Estudio Bíblico | Explicación de Isaías 32:15 | Comentario Bíblico Online
De nuevo tenemos en estos versículos una predicción de las bendiciones del reino milenario.
1. La renovación futura, con la restauración de la prosperidad, la justicia y la paz, será obra del Espíritu de lo alto, es decir, del cielo (v. Isa 32:15), el cual será derramado sobre nosotros como dice Isaías, en nombre de todo el pueblo de Dios . Para la segunda parte del versículo Isa 32:15, véase el comentario a 29:17. Esta profecía se halla ampliada en Joe 2:28-32, y tuvo parcial cumplimiento el día de Pentecostés (v. Hch 2:16-21), «pero su pleno cumplimiento se verá cuando Israel se convierta al Señor (Hch 3:19; Eze 36:25-27)» (Trenchard).
2. La justicia hallará morada en todas partes, incluso en el desierto (v. Isa 32:16), y el resultado (v. Isa 32:17), es decir, el fruto (lit. Ia obra) de la justicia será la paz. Efectivamente, sin justicia no hay paz posible. Por eso, no puede esperarse paz duradera en el actual estado de cosas, ya que la justicia y la rectitud brillan por su ausencia. Pío XII tomó como lema la primera parte del versículo Isa 32:17 (en latín: «opus justitiae pax»), pero el mismo año en que fue coronado papa (1939), comenzó la Segunda Guerra Mundial.
3. Este estado de cosas: rectitud, prosperidad, paz, será ahora va de veras «para siempre» (v. Isa 32:17, al final). Tras de este cuadro de plena felicidad, «los dos últimos versos (Isa 32:19, Isa 32:20) son oscuros», dice Moriarty. Ryrie recurre a la alegoría: «Cuando el bosque de la humana soberbia sea nivelado por el granizo». Lo más probable es que Isaías compendie aquí el inminente juicio de Dios sobre Israel por medio de la invasión asiria, pues el granizo es una metáfora que designa el juicio de Dios (comp. con Isa 28:2, Isa 28:17; Isa 30:30), la posterior destrucción de Jerusalén (no Nínive, según opinan muchos expertos judíos), «descendiendo al valle» (v. Isa 32:19, al final, lit.) «de la destrucción» (Slotki, aunque parece favorecer la idea de que se trata de Nínive) y, finalmente, la dicha (v. Isa 32:20) general durante el reino milenario (comp. con Isa 30:24, Isa 30:25).
