Salmos 118:19 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Ilustre profecía de la humillación y de la exaltación del Señor Jesús. Pedro la aplica directamente a los principales sacerdotes y a los escribas (Hch 4:11), y ninguno de ellos le acusó de citarla impropiamente.

1. El prefacio con que es introducida esta preciosa profecía (vv. Sal 118:19-21). (A) El salmista se ve a sí mismo, con la procesión, a las puertas del santuario y pide admisión para celebrar la gloria del que viene en el nombre del Señor: «Abridme las puertas de justicia», dice; es decir, las puertas interiores por las que se entra al santuario en que mora la presencia del Dios justo y favorecedor de su pueblo. (B) Se le otorga lo que pide, con la respuesta de los levitas porteros (v. Sal 118:20): «Esta es la puerta de Jehová; por ella entrarán los justos». Comenta Sifrá: «No dice: Entrarán los sacerdotes, los levitas e Israel , sino los justos también los justos gentiles» (cf. Isa 26:2, donde «una gente justa» es entendida por los rabinos como dando a entender un «piadoso no-israelita»). El salmista canta victoria al ver que estas puertas, durante tanto tiempo cerradas, se abren ahora. (C) Promete dar gracias (lit.) a Dios por este favor (v. Sal 118:21) y, en especial pues éste es el objetivo de la reunión por la salvación concedida al pueblo allí reunido.

2. La profecía misma (vv. Sal 118:22, Sal 118:23). Los judíos ven aquí una alusión directa, ya sea a la piedra que coronaba el edificio (conforme a Zac 4:7), ya sea a la piedra colocada en el ángulo (conforme a Isa 28:16; Jer 51:26) metafóricamente, a Israel, «designado por Dios dice Cohen para desempeñar una función esencial en la construcción de su reino en la tierra». Los cristianos sabemos que se refiere a Cristo, compendio y cifra del «remanente de Israel», piedra angular de la Iglesia y del reino de Dios. (A) Esta piedra fue rechazada por los edificadores (v. Sal 118:22), por los gobernantes y el pueblo de Israel (Hch 4:8, Hch 4:10, Hch 4:11), pues no quisieron reconocerle como a Mesías y lo negaron delante de Pilato (Hch 3:13), cuando dijeron: «No tenemos más rey que César» (Jua 19:15). (B) Pero esta piedra fue exaltada (v. Sal 118:22): «Ha venido a ser la piedra principal del ángulo»; ha sido promovida al mayor honor, al lugar principal del edificio, en el ángulo que une y sustenta dos paredes: los judíos y los gentiles, para hacer de ambos una sola casa espiritual (v. el vocablo griego en Efe 2:20, con un buen comentario). (C) La mano de Dios en todo esto (v. Sal 118:23): «Esto ha sido obra de Jehová» (lit. de Jehová ha llegado a suceder esto). Se oye aquí un eco de Neh 6:16. «Y es algo maravilloso (un portento de la diestra de Jehová) a nuestros ojos», para nuestro asombro, júbilo y alabanza de Dios, como va a decir a continuación. Maravillosa es de cierto la redención que Dios ha obrado en Cristo para salvación de todo el que cree (Jua 3:16).

3. El gozo con que se recibe, y las aclamaciones con que se celebra, esta predicción.

(A) Sea solemnizado este día con gran gozo, para honra y gloria de Dios (v. Sal 118:24): «Este es el día que Dios ha hecho» (lit.). El día de la victoria, el día de nuestra redención, es el día por antonomasia «hecho» por Dios para que nos regocijemos y nos alegremos en él (v. Sal 118:24): en el día, en la ocasión de esta celebración o, como en Sal 32:11, en Jehová. Ha sido hecho, sobre todo, «para el regocijo litúrgico», como nota Arconada. Y, puesto que nuestra redención se consumó, no en la crucifixión, sino en la resurrección (v. Rom 4:25), del Señor, bien está que los cristianos la celebremos en domingo, el nuevo «sábado» de la nueva creación (2Co 5:17. Lit.).

