Santiago 1:9 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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En los versículos Stg 1:9-12 se describen las diversas reacciones ante las pruebas. Dicen estos versículos en la NVI: «El hermano de humilde condición debería gloriarse de su alta posición. Pero el que es rico debería gloriarse en su baja posición, porque su vida pasará como flor del campo. Porque se levanta el sol con calor abrasador y seca la planta; se cae la flor y desaparece su belleza. Del mismo modo, se marchitará también el rico en medio de sus negocios. Feliz el hombre que persevera bajo la prueba, porque al resultar aprobado, recibirá la corona de vencedor: la vida que Dios ha prometido a los que le aman».

1. El hermano de humilde condición (v. Stg 1:9) es el cristiano pobre. El griego dice tapeinós, pequeño, que corresponde al hebreo anaw y significa humilde, modesto, desconfiado de sí y que tiene puesta toda su confianza en la todosuficiencia de Dios (v. 1Sa 2:7.; Sal 72:4, Sal 72:12-14; Sof 3:12; Luc 1:52). Son estas disposiciones interiores, más bien que la carencia de bienes de fortuna, las que aquí se contemplan. Este hermano debe gloriarse (comp. con Rom 5:3) en su exaltación: por pequeño que parezca a los ojos de los demás, y aun a los suyos propios, su posición es alta a los ojos de Dios, pues es rico en riquezas espirituales (comp. con Luc 1:52; Luc 14:11; Apo 2:9). Como bien hace notar Salguero: «La exaltación del pobre no se refiere aquí a un cambio brusco de fortuna, como el que nos cuenta el final del libro de Job; ni tampoco a la recompensa sobrenatural en la otra vida de esto nos hablará en el v. Stg 1:12 , sino al estado actual del humilde, en cuanto que es una perfección moral, consecuencia de las pruebas y de la posesión de la sabiduría».

2. El contraste que establece el versículo Stg 1:10 es de gran belleza: «Pero el que es rico debería gloriarse en su baja posición» (lit. en su pequeñez). Por el hecho de que Santiago no repite en este versículo el apelativo de hermano, opinan algunos que se refiere al rico en general; en este caso, el autor sagrado se expresaría irónicamente: «¡Que se gloríe en sus efímeras riquezas!» Sin embargo, es mucho más probable que Santiago tenga en mente al rico cristiano. ¿Por qué ha de gloriarse el creyente rico en lo que es motivo de humillación? Según Salguero, «son invitados a complacerse … en el pensamiento de su fragilidad y de la caducidad de las riquezas». Otros opinan que hay aquí una elipsis y que el verbo que habría de suplirse en el versículo Stg 1:10 no es gloriarse, sino avergonzarse. Ambas opiniones, a mi juicio, están completamente equivocadas. El puritano Thomas Manton (1620 1677) lo entendió mucho mejor hace unos 350 años, cuando escribió: «Me gusta más bien la opinión de los que repiten kaukhástho, usado en el versículo anterior: «Gloríese el pobre de que es exaltado espiritualmente; el rico, en que es humillado espiritualmente». De modo que la gracia iguala a ambos ante Dios, y con respecto a la aprobación divina están al mismo nivel: el pobre que está demasiado bajo es exaltado; el rico que está demasiado alto es humillado; lo cual es para ambos motivo de gloria o gozo».

3. La razón que el autor sagrado esgrime para que el cristiano rico se gloríe en su humillación o baja posición es que «su vida pasará como flor del campo» (v. Stg 1:10. NVI). La figura está tomada de Isa 40:6-8 (v. también Job 14:2; Sal 37:2; 1Pe 1:24.). ¿Cómo llega un cristiano rico a percatarse de esta fragilidad de su vida y de sus riquezas materiales? Notemos que todo esto está inscrito en un contexto de prueba. La prueba para el cristiano rico viene, como hace notar Ryrie, «ya sea al perder su dinero o al tener que pasar por especiales circunstancias a fin de que se percate de que el dinero significa poco y que, por bueno que sea, es transitorio». No hay peor cosa para un cristiano próspero en riquezas materiales que continuar medrando así, sin pasar por pruebas que le ayuden a desapegar el corazón de las riquezas (v. el comentario a Heb 12:6 y ss.).

4. El versículo Stg 1:11 nos explica el pensamiento del versículo Stg 1:10, no sólo por medio del desarrollo de la figura de la flor de la hierba que pasa demasiado pronto, sino también porque hace entrever la prueba a que es sometido el creyente rico, y la ruina que sobreviene al rico no creyente.

