Salmos 145:10 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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La grandeza y la bondad de Dios han sido celebradas en la primera parte del salmo. En estos otros versículos, se nos enseña a darle la gloria de su reino en la administración del cual brillan tan claramente la grandeza y la gloria de Dios. Todas sus obras le deben alabar (v. Sal 145:10), como un hermoso edificio es la alabanza del arquitecto y un bello cuadro es la alabanza del pintor; pero sus santos han de bendecirle (v. Sal 145:10, comp. con Sal 50:5), como los buenos hijos que se levantan para llamar dichosos a sus buenos padres (Pro 31:28).

1. Ciertamente grande es el reino de Dios, pues es un reino glorioso (vv. Sal 145:11, Sal 145:12) y perpetuo (v. Sal 145:13, citado en arameo en BHS Dan 3.33; BHS Dan 4:31). La corte de Salomón y la de Asuero eran magníficas, pero comparadas con la gloriosa majestad del reino de Dios, no eran otra cosa que luciérnagas en comparación del sol. Al hablar de la gloria de este reino, es menester hablar de su poder (v. Sal 145:11), el cual se muestra en sus poderosos hechos (v. Sal 145:12).

2. El estilo y talante de este reino muestran también su gloria: (A) Sostiene a los débiles (v. Sal 145:14, comp. con Sal 37:17, Sal 37:24; Sal 146:8). (B) Alimenta a los necesitados (vv. Sal 145:15, Sal 145:16, comp. con Sal 104:27, Sal 104:28). (C) Hace justicia a todos (v. Sal 145:17, comp. con Sal 103:6; Sal 116:5). (D) Favorece de manera especial a los que invocan y temen a Dios (vv. Sal 145:18-20). En esto se echa de ver, sobre todo, la gracia de su reino, en que sus súbditos no sólo tienen libertad de acceso al trono, sino que también se les anima a acercarse con sus peticiones. Escucha y responde a quienes le adoran y sirven con un santo temor. Dice Kirkpatrick: «El temor y el amor son los elementos inseparables de la verdadera religión. El temor impide que el amor degenere en presuntuosa familiaridad; el amor impide que el temor se convierta en miedo servil».

3. El salmista concluye (v. Sal 145:21): «Proclame mi boca la alabanza de Jehová». Después de decir lo que podemos expresar en alabanza de Dios, todavía queda muchísimo que decir. Así como el término de un favor es el comienzo de otro, así también el final de una acción de gracias debería ser el comienzo de otra. Mientras tengamos aliento, exprese nuestra boca las alabanzas de Dios. «Y toda carne (lit. corresponde a todo lo que respira» de Sal 150:6) bendiga su santo nombre por siempre y perpetuamente». Estos dos adverbios, una añadidura desde el punto de vista poético, son, como dice Arconada, «un desahogo final del corazón no atado a límites artísticos».

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