Salmos 4:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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El título del salmo nos da a conocer que David, tras componer este salmo por divina inspiración, lo entregó al director de música de la congregación, para ser cantado sobre Neguinoth es decir (con la mayor probabilidad), con acompañamiento de instrumentos de cuerda. Para la constitución de las distintas clases de cantores, véase 1Cr 25:1-31.

I. David se dirige a Dios (v. Sal 4:1). El que Dios se digne escuchar nuestras oraciones y las responda se debe, no a nuestro esfuerzo ni a nuestros méritos, sino únicamente a su gracia. A dos cosas apela aquí David: 1. A la justicia de su causa. «Dios de mi justicia» (v. Sal 4:1) «no equivale aquí a Dios justo, sino al Dios que conoce mi justicia y conforme a ella me trata» (Arconada). Lo dice con humildad, pues la humildad no se opone a la verdad. 2. A la experiencia que tenía del socorro divino: «En mi angustia me diste espacio» (lit.); es decir, cuando me hallaba en aprieto, en estrechura, me sacaste a libertad, a lugar amplio. Apoyado en estas dos cosas, clama confiadamente: «Ten misericordia de mí y oye mi oración».

II. Luego se dirige a los hombres, a fin de convencerles de pecado y exhortarles a volverse a Dios.

1. Se esfuerza en convencerles de la insensatez de su impiedad (v. Sal 4:2): «Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra (lit. gloria) en infamia?» Los que profanan el nombre de Dios, así como los que ridiculizan su Palabra y sus otros medios de gracia, convierten en infamia la honra y gloria que Dios se merece, aun cuando profesen externamente una piedad cuyo poder no conocen. Además, se hacen daño a sí mismos, pues van en busca de la vanidad y de la mentira, es decir, de cosas sin consistencia alguna; en el contexto presente, en busca de objetivos que están abocados al fracaso más rotundo. Todos los que aman las cosas mundanas, van en busca de vaciedades engañosas. No se puede negar nota del traductor que la primera parte del versículo ofrece cierta dificultad, por lo que los LXX vertieron: «… ¿hasta cuándo (estaréis) endurecidos de corazón?» Sin embargo, si atendemos a una expresión similar del Sal 3:3, es muy probable que lo que David declara es: «… ¿hasta cuándo deshonraréis al que es mi gloria?»

2. Les muestra el peculiar favor que Dios muestra a los piadosos (implícitamente se refiere a sí mismo, como se ve por el contexto), la protección especial que les otorga y los singulares privilegios que les confiere (v. Sal 4:3). Es tremendo el peligro en que se precipitan los que ofenden a uno de los pequeñuelos que creen en Dios (Mat 18:6). Dios dice que quien les toca a ellos es como si tocara la niña de su ojo (Zac 2:8); y Él hará que los perseguidores lo sepan tarde o temprano. «Y ellos serán míos, dice Jehová de los ejércitos, mi propiedad personal en el día que yo actúe» (Mal 3:17).

3. Les amonesta contra el pecado (v. Sal 4:4): Temblad y no pequéis». El verbo hebreo ragaz indica conmoción, ya física, ya psíquica (sea de miedo o de ira), mientras que el verbo jatá = pecar significa «errar el blanco». En este contexto, Arconada sugiere la siguiente interpretación: «Temed ir contra la voluntad de Jehová, que me favorece, porque hará inútiles vuestros conatos de contradicción». La cita de Pablo, en Efe 4:26, se apoya en los LXX, y viene a significar, según la autorizada opinión de W. Hendriksen: «Que vuestra ira no sea pecaminosa». Un buen medio para no pecar al estar airados es refrenar la lengua y meditar, como expresa la 2.a parte del versículo Sal 4:4: «Meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad». Una persona reflexiva lleva camino de ser una persona sabia y prudente. Es conveniente examinar nuestra conciencia al acostarse para ver en qué hemos fallado durante el día y arrepentirnos de ello.

4. Les aconseja que tomen conciencia de sus deberes para con Dios (v. Sal 4:5): «Ofreced sacrificios de justicia, es decir, con el rito debido y las indispensables condiciones internas, y confiad en Jehová, puesto que quien cumple con sus deberes para con Dios, puede estar seguro de la protección divina». Cuando la piedad es sincera, por proceder de un corazón recto, bien se puede confiar en la gracia y en la providencia de Dios.

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