Marcos 14:43 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Arresto del Señor Jesús a manos de los oficiales de los principales sacerdotes. Antes había sufrido en Su alma; pero ahora comenzaba a sufrir en Su cuerpo.

I. Se acerca una banda de malandrines encargados de prender al Señor: «una multitud con espadas y palos» (v. Mar 14:43). A la cabeza de todos ellos venía Judas, «uno de los doce». No es cosa nueva, entre los que han profesado hipócritamente la fe de Cristo, el que acaben en una vergonzosa y fatal apostasía.

II. Hombres de tanto rango como los «principales sacerdotes, los escribas y los ancianos» (v. Mar 14:43), que pretendían esperar al Mesías y estar dispuestos a darle la bienvenida, son los que han alquilado a estos malhechores para que prendiesen al verdadero Mesías, con el fin de quitarlo de en medio dándole muerte.

III. Judas entregó al Maestro con un beso (v. Mar 14:45), después de llamarle repetidamente Rabí. Para quitarle a uno para siempre las ganas de ser llamado Rabí (v. Mat 23:7), basta con este saludo lleno de hipocresía y traición, con que Judas entregó al Señor. Ese beso traicionero era precisamente la consigna que Judas había dado a los que le acompañaban, para que le reconociesen inmediatamente (v. Mar 14:44).

IV. «Entonces ellos le echaron las manos y le prendieron» (v. Mar 14:46). Que este prendimiento no tuvo nada de fino, sino que es probable que se hiciese con alguna brutalidad, se explica, además de como represalia por lo de Jua 18:4-9, por la pronta reacción de Pedro.

V. Pedro, como sabemos por Jua 18:10 fue ese «uno de los que estaban cerca», según Marcos (v. Mar 14:47), y el que «sacó la espada e hirió al siervo del sumo sacerdote (quien, también según Juan, se llamaba Malco), y le cortó (lit. quitó) la oreja». La razón por la que Marcos calla los nombres, mientras que Juan los publica, la hemos dado al explicar Mar 14:3. Habría sido muy peligroso para Pedro que se publicase su nombre antes de la destrucción de Jerusalén. Aun así es muy probable que su acción temeraria contribuyera a ser reconocido más fácilmente (v. Mar 14:67), cuando estaba en el patio del sumo sacerdote. No cabe duda que su intención era partirle la cabeza pero erró el golpe. La contestación de Jesús a este acto absurdo y temerario la hallamos en Mat 26:52-54. Por aquí vemos cuánto más fácil es luchar por Cristo que dar la vida por Él; pero los verdaderos soldados de Cristo vencen al enemigo, no quitando la vida a otros (así lo han hecho, en nombre de la religión, todos los «cruzados»), sino sufriendo penalidades (v. 2Ti 2:3) y dando la propia vida por Cristo y el Evangelio.

VI. Cristo muestra a los que le prenden lo absurdo del procedimiento que usan contra Él:

1. Se dirige a ellos y les dice primeramente: «¿Como contra un salteador habéis salido con espadas y palos a prenderme?» (v. Mar 14:48). Al ser inocente de todo crimen, como ellos mismos (Jua 7:46) y sus propios jefes (Jua 8:46) habían reconocido tácitamente, y como el buen ladrón (Luc 23:41) y el propio centurión que mandaba el pelotón de ejecución (Luc 23:47) expresaron públicamente, le van a prender como a bandido criminal.

2. Les dice a continuación que no hay razón para prenderlo en privado y a escondidas, cuando ha estado enseñando públicamente en el templo (v. Mar 14:49). No era uno de los malhechores que odian la luz y no vienen a la luz para que sus obras no sean redargüidas (Jua 3:20), sino un buen árbol, como lo mostraban Sus buenas obras y Sus doctrinas iluminadoras y libertadoras (Jua 8:32). Venir a prenderle así, de noche y a un lugar retirado, era una vileza y una cobardía.

3. Pero esto no era todo; venían a Él con espadas y palos como si fuera un sedicioso, alguien que se levanta en armas contra las autoridades de la nación o del Imperio. No había razón para tal despliegue de fuerza; pero ellos lo hicieron así, (A) para defenderse del furor de algunos, puesto que «temían al pueblo» (v. el v. Mar 14:2); (B) para exponerle a Él al furor del pueblo, ya que, al venir a Él con aquel aparato bélico, lo presentaban a la gente como un agitador peligroso y turbulento.

VII. Jesús añade la razón profunda, que ellos no entendían ni querían entender, del ignominioso tratamiento que ellos le daban, así como de la mansedumbre con que Él mismo se entregaba a ellos sin resistencia: «pero es así para que se cumplan las Escrituras» (v. Mar 14:49). Véase, por aquí, el respeto que el Señor tenía a la Palabra de Dios; estaba dispuesto a sufrir cualquier cosa, antes que permitir que no se cumpliese la más pequeña de las letras de la Biblia Hebrea, o aun la tilde o rayita con que unas letras se diferencian de otras (v. Mat 5:18). Veamos también el uso que hemos de hacer del Antiguo Testamento, pues también allí podemos encontrar a Cristo como tesoro escondido en el campo.

VIII. En esto, los discípulos de Cristo abandonaron a su Maestro: «Entonces, todos le abandonaron y huyeron» (v. Mar 14:50). Habían confiado tanto en que le serían fieles, pero ni siquiera los buenos saben lo que van a hacer cuando sean puestos a prueba. Para Jesús, había sido un gran consuelo la compañía de Sus discípulos: «Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas» (Luc 22:28). Por eso, era tanto mayor la tristeza que la presente deserción de todos ellos le ocasionaba, precisamente en la más grave de las pruebas. ¡Que no tengan por extraño los que sufren por Cristo el que los demás les abandonen, y si todo el rebaño se retrae del ciervo herido. Cuando Pablo se hallaba en el peligro extremo, ninguno estuvo a su lado, sino que todos le desampararon (2Ti 4:16).

IX. El ruido turbó la paz del vecindario, como vemos en el episodio que solamente Marcos narra (vv. Mar 14:51-52). Se nos habla de «cierto joven que le seguía, cubierto solamente con una sábana sobre su cuerpo desnudo» (v. Mar 14:51). No se nos dice si era o no discípulo de Jesús; tal vez seguía por curiosidad, por ver qué ocurría o qué hacían de Jesús. Muchos comentaristas piensan que este muchacho era el propio Marcos y que por eso detalla lo que parecería un incidente sin importancia. Quizá sea lo más prudente confesar que no sabemos nada acerca de esta persona. El hecho de que Marcos calle su nombre se debe a la misma razón por la que calla los nombres de quienes todavía vivían cuando él escribía, para no comprometerlos. Pedro pudo recordar bien el incidente y referirlo a Marcos. Naturalmente, si fuera cierta la hipótesis de que el muchacho era el propio Marcos, tendríamos una razón más poderosa para la inserción del episodio dentro del drama de la Pasión del Señor. En todo caso, este pasaje nos enseña dos lecciones importantes:

1. La primera es que los discípulos de Cristo escaparon con mucha dificultad de caer en manos de los que prendieron a Jesús, de las que sólo les libró el cuidado que Jesús tenía de ellos (Jua 17:12; Jua 18:8-9).

2. La segunda es que los que siguen a Cristo, no por fe y conciencia pura, sino sólo por curiosidad, al no comprometerse en serio, fácilmente escapan de las manos de los hombres, aunque nadie escapará de las manos de Dios (Heb 2:3).

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