Job 2:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Satanás está decidido a poner de nuevo a prueba la paciencia de Job.

I. El demandante ante el tribunal de Dios hace de nuevo su aparición en escena (vv. Job 2:1, Job 2:2), como lo había hecho anteriormente (Job 1:6-7). Los ángeles están en torno al trono de Dios, y Satanás está entre ellos. Le es formulada la misma pregunta de antes: ¿De dónde vienes? Y responde de la misma manera: «De dar una vuelta por la tierra y pasearme por ella» ¡Como si no hubiese estado haciendo ningún daño!

II. El juez le interroga como antes: «¿No te has fijado en mi siervo Job, etc.» (v. Job 2:3), pero esta vez, añade: «… Y que todavía retiene su integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa?» ¡Gran bendición para nosotros es no tener por jueces de nuestros actos a demonios ni a seres humanos, pues, con justicia o sin ella, quizá nos destruirían! Afortunadamente, nuestro juicio procede de labios de Dios, quien todo lo conoce y a quien nadie puede engañar ni sobornar. A pesar del tremendo ataque del diablo, Job es ensalzado por Dios por conservar su integridad.

La constancia es la corona de la integridad.

III. El diablo prosigue adelante en su acusación (v. Job 2:4): «Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida». Satanás presenta a Job tan egoísta como el común de los humanos, quienes prefieren exponer al peligro la piel de sus animales, de sus criados y aun de sus hijos, antes que perder su propio pellejo. Por eso, lanza un nuevo reto para poner a prueba la integridad de Job (v. Job 2:5): «Toca su hueso y su carne y (verás) si no te maldice a la cara» (lit.). No hay cosa que tanto contribuya a oscurecer la mente y a destemplar el genio como un dolor agudo. El propio S. Pablo hallaba gran dificultad en soportar su espina en la carne, y sólo consiguió aguantarla con una gracia especial del Señor (2Co 12:7-9).

IV. También esto se lo permite Dios a Satanás, aunque con cierta restricción (v. Job 2:6): «Está en tu mano; pero guarda su vida. Puedes afligirle cuanto quieras, con tal de que no lo mates». Puesto que el hebreo nephesh, como el griego psyché, significa tanto «alma» como «vida», podemos aventurar que Dios prohibió a Satanás dañar a Job con una enfermedad psíquica que le hubiese reducido a la condición de piltrafa humana, pues Job habría perdido entonces toda responsabilidad y sobraría el resto del libro.

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