Salmos 91:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Salmos 91:1 | Comentario Bíblico Online

1. Una gran verdad de amplitud general: Todos los que viven una vida de comunión con Dios, están continuamente a salvo bajo su protección y, por tanto, pueden gozar siempre de una gran serenidad mental (v. Sal 91:1). El verdadero creyente habita al abrigo del Altísimo, está en la morada de Dios, vuelve a Dios y en Él descansa como en el lugar de su reposo permanente; sirve de corazón a Dios y le adora dentro del velo. Tales privilegiados moran bajo la sombra del Omnipotente; Él les sirve de refugio y cobertura.

2. La aplicación que de esto hace el salmista para sí mismo (v. Sal 91:2): «Diré de Jehová, digan otros lo que digan, Él es mi refugio y mi fortín». Los idólatras llamaban a sus ídolos mauzzim, fortines inexpugnables (Dan 11:39), pero en eso se engañaban a sí mismos, pues sólo los que hacen de Jehová su fortín están a salvo de todo ataque. Por eso, puede el salmista decir con toda seguridad: Mi Dios, en quien confío.

3. El gran ánimo que da a otros para que hagan lo mismo, no sólo por la experiencia que él tiene, sino también por la firmeza de la promesa de Dios (vv. Sal 91:3.): «Él te librará, etc.». Se promete aquí:

(A) Que los verdaderos creyentes serán preservados de peligros inminentes que podrían serles fatales (v. Sal 91:3). Esta promesa se extiende: (a) A la vida natural y se cumple con frecuencia cuando somos preservados de muchos peligros que nos amenazan muy de cerca. (b) A la vida espiritual, que, por la gracia de Dios, está protegida de las tentaciones de Satanás.

(B) Que Dios mismo será su protector (v. Sal 91:4): «Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro», lo que alude a Deu 32:11 (comp. Mat 23:37). Con su instinto maternal, la gallina no sólo protege a sus polluelos, sino que los llama cuando los ve en peligro para que vengan a protegerse bajo sus alas; no sólo los pone a seguro, sino que les conserva el calor. Dios se complace en compararse a un ave por el sumo cuidado con que protege a los suyos. Plumas y alas, aun extendidas con toda ternura, son débiles y frágiles; por eso se añade: «Escudo y adarga es su verdad»: la fidelidad a su promesa es una fuerte defensa. Dios está dispuesto a proteger a su pueblo como una gallina a sus polluelos, pero tiene poder para ello como un guerrero bien armado.

(C) Que no sólo los guardará del mal, sino también del temor del mal (vv. Sal 91:5, Sal 91:6). Con su gracia, Dios nos guarda del temor desconfiado (de ese temor que comporta castigo; 1Jn 4:18) en medio de los mayores peligros. La sabiduría te preservará de tener miedo sin motivo, y la fe te preservará de tener un temor desordenado. No temerás ni aun a las saetas, y sabrás que, aun en el caso de que te alcancen, no te pueden hacer daño; si alguna vez llegan a quitarte la vida natural, lejos de perjudicar a tu vida espiritual, le servirán de perfección y corona.

(D) Que serán preservados, en las calamidades comunes, del daño que a otros puedan ocasionar (v. Sal 91:7): «Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra, ya sea de peste o a espada (comp. Éxo 12:23), mas a ti no llegará». Cuando vemos morir a muchos en torno nuestro, aun cuando ello pueda servirnos de aviso para estar preparados a morir, no tenemos por qué estar atemorizados, pues no estamos ya sujetos a esclavitud, como muchos, por temor a la muerte (Heb 2:15). «Sólo (lit.) con tus ojos mirarás, etc.» (v. Sal 91:8). Quizás aluda a Éxo 14:31.

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