Salmos 43:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Salmos 43:1 | Comentario Bíblico Online

El salmista apela aquí a Dios, por fe y oración, como a su juez, su fuerza, su guía, su gozo y su esperanza.

1. Como a su juez (v. Sal 43:1): Júzgame, oh Dios, y defiende mi causa. Había quienes le odiaban y perseguían. Los llama «gente maligna» (lit. nación sin piedad). También se les llama «hombres engañosos e inicuos», pues, aun cuando en el original aparece en singular, no cabe duda de que tiene un sentido colectivo. En cuanto al desagrado de Dios hacia él, dice: «Júzgame, pues yo sé que saldré absuelto; defiende mi causa, pues es justa; ponte de mi parte y manifiéstate en tu providencia a mi favor.

2. Como a su fuerza todosuficiente: «Tú eres el Dios de mi fortaleza» (más exactamente, de mi protección). El salmista se veía destituido de fuerzas y de amigos, «como enlutado por la opresión del enemigo» (v. Sal 43:2), pero encuentra en Dios su fortaleza y su protección. Le atenaza, con todo, una terrible duda: Si Dios era su protector, ¿por qué le había desechado? Al no obtener respuesta a su oración anterior, llega a concluir que Dios le había desechado. ¡Tremenda equivocación! Dios no desecha jamás a los que confían en Él, cualesquiera sean las melancólicas aprensiones que puedan sufrir en una situación determinada.

3. Como a su guía fiel (v. Sal 43:3): «Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán; me conducirán a tu santo monte y a tus moradas». Su corazón no está puesto en comodidades, riquezas ni honores humanos, sino en Sion y en el Templo, morada de Dios. El plural es una amplificación que expresa la dignidad del santuario como morada de Jehová. Para obtener esta gracia, pide luz a fin de disipar la oscuridad espiritual en que está sumido, y verdad contra los engaños del enemigo. Quitados los obstáculos, volverá a gozar de los antiguos beneficios. Hemos de orar a Dios que es la luz (1Jn 1:5) y al espíritu de la verdad (Jua 14:17; Jua 15:26; Jua 16:13), quien suple la falta de la presencia corporal de Cristo, para guiarnos a toda verdad y conducirnos por el camino del cielo.

4. Como a su gozo sobreabundante. Si Dios nos guía hasta su santuario, si nos restaura los antiguos favores, sabremos, como el salmista, lo que debemos hacer (v. Sal 43:4): «Entraré en el altar de Dios, al Dios (que es) la alegría de mi gozo» (lit.). Nótese así el énfasis del original. Los que se acercan a Dios, han de ir a Él como a su gozo sobreabundante no sólo como al objeto de una futura bienaventuranza, sino como a un gozo actual, y no común, sino extraordinario y sobreabundante, pues supera con mucho a todos los gozos de este mundo.

5. Como a su esperanza nunca fallida (v. Sal 43:5). Aquí, como antes, el salmista se regaña a sí mismo por su depresión y desconfianza: «¿Porqué te abates, alma mía?» E inmediatamente se calma con la fe expectante que tenía de dar gloria a Dios: «Espera en Dios, porque aún he de alabarle» (más exactamente, «te daré gracias»). Muy notable es la frase con que acaba el salmo (v. también Sal 42:5, Sal 42:11). Dice literalmente: «Salvaciones de mi rostro y Dios mío». El plural de hebreo es, sin duda, un plural intensivo para denotar una «gran salvación». «De mi rostro» podría señalar el cambio de un rostro que expresa luto y duelo, triste y ceñudo, en un rostro lleno de gozo y alegría por la gran salvación que Dios le otorga, «su Dios».

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