Salmos 95:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Salmos 95:1 | Comentario Bíblico Online

Aquí el salmista, como en otros lugares, se estimula a sí mismo y estimula a otros a alabar a Dios.

1. Cómo ha de ser alabado Dios. El cántico de alabanza ha de ser ruidoso, de aclamación (vv. Sal 95:1, Sal 95:2). El gozo espiritual es el corazón y el alma de la alabanza agradecida. Al mismo tiempo que cantamos con júbilo a la roca de nuestra salvación (v. Sal 95:1), hemos de decir con humilde reverencia y santo pavor (v. Sal 95:6): «Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor» como es propio de quienes se percatan de la infinita distancia que media entre nosotros y Dios. Con júbilo y alegremente hemos de aclamarle con cánticos (vv. Sal 95:1, Sal 95:2). Hemos de alabar a Dios conjuntamente, unánime y concertadamente, en las asambleas de la congregación; «ante su presencia» (v. Sal 95:2), es decir, en su santuario.

2. Por qué ha de ser alabado.

(A) Porque es un gran Dios (v. Sal 95:3), Soberano del Universo. (a) Tiene gran poder: «Es Rey grande sobre todos los dioses», los cuales no tienen realidad ninguna (comp. Sal 96:4, Sal 96:5). No hay motivo alguno para tomar aquí «dioses» en el sentido de ángeles o jueces. (b) Tiene grandes posesiones; suyo es todo, porque Él lo hizo todo (vv. Sal 95:4, Sal 95:5). ¡Cuán grande es el Dios que creó el Universo y lo gobierna! También puede aplicarse al Señor Jesucristo, por quien todas las cosas fueron hechas (Jua 1:3) y por medio del cual habían de ser reconciliadas (Col 1:20).

(B) Porque es nuestro Dios. No sólo tiene dominio sobre nosotros como lo tiene sobre el resto de la creación, sino que tiene relación especial con nosotros (v. Sal 95:7): «Él es nuestro Dios; nosotros somos el pueblo de sus pastos (comp. Sal 74:1; Sal 79:13) y el rebaño de su mano, que se halla bajo su cuidado y conducción». Los creyentes somos sus ovejas, y Él es nuestro Buen Pastor (Jua 10:1-42). Ante Dios, como ante nuestro Hacedor y Señor hemos de arrodillarnos (v. Sal 95:6). Los idólatras se arrodillan ante dioses que ellos mismos han hecho, nosotros nos arrodillamos ante un Dios que nos ha hecho a nosotros. Por eso, puede ser la roca de nuestra salvación (v. Sal 95:1).

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