Salmos 89:38 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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1. Tenemos ahora una queja melancólica de la presente situación deplorable de la familia de David, y el salmista no sabe cómo conciliarla con el pacto que Dios había hecho con David: «Tú has dicho que no retirarás tu misericordia, pero tú desechaste y menospreciaste a tu ungido» (v. Sal 89:38). Muchas veces, no es fácil conciliar las providencias de Dios con sus promesas y, sin embargo, las obras de Dios cumplen su Palabra y nunca la contradicen.

(A) La casa de David parece haber perdido todo su interés en Dios. Dios se había complacido en su ungido, pero ahora estaba airado con él (v. Sal 89:38).

(B) El honor de la casa de David estaba por el suelo: «Has profanado su corona hasta la tierra, para ser pisoteada» (v. Sal 89:39).

(C) Estaba expuesta a ser presa de todos sus vecinos (v. Sal 89:40): «Abriste brecha en todos sus vallados, en todo lo que le servía de defensa y especialmente, en el muro de protección que tú le habías construido con tu pacto y tus promesas; has destruido sus fortines … Es la burla de sus vecinos (v. Sal 89:41), quienes cantan victoria al verla caer tan bajo desde un honor tan alto. Todos sacan partido de su desgracia: Has exaltado la diestra de sus enemigos (v. Sal 89:42), no sólo dándoles poder, sino inclinándoles a ejercitarlo contra la casa de David».

(D) Ella es incapaz de valerse por sí misma, porque «embotaste el filo de su espada (v. Sal 89:43), de forma que no puede llevar a cabo lo que siempre pudo y, lo que es peor, embotaste su ánimo y le quitaste el valor, no lo sostuviste en la batalla» (v. Sal 89:43).

(E) Estaba a punto de acabar del todo y sin gloria (v. Sal 89:45): «Has acortado los días de su juventud», refiriéndose al último rey de Judá, del cual dice Kirkpatrick: «Joaquín tenía solamente 18 años (2Re 24:8) o según 2Cr 36:9, solamente 8, cuando subió al trono y reinó sólo tres meses y diez días. La flor de su vida la pasó en el destierro, confinado en prisión en la que estuvo vestido de ignominia» (2Re 25:29). Cuando la posteridad degenera, cae en desgracia, y su gloria queda manchada de iniquidad. ¡Cuán inclinados estamos a poner la gloria y la dicha de la Iglesia en algo exterior y pensar que, cuando las cosas van mal en este aspecto, es que no se cumplen las promesas! Pero nuestro Maestro nos advirtió que su reino no es de este mundo.

2. Ante esto, el salmista se dirige patéticamente a Dios y le dice (v. Sal 89:46): «¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Te esconderás para siempre?» Lo que más les apenaba es que Dios mismo les había dejado por largo tiempo en la oscuridad. Les parecía una noche eterna cuando Dios se retiró: ¿Te esconderás para siempre?

(A) Apela a la brevedad y vanidad de la vida (v. Sal 89:47): «Recuerda cuán breve es mi tiempo» (lit. cuán huidiza cosa soy), por lo que soy incapaz de soportar tu ira. ¿Habrás creado en vano a todo hijo de hombre? (o: ¡Para qué vanidad has creado a los hijos de Adán!) Cuando se considera que el hombre es mortal y que su vida es corta, si no hubiese otra vida, podría pensarse que el hombre había sido creado en vano. Pero al haber otra vida, podemos pensar que quienes viven pocos años, pero en ellos glorifican a Dios y practican el bien, no sólo viven en comunión con Dios aquí, sino que vivirán eternamente en comunión con Él en el cielo. Además, toda la vanidad del hombre en la tierra se debe a su propia culpa.

(B) Apela también a la universalidad de la muerte (v. Sal 89:48): «¿Qué hombre vivirá sin ver la muerte? El rey mismo no está exento de ella. Señor, ya que él está bajo la fatal necesidad de morir, no permitas que toda su vida sea miserable. No dejes que baje al sepulcro por las miserias de una vida triste y deshonrosa, hasta que llegue su tiempo». Nos interesa, sobre todo, asegurar nuestra dicha al otro lado de la tumba para que, cuando muramos, seamos recibidos en las moradas eternas.

(C) La siguiente apelación la toma de la bondad de Dios hacia David (v. Sal 89:49): «Señor, ¿dónde están tus antiguas misericordias que juraste a David en tu fidelidad? (lit.) ¿Vas a dejar de cumplir lo que prometiste? La inmutabilidad y la fidelidad de Dios nos aseguran que Dios no desechará a los que ha elegido y con los que ha entrado en pacto.

(D) La última apelación se basa en la indignidad hecha al ungido de Dios (vv. Sal 89:50, Sal 89:51): «Los que nos escarnecen son enemigos tuyos; ¿y no vas a manifestarte contra ellos? Han deshonrado los pasos de tu ungido». Reflexionaban sobre todos los pasos que el rey había dado en el curso de su administración o, más bien, sobre los pasos que había dado en su marcha humillante hacia el destierro.

3. El salmo concluye con una nota de alabanza por ser la forma acostumbrada de terminar cada Libro del Salterio, no porque el autor del salmo haya abandonado su tono de lamentación.

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