Sí, la gloria de nuestro Salvador y Señor es el objeto de nuestro amor, de nuestro gozo y de nuestra admiración. Cuanto más consideramos sus diversos aspectos, tanto más comprendemos que el esplendor de Cristo es infinitamente variado. Los evangelios son como un prisma con muchas facetas cuya luz nos revela las múltiples cualidades de Cristo. Nada iguala la gloria de nuestro Señor, ni hace arder más nuestros corazones que la irradiación de sus perfecciones.

       Contemplamos la gloria de Cristo en sus milagros, en su andar puro y santo en esta tierra, en su transfiguración, en su resurrección y en su ascensión. Sus palabras iluminan el alma y tocan el ser en lo más profundo. Sin embargo, comprendemos que no podemos aprehender este esplendor en su totalidad aquí en la tierra, a causa de lo mucho que supera nuestro entendimiento. ¿Quién de nosotros puede admirar plenamente la grandeza de Cristo y el resplandor de todas sus perfeccionesí

       Un día el Señor vendrá para buscar a los suyos y llevarlos a la casa del Padre. Allí su gloria brillará ante los ojos de todos, puesto que él fue menospreciado en la tierra. Entonces le contemplaremos en todo su esplendor. Este fue su supremo ruego a su Padre antes de dejar esta tierra. Allí ?le veremos tal como él es? (1 Juan 3:2).