Salmos 110:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Hay quienes han llamado a este salmo «el credo de David», pues en él se hallan casi todos los artículos de la fe cristiana. Si David, por fe en el Mesías que había de venir, alabó así a Dios y se solazó a sí mismo, ¡cuánto más hemos de alabarle nosotros, al cantarlo, después de cumplirse gran parte de lo que aquí se predice! Cosas gloriosas se dicen aquí de Cristo.

1. Es el Señor de David. Hemos de tomar buena nota de esto, pues el propio David nos lo hace observar (Mat 22:43): «David en el Espíritu le llama Señor».

2. Es constituido Señor Soberano por el consejo y el decreto del mismo Dios (v. Sal 110:1): «Jehová le dijo: Siéntate a mi diestra como rey», pues la frase indica en el invitado una dignidad semejante a la del que invita (comp. 1Re 2:19; Efe 1:20; Col 3:1; Heb 1:3, Heb 1:13; Heb 8:1; Heb 10:12; 1Pe 3:22 entre otros lugares). Además, sentarse es postura de reposo, de gobierno y de juicio.

3. Todos sus enemigos han de servir un día de escabel de sus pies. Dice Cohen: «Es una metáfora que indica la decisiva derrota de los enemigos, que tiene su origen en la costumbre de poner el pie el vencedor sobre el cuello del general, o del rey, vencido» (Jos 10:24). La frase se aplica a Cristo en 1Co 15:25; Efe 1:22; Heb 2:8; Heb 10:13, y está claro que esto se refiere al futuro.

4. Ha de tener en este mundo un reino cuya capital será Sion (v. Sal 110:4), desde donde Dios mismo extenderá el cetro poderoso (lit. el cetro de tu fuerza) del Mesías. Allí ocupará el trono de su padre David (Luc 1:32, Luc 1:33). «Domina en medio de tus enemigos» (v. Sal 110:2), son palabras del «oráculo» (lit. «Oráculo de Jehová a mi Señor» (v. Sal 110:1) de Dios al Mesías. Esto no significa que ya comience a reinar, sino que le da al futuro rey la certeza de que la victoria será suya.

5. Ha de tener gran número de voluntarios, enrolados en sus filas como soldados. Nota del traductor: El versículo Sal 110:3 es muy difícil y se ha vertido e interpretado de muchísimas maneras. El hebreo dice concisa y textualmente: «Tu pueblo (se ofrece) voluntariamente (v. Jue 5:2) en el día de tu proeza (o, de tus fuerzas movilizadas), en adornos de santidad, desde el seno, desde el alba; para ti el rocío de tu juventud». Con estos elementos textuales a la vista, y el análisis del contexto, la Reina-Valera ofrece una espléndida versión, semejante a la V. A. judía, la New International Version y la New American Standard Translation. La Nueva Biblia Española y la Biblia de Jerusalén corrigen el texto hebreo y marchan por derroteros completamente distintos. Los detalles más interesantes para nuestro estudio son los siguientes:

(A) Es su pueblo, los suyos, los que se ofrecen voluntariamente (lit. [son] voluntariedades) para seguir al Mesías. Cristo no quiere soldados forzados.

(B) Que se le ofrecerán en el día de su proeza. Esto puede entenderse de dos maneras: (a) En un día (o fecha) determinado, cuando el Mesías derrote definitivamente a sus enemigos (v. Apo 19:14-21). Esto en opinión del traductor cuadra bien, no sólo en el contexto de este salmo, sino también en el del Sal 2:1-12. (b) En una época entera. Dice el doctor Ryrie sobre este versículo. «El sentido es éste: durante el Milenio, el pueblo de Dios se enrolará voluntariamente en torno al Mesías, quien los guiará con vigor constantemente renovado».

(C) Los adornos de santidad, o santos atavíos (comp. Sal 29:2; Sal 96:9) nos recuerdan que Israel era un reino de sacerdotes; también lo es la Iglesia (1Pe 2:9; Apo 1:6), aunque las armas de nuestra milicia son espirituales, como lo son los sacrificios que ofrecemos a Dios (Rom 12:1; Heb 13:15, Heb 13:16). Vestidos de santidad interior, no de atavíos exteriores, hemos de ministrar, no por delegación en una casta, como el Israel de antaño y la Iglesia Romana de hogaño, sino todos y cada uno de los creyentes. La santidad es la librea de los soldados de Cristo.

(D) La mención del rocío nos lleva a Miq 5:7, donde se dice del «remanente de Jacob» que será como rocío de Jehová. Dice Cohen: «El rocío cae al rayar el alba, la cual es llamada poéticamente su madre. Es una metáfora de frescura y se aplica bellamente a los jóvenes del reino que llenan las filas del ejército». Alegra mucho ver a los jóvenes recibir a Cristo y estar dispuestos a servirle de todo corazón y con todo el vigor de su juventud.

6. No sólo será rey, sino también sacerdote (v. Sal 110:4). Jehová lo juró (hizo de ello un decreto inalterable) y no se arrepentirá, es decir, no revocará el edicto. Cristo es sacerdote para siempre (comp. con Heb 5:6; Heb 6:20; Heb 7:17, Heb 7:21, Heb 7:24), y aunque ofreció su sacrificio una sola vez (Heb 9:28; Heb 10:12), vive siempre para interceder (Heb 7:25), que es la función primordial del sacerdote. Y es sacerdote, no según el orden de Aarón, pues Cristo no era de la tribu de Leví, sino según el orden de Melquisedec, anterior y superior (y a perpetuidad) al de Aarón, como comenta el autor de Hebreos en el capítulo Heb 5:1-14.

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