Salmos 113:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Salmos 113:1 | Comentario Bíblico Online

1. La invitación a glorificar a Dios se hace aquí: (A) Con mucha insistencia (vv. Sal 113:1-3): «Alabad … Alabad … Sea bendito … Sea alabado …». (B) Con gran extensión. Aunque la expresión «siervos de Jehová» (v. Sal 113:1) parezca referirse al pueblo de Israel, el versículo Sal 113:3 no deja lugar a dudas de que el llamamiento es dirigido a todos los habitantes del orbe; y con toda razón, pues en todo el orbe brillan las pruebas del poder, la bondad y la sabiduría de Dios.

2. Se nos instruye a continuación sobre los motivos de tal alabanza.

(A) La excelsitud de Dios (vv. Sal 113:4, Sal 113:5, comp. con Sal 99:1-3). Frente a Dios, las naciones le son como la gota de agua en un cubo, como menudo polvo en las balanzas … Como nada son todas las naciones delante de Él (Isa 40:15, Isa 40:17). Su gloria, que los cielos declaran (Isa 19:1) está sobre los cielos (v. Isa 19:4), pues los cielos sólo pueden ofrecernos una pobre impresión de la transcendente gloria de Dios.

(B) La condescendencia de Dios (vv. Sal 113:6-9). Este mismo Dios que está entronizado en lo alto (lit. que está en lo alto para habitar), como dice el v. Sal 113:5, se humilla (v. Sal 113:6. Lit. baja) a mirar. Aunque su gloria está sobre los cielos (v. Sal 113:4), a nadie desestima (Job 36:5). Al considerar las infinitas perfecciones de Dios y su plena autosuficiencia para ser, vivir y ser feliz, ciertamente debería llenarnos de asombro la condescendencia de Dios al bajarse a mirar, a ocuparse con amor de sus criaturas y, sobre todo, a encarnarse en una naturaleza humana como la nuestra (Flp 2:5-8), para buscar y salvar lo perdido (Luc 19:10). Su mirada, que todo lo ve y lo cuida, nos enseña que este mundo no está gobernado por el curso de la naturaleza, sino por el Dios de la naturaleza, quien se deleita en hacer cosas que no esperábamos de Él. Él levanta del polvo (donde se sentaba en señal de duelo; comp. Isa 47:1) al pobre (hebreo, dal, el que se ha empobrecido por enfermedades o reveses de la fortuna), y al menesteroso (hebreo, ebyón) alza del muladar (la basura sobre la que estaba sentado Job. V. Job 2:8), para hacerlos sentar con los príncipes (vv. Sal 113:7, Sal 113:8, citados de 1Sa 2:8). Dios se fija en lo pequeño (v. Luc 1:48; 1Co 1:27, 1Co 1:28). Recuérdense, entre otros, los casos de José (de la cárcel, al gobierno), de Gedeón (del trillo, al liderato), de Saúl (de buscar asnas, al trono), de David (de pastorcillo, a rey), de los apóstoles (de pescadores de peces, a pescadores de hombres), etc. En cuanto a las mujeres, casi siempre han sido antes estériles las madres de los grandes personajes de la Biblia (v. Sal 113:9, comp. con 1Sa 2:5): Sara, Rebeca, Raquel, Ana la madre de Samuel, la madre de Sansón, y así hasta llegar a Elisabet la madre del Bautista (Luc 1:7). En todas ellas se fijó especialmente Dios, para quitarles el oprobio entre los hombres (Luc 1:25).

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