Salmos 3:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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El título de este salmo, y el de muchos otros, es como una llave colgada a la misma puerta para abrirlo. Cuando conocemos la ocasión en que se compuso el salmo, tenemos la clave para interpretarlo mejor: 1. David estaba en gran apuro; cuando, en su huida, subió al monte de los Olivos, lloró amargamente, iba con la cabeza cubierta y a pie descalzo; sin embargo, fue entonces cuando compuso este salmo de confianza: lloró y oró, lloró y cantó, lloró y creyó. ¿Está alguno afligido a causa de la desobediencia y rebeldía de sus hijos? David lo estaba, pero eso no le estorbó su gozo en Dios, ni le hizo cantar fuera de tono sus cánticos sagrados. 2. Estaba en gran peligro; el complot era fuerte, formidable el partido de sus enemigos, y a la cabeza de ellos su propio hijo, de forma que su situación parecía extrema; pero fue entonces cuando se asió del poder de Dios. Los sustos y los peligros nos habrían de conducir a Dios, en lugar de alejarnos de Él. 3. Era provocado por aquellos de quienes tenía motivos para esperar mejores cosas: por su hijo, con quien había sido indulgente, y por sus súbditos, a quienes había colmado de beneficios. 4. Padecía por su pecado en el asunto de Urías, pues éste era el mal por el que Dios le había amenazado con la rebelión de su misma casa (2Sa 12:11); pero no por eso perdió su confianza en el poder y en la bondad de Dios, ni desesperó de obtener su socorro. Incluso nuestro pesar por el pecado no ha de estorbar ni nuestro gozo ni nuestra esperanza en Dios. 5. Parecía una cobardía huir delante de Absalón y abandonar la ciudad santa antes de haber librado una sola batalla; sin embargo, por lo que vemos en este salmo, estaba lleno de santa valentía, surgida de su fe en Dios. En estos tres versículos apela a Dios. ¿A quién, sino a Él, deberíamos acudir cuando algo nos apena o nos asusta? David acude a Dios:

I. Con una presentación del aprieto en que se halla (vv. Sal 3:1, Sal 3:2). Mira en torno de sí, como echando un vistazo al campamento de sus enemigos. David se había adueñado del corazón de sus súbditos mejor que cualquier otro rey pudo haberlo obtenido; sin embargo, ahora lo había perdido súbitamente. Se habían levantado contra él y le perseguían a muerte. No sólo esto; decían: «No hay para él salvación en Dios». Sacaban maliciosas conclusiones del aprieto en que se veía como lo habían hecho de la aflicción de Job sus tres amigos. Pensaban que, puesto que le habían abandonado sus servidores y súbditos también Dios le había desamparado a él y había abandonado su causa y, por lo tanto, había que considerarle como un malvado y un hipócrita. Se esforzaban por sacudir la confianza que tenía él en Dios y llevarle a desesperar de recibir socorro celestial. David acude a Dios y le declara lo que sus enemigos dicen de él. Al final de los versículos Sal 3:2, Sal 3:4 y Sal 3:8 aparece el vocablo hebreo selah, que significa pausa. Esta señal nota del traductor servía, no sólo para hacer una pausa, sino especialmente como indicación litúrgica y musical.

II. Con una profesión de su dependencia de Dios (v. Sal 3:3). cuando sus enemigos dicen: «No hay para él salvación en Dios» (v. Sal 3:2), él clama con tanta mayor seguridad (v. Sal 3:3): «Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí para defenderme, ya que mis enemigos me rodean por todas partes; tú eres mi gloria y el que levanta mi cabeza». Si, en el peor de los casos, los hijos de Dios pueden levantar con gozo la cabeza, sabiendo que todo cooperará para su bien, reconocerán que es Dios quien les levanta la cabeza, dándoles motivo para alegrarse y corazón para regocijarse.

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