Salmos 150:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Si, como algunos suponen, este salmo fue compuesto en principio para uso de los levitas, como cantores y músicos, hemos de tomarlo como dirigido también a nosotros, pues somos sacerdotes espirituales para nuestro Dios.

1. Este tributo de alabanza procede: (A) De su santuario. Allí hay que alabarle. Su pueblo, regio sacerdocio, ha de ministrar allí con sus alabanzas (Heb 13:15). ¿Dónde se le habría de alabar de modo especial, sino donde de manera especial manifiesta su gloria e imparte su gracia? (B) Desde el firmamento (sinónimo de cielos; Gén 1:1-31) de su poder, ya que la aparición del firmamento fue uno de los grandes y primeros testigos del infinito poder de Dios. Por eso comienza el salmo, no con un alabad a Jehová sino con un alabad a Dios (hebreo, Aleluel), al ser él el epíteto que representa al Dios poderoso en la creación y organización del Universo así como en la dirección de los acontecimientos.

2. Por qué hay que alabar a Dios: (A) Por las obras de su poder (v. Sal 150:2): «por sus proezas» en el gobierno de la humanidad, las cuales son inefables (Sal 106:2). Proezas son las maravillas que Dios ha llevado a cabo en el reino de la naturaleza, pero sobre todo las que ha hecho en el reino de la gracia, por las que nos exhorta Pedro (1Pe 2:9) a anunciarlas.

(B) Por la gloria y majestad de su propio Ser (v. Sal 150:2): «Alabadle conforme a la inmensidad de su grandeza», inescrutable para el hombre (Sal 145:3). Al ser su grandeza la medida de nuestra alabanza, podemos estar seguros de que, por mucho que le alabemos, nunca le alabaremos suficiente, aun cuando Él se digne aceptar nuestras alabanzas.

3. De qué forma ha de ser pagado este tributo. Con toda clase de instrumentos, pues el salmista menciona todos los que se usaban en el servicio del templo (vv. Sal 150:3-5). En el servicio de Dios no se han de escatimar costo ni esfuerzo. La mejor música para los oídos de Dios son los afectos sinceros y devotos, no una cuerda melodiosa, sino un corazón melodioso: con fe, amor, gozo, confianza y respeto; que promuevan los intereses del reino de su gracia y que vivan en gozosa expectación del reino de su gloria. Lo importante es que, en la alabanza de Dios, con las distintas voces, con diversos instrumentos, haya perfecta armonía, «con el mismo ánimo y con una sola boca» (Rom 15:6. Lit.). Mateo usa el verbo griego symphoneuo (de donde procede «sinfonía») que, literalmente, significa «unir las voces», para expresar la armonía concertada de los creyentes cuando oran juntos. De la misma manera que hay promesa de respuesta divina a esa «armonía de oración», también es segura la aceptación divina de la «armonía de alabanza».

4. Quiénes han de pagar este tributo (v. Sal 150:6): «Todo aliento» (lit.). Esta frase denota (v. Deu 20:16; Jos 10:40) al ser humano. En efecto, el vocablo hebreo es el mismo que aparece en Gén 2:7: «… aliento de vida». Éste es el incienso y ésta es la ofrenda limpia que había de ofrecerse a Dios en todo lugar (Mal 1:11). En Lam 3:56 la oración es llamada suspiro o respiración. Que todo el que respira a Dios en su oración, le respire también en su alabanza. Alabémosle mientras nos dure el aliento y, cuando la muerte nos lo arrebate, seremos llevados a otro estado en el que podremos respirar las alabanzas de Dios en un aire mejor y más libre. Comenta Cohen: «No se sabe de cierto si el salmista intentaba incluir los animales como criaturas de Dios (como en Sal 148:10); pero, en lo que se refiere a la raza humana, la convocación a la alabanza incluye a todos».

5. Finalmente, los tres primeros libros del Salterio concluyen con Amén y Amén; el cuarto con Amén, Aleluya, pero el quinto y último concluye sólo con Aleluya, porque los últimos seis salmos están completamente llenos de alabanzas a Dios y no se halla en ellos ni una sola palabra de queja ni de petición. Deleitémonos con frecuencia, y pensemos en lo que hacen en el cielo los santos glorificados, qué hacen aquellos que hemos conocido en la tierra y que nos han precedido en ir allá y animémonos a cumplir en la tierra esta parte de la voluntad de Dios como ellos la cumplen en el cielo.

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