Estudio Bíblico | Explicación de Ezequiel 20:5 | Comentario Bíblico Online
1. Los benévolos designios de Dios con respecto a Israel durante su estancia en Egipto, donde eran esclavos del Faraón.
(A) Escogió a Israel (v. Eze 20:5) para que le fuese un pueblo escogido, de Su exclusiva propiedad, aunque su condición era mala y su carácter todavía peor, a fin de tener Él el honor de corregir ambos defectos.
(B) Se dio a conocer a ellos (v. Eze 20:5) por su nombre propio, Jehová: Yo soy Jehová (un nuevo nombre Éxo 6:3 ), vuestro Dios (comp. con Éxo 20:2). Lo hizo así cuando, por razón de su esclavitud, casi habían olvidado el nombre por el cual le habían conocido sus padres: El-Shadday, El Dios Todosuficiente (mejor que Todopoderoso).
(C) Se comprometió a entrar en pacto con ellos, para ser el Dios de ellos (v. Eze 20:5, hacia el final): «… cuando alcé mi mano y les juré diciendo (declaración ratificada con juramento): Yo soy Jehová, vuestro Dios».
(D) Prometió con juramento (v. Eze 20:6) sacarlos de Egipto; e hizo buena Su palabra al cumplir la promesa.
(E) Les aseguró que los introduciría (v. Eze 20:6) en la tierra de Canaán y les daría posesión de ella … la más hermosa de todas las tierras (v. Eze 20:6, al final), y no sólo por su situación (Sal 48:3). Dice Fisch: «Sus aspectos geográficos y su clima hacen de ella la más hermosa de todas las tierras».
2. Los razonables mandamientos que les impuso (v. Eze 20:7): «Cada uno arroje lejos de sí las abominaciones de delante de sus ojos, y no os contaminéis con los ídolos de Egipto». Dice Fisch: «Esto insinúa que los israelitas habían seguido algunas de las prácticas religiosas de sus vecinos egipcios, un hecho atestiguado en Jos 24:14.
3. La sinrazón de su desobediencia a tales mandamientos, por la que Dios justamente pudo haberlos exterminado tan pronto como comenzaron a constituir un pueblo (v. Eze 20:8). Es extraño que ni aun todas las plagas de Egipto fuesen suficientes para curarles de su afecto a los ídolos de Egipto. Sin violar Su justicia, Dios podía haber dicho «¡Que se mueran con los egipcios!»
4. La maravillosa liberación que Dios obró a favor de ellos, no obstante. Aunque habían perdido el derecho al favor de Dios, cuando Él mismo se les estaba otorgando, la misericordia, a pesar de eso, se regocijó contra el juicio; y Dios llevó a cabo lo que se había propuesto puramente (v. Eze 20:9) por consideración a Su nombre. Cuando no hay en nosotros nada que le preste un motivo para concedernos sus favores, Él mismo Se provee de la razón de Su amor.