque él le iba a dejar, Dios no le dejaría. De esto podemos estar seguros: Que el Señor estará con nosotros mientras nosotros estemos con Él. Esta promesa hecha aquí a Josué tiene aplicación con respecto a todos los creyentes. (C) Que había de vencer a todos los enemigos de Israel (v. Jos 1:5): Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida. No hay quien pueda hacer frente a quienes tienen a Dios de su parte. Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Rom 8:31). (D) Que él mismo habría de llevar a cabo el reparto de la tierra entre los hijos de Israel (v. Jos 1:6). Había de estar de buen ánimo, a causa del mal carácter del pueblo a quien había de poner en posesión de la tierra. Sabía bien cuán díscolo y descontentadizo era el pueblo y cuán ingobernable había sido en tiempo de su predecesor.

6. El encargo que da a Josué es:

(A) Que cuide de hacer siempre todo conforme a la Ley de Dios y hacer de ella su norma (vv. Jos 1:7, Jos 1:8). Es como si Dios pusiera en manos de Josué el libro de la Ley; y le encarga: (a) que de día y de noche medite en él. Si hubo alguna vez hombre de negocios que pudiera excusarse de meditar y de otros actos de devoción a causa del mucho quehacer, bien podríamos pensar que ese era el caso de Josué. La tarea que se le encomendaba era enorme, tanto como para tenerle ocupado aunque tuviese diez almas; con todo, había de hallar tiempo para meditar en la Ley de día y de noche. (b) No había de permitir que se apartase de su boca; es decir, de dar órdenes al pueblo en consonancia con la Ley de Dios; en todas las ocasiones había de decir conforme a esto (Isa 8:20). No era de su incumbencia hacer nuevas leyes, sino que había de guardar el buen depósito (2Ti 1:14). (c) Siempre había de hacer conforme a toda la Ley. Aunque Josué era hombre de gran poder y autoridad, debía someterse a lo mandado. No hay ser humano con dignidad o dominio suficientes para colocarle por encima de la Ley de Dios. Primero ha de hacer lo que está escrito. Segundo, ha de hacerlo conforme a lo que está escrito. Tercero, ha de hacerlo conforme a todo lo que está escrito sin excepción ni reserva. Cuarto, ha de observar el juicio de su conciencia, los signos de la Providencia y las oportunidades de la circunstancia. Quinto, no se ha de apartar de él, el libro de la Ley, ni en su conducta personal ni en sus actos de gobierno, y ha de tener en cuenta que la virtud está en el medio, es decir, lejos de los extremos. Sexto, ha de ser fuerte, valiente y esforzado. Y, séptimo, que al obrar así será prosperado en todo (vv. Jos 1:7, Jos 1:8).

(B) Que se anime con la promesa y la presencia de Dios, y que se ampare en ellas (vv. Jos 1:6, Jos 1:7, Jos 1:9). Josué se había hecho notar por su valor hacía mucho, tanto en la guerra contra Amalec como en su disconformidad con el informe de los espías malvados. Josué era humilde no desconfiaba de Dios, pero sí de sí mismo y de su competencia para la obra; por eso, le repite Dios tantas veces: «Esfuérzate y sé valiente»; «mira que te mando que te esfuerces y seas valiente» (vv. Jos 1:6, Jos 1:7, Jos 1:9). Como diciendo: «Te he mandado lo que has de hacer; por consiguiente, será hecho». Nos ayudaría mucho a animarnos y alentarnos si tuviésemos la vista fija en la garantía divina, y oyésemos a Dios que nos dice: «¿No te lo he mandado? Por tanto, yo te ayudaré, te aceptaré, te prosperaré y te galardonaré.»

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