(A) Lo primero que necesita aclaración es que el griego to kausóni no se refiere precisamente al calor mismo del sol, puesto que en el texto griego no figura el su (gr. autoú), referido al sol, sino más bien al viento solano, llamado ruaj Jehová, soplo de Jehová, en Isa 40:7, pasaje del que está tomada la presente comparación. Ese viento es el que seca y abrasa la flor y la hierba misma, y hace que desaparezca la «apariencia de belleza» (gr. euprépeia), el «buen parecer» al que se refiere aquí Santiago. No es, pues, una belleza verdadera la de las riquezas materiales, sino sólo aparente.

(B) «Del mismo modo, continúa diciendo Santiago (v. Stg 1:11), se marchitará también el rico en medio de sus negocios». Esta versión evita la confusión que el griego poreíais (en su etimología de «salidas») podría engendrar. No se trata, pues, de la conducta del creyente rico, que se supone correcta, sino de sus negocios, esto es, de sus asuntos comerciales, de sus especulaciones financieras, etc. Esto es lo que, del rico, se marchita. Ante una quiebra del negocio, sobre todo cuando es humanamente irreparable, el rico incrédulo contempla su ruina y, con frecuencia, apela al suicidio; el cristiano rico, en cambio, llega a gloriarse en su humillación, pues la pérdida de las riquezas materiales le hace reflexionar (o debe hacerle reflexionar) sobre el valor inestimable de las riquezas espirituales.

5. El versículo Stg 1:12 saca la consecuencia general, válida tanto para el cristiano pobre como para el rico, de lo que realmente es motivo de alegría cuando se persevera pacientemente (gr. hupoménei) bajo la prueba. Dice Salguero: «La perspectiva se ensancha en este versículo. Ya no se trata de regocijarse en la tribulación a causa del progreso moral que de ella dimana, sino a causa de la recompensa que merece». Si retiramos lo de «merece», propio de la mentalidad catolicorromana, podremos estar de acuerdo con el exegeta dominicano.

(A) Una prueba, entre muchas, del sabor hebreo, sapiencial, de la Epístola de Santiago es la forma en que comienza este versículo. Como en los Sal 1:1; Sal 32:2; Sal 34:8; Sal 94:12 (v. también Job 5:17), la expresión griega makários anér («Dichoso el varón») es la misma que usaron los LXX para verter el hebreo ashrey haish (v. el comentario a Sal 1:1). Todos los demás lugares del Nuevo Testamento que expresan una bienaventuranza, excepto Rom 4:8, que es una cita de Sal 32:2, están redactados de modo diferente (v. por ej., Mat 5:3-11; Mat 16:17; Luc 1:45; Jua 20:29; 1Pe 3:14; Apo 1:3).

(B) De este varón que persevera pacientemente bajo la prueba, dice Santiago que es dichoso porque, al resultar aprobado, recibirá la corona de la vida (lit.), esto es, la corona que consiste en la vida eterna. Para aprobado tenemos, en el original, el vocablo dókimos, bien conocido (v. Rom 14:18; Rom 16:10; 1Co 11:19; 2Co 10:18; 2Co 13:7; 2Ti 2:15). Lo contrario es adókimos, descalificado (v. 1Co 9:27, al final). El vocablo dókimos se aplicaba especialmente a los metales que son probados a fuego. ¡Qué mejor símil para dar a entender la prueba a que es sometido el creyente! La corona es otra metáfora, tomada del laurel con que eran coronados los vencedores en las pruebas atléticas. A eso hacen referencia lugares como 1Co 9:25; 2Ti 4:8; 1Pe 5:4; Apo 2:10 y Apo 3:11, donde el vocablo stéphanos sale con el mismo sentido que aquí. Véase tambien 1Co 3:14, en cuanto a «recompensa».

(C) Santiago dice que esta corona la ha prometido Dios a los que le aman (v. Stg 1:12). El vocablo Dios falta en la mayoría de los MSS; otra prueba del sabor judío de la epístola, «ya que era costumbre entre los judíos evitar, en lo posible, el nombre de Dios cuando podía ser sobrentendido» (Salguero). La promesa a que se refiere aquí Santiago no se halla textualmente en ningún lugar de las Escrituras canónicas, pero su sentido se halla ya en Éxo 20:6 y a lo largo de toda la Biblia. Al tener en cuenta que los autores sagrados del Nuevo Testamento citan, a veces, de apócrifos, especialmente de los sapienciales, es muy probable que el texto que más se aproxima a la promesa que aquí vemos sea el de Sab. (Sabiduría de Salomón) Stg 5:15, Stg 5:16, que dice así en la Biblia de Jerusalén: «Los justos, en cambio, viven eternamente; en el Señor está su recompensa, y su cuidado en el Altísimo. Recibirán por eso de mano del Señor la corona real del honor y la diadema de la hermosura».

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