(B) Sea recibido el Redendor con jubilosos «hosannas» (vv. Sal 118:25, Sal 118:26). «Hosanna» (lit. Hoshiá na) significa «salva ahora», «salva ya» pero equivale a «¡Salva, te pedimos!» (comp. con el «ahora» hebreo, de Sal 115:2). Es aquí como un «¡Viva el rey!» (comp. con los gritos del pueblo cuando entró el Señor en Jerusalén el domingo anterior a su muerte). Digamos nosotros a Dios: «Señor, sálvame, te pido; que este Salvador sea mi Salvador y mi Dueño absoluto; que Él me tome bajo su protección y sea yo uno de sus fieles súbditos; te ruego, oh Jehová, que con Él nos hagas prosperar ahora» (v. Sal 118:25). La última frase puede verse en Neh 1:11. ¡Que los sacerdotes (ahora los ministros del Señor) tomen parte especial en esta solemne festividad! (v. Sal 118:26). Son los sacerdotes los que se dirigen ahora a cada uno de los que toman parte en la procesión, de forma que la traducción correcta es: «Bendito (sea) en el nombre de Jehová el que viene, os bendecimos desde la casa (desde el santuario propiamente dicho) de Jehová» (comp. con Deu 21:5; Sal 129:8). Si se leen detenidamente Mat 21:4-17 y Jua 12:12-26, se comprenderá la oportuna aplicación del Sal 118:22-26 al Señor Jesucristo, pues Él era el «remanente de Israel» que venía en procesión al templo (v. también Zac 9:9; Mal 3:1-3). También nosotros hemos de bendecirle y pedirle que venga a nuestro corazón para hacerlo templo del Espíritu Santo purificado de obras muertas. Buena es la costumbre de los ministros del Señor de bendecir a la congregación al final de los servicios (v. Efe 6:24).

(C) Sean ofrecidos sacrificios de alabanza (Heb 13:15) en honor de quien ofreció por nosotros el sacrificio de la Gran Expiación (v. Sal 118:27): «Jehová es Dios (hebreo, Él, el Dios Fuerte que ha demostrado su omnipotencia librándonos del cautiverio) y nos ha dado luz (símbolo de liberación; comp. Est 8:16)». La segunda parte de este v. resulta muy difícil de traducir, debido a que las dos palabras clave: el imperativo asru y el sustantivo jag pueden significar cosas diversas. El verbo hebreo asar significa corrientemente atar, pero también ordenar (v. 1Re 20:14). El sustantivo jag significa simplemente fiesta, por lo que lo mismo puede significar procesión festiva que víctima festiva. Para colmo de dificultades, el vocablo abothim (¿ramos?) está marcado en el texto masorético con un circulito en la primera letra (ayin), lo que indica duda. Basados en (Lev 23:40), los exegetas modernos traducen: «Ordenad con ramos la procesión festiva, etc.». La versión de nuestras Biblias: «Atad víctimas con cuerdas a los cuernos del altar» resulta mucho más oscura e insólita. El hebreo dice: «… hasta los cuernos del altar», lo cual se entiende mejor si se adopta la primera versión que hemos ofrecido, pues los «cuernos» del altar eran salientes a los lados del altar, sobre los que los sacerdotes derramaban parte de la sangre de las víctimas y marcaban el límite hasta el que los no-sacerdotes podían acercarse, no más adelante. Esto concuerda mejor con el acompañamiento que, con palmas y ramos, ofrecieron al Señor en su entrada mesiánica en Jerusalén.

(D) El salmista concluye con un reconocimiento personal del favor de Dios y, agradecido, invita a otros a unirse a él en la alabanza (vv. Sal 118:28, Sal 118:29), aunque es muy probable que ambos versículos fuesen cantados en la procesión. «Cada peregrino dice Cohen se dirige individualmente a su Dios.». El salmo concluye exactamente como empezó (comp. con v. Sal 118:1) y es, con la mayor probabilidad, el coro general del pueblo el que invita a todos a dar gracias (lit.) a Jehová, porque es bueno y para siempre es su amor misericordioso. Si ellos tenían tantos motivos para alabar y dar gracias a Dios, ¡cuánto más nosotros!

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