Significado de FIESTAS Según La Biblia | Concepto y Definición

FIESTAS Significado Bíblico

¿Qué Es FIESTAS En La Biblia?

Celebraciones religiosas regulares en memoria de los grandes hechos salvíficos de Dios en la historia de Su pueblo. Estas fiestas se pueden clasificar según la frecuencia de su celebración. Muchas se calculaban según ciclos de 7. El ciclo de la semana con su punto culminante en el séptimo día proveía la base cíclica para gran parte de la adoración de Israel. Así como se guardaba el séptimo día, también se celebraba el séptimo mes (donde tenían lugar 4 fiestas nacionales), y el año 7 y el año 50 (el año de jubileo) que seguía a 7 ciclos de 7 años. Las fiestas no solo estaban organizadas en relación al ciclo de la semana (el día de reposo), sino que 2 de ellas (la de los panes sin levadura y la de los tabernáculos) duraban 7 días. Cada una de ellas comenzaba el día 15 del mes, al final de 2 ciclos de 7 días, y en luna llena. Pentecostés también se celebraba el día 15 del mes y comenzaba 50 días después de la presentación de las primicias, o sea, el día siguiente a 7 veces 7 semanas.
Día de reposo
El séptimo día de cada semana formaba parte de las fiestas (Lev 23:1-3). Era un recordatorio del descanso del Señor al final de la semana de la creación (Gén 2:3) y también de la liberación de la esclavitud en Egipto (Deu 5:12-25). El día de reposo se celebraba mediante un descanso estricto del trabajo, de puesta del sol a puesta del sol (Éxo 20:8-11; Neh 13:15-22). Las personas debían quedarse donde estuvieran y no debían viajar (Éxo 16:29; Lev 23:3). A pesar de las restricciones, que incluían hasta encender fuego (Éxo 35:3) o cualquier tarea (Éxo 31:14; Éxo 35:2), el día de reposo era un tiempo de júbilo (Isa 58:13-14). Ver Sábat, Sábado, Día de reposo.

 

Luna nueva
Esta fiesta era una celebración mensual caracterizada por ofrendas especiales de gran cantidad y calidad (Núm 28:11-15), y también son de trompetas (Núm 10:10; Sal 81:3). Según Amó 8:5, cesaba el comercio. Con frecuencia, las fiestas de la luna nueva y el día de reposo se mencionan juntas en el AT (Isa 1:13; Isa 66:23; Eze 45:17; Eze 46:1; Eze 46:3). Esta fiesta le dio al rey Saúl oportunidad de organizar un banquete oficial, y a la familia de David de ofrecer un sacrificio anual especial (1Sa 20:5-6; 1Sa 20:24; 1Sa 20:29). Las disposiciones de David para los levitas incluían servicio en luna nueva (1Cr 23:31), y el ministerio de los profetas a veces estaba conectado con esta ocasión (2Re 4:23; Isa 1:13; Eze 46:1; Hag 1:1). Cuatro veces Ezequiel menciona haber tenido una visión el primer día del mes (Eze 26:1; Eze 29:17; Eze 31:1; Eze 32:1). Este día (junto con otros) está incluido en las denuncias proféticas de abusos en celebraciones religiosas (Isa 1:13-14). La luna nueva del séptimo mes aparentemente recibía una atención especial (Lev 23:24; Núm 29:1-6; Esd 3:6; Neh 8:2). Aunque el exilio produjo un cese temporario (Ose 2:11), más adelante la fiesta se reanudó (Neh 10:33; Esd 3:1-6). El primer día del séptimo mes Esdras leyó la ley frente a la asamblea pública (Neh 7:73; Neh 8:1-2). Pablo consideraba que las fiestas de la luna nueva eran meras sombras de cosas mejores que vendrían (Col 2:16-17, comp. Isa 66:23).
Las fiestas anuales requerían que todos los varones se presentaran en el santuario (Éxo 34:23; Deu 16:16). Estas ocasiones, llamadas “fiestas para Jehová” (Éxo 12:14; Lev 23:39; Lev 23:41), eran ocasiones en que se hacían ofrendas voluntarias (Deu 16:16-17).
La Pascua
La primera de las 3 fiestas anuales era la Pascua. Recordaba la plaga final en Egipto, cuando los primogénitos de los egipcios murieron mientras que los de los israelitas se salvaron gracias a la sangre colocada en los dinteles de las puertas (Éxo 12:11; Éxo 12:21; Éxo 12:27; Éxo 12:43; Éxo 12:48). La Pascua se festejaba el día 14 (al anochecer) del primer mes (Lev 23:5). El animal (oveja o cabrito) que sería sacrificado se elegía el día 10 del mes (Éxo 12:3), lo mataban el día 14, y luego lo comían (Deu 16:7). No debía sobrar nada del animal para el día siguiente (Éxo 34:25). Los incircuncisos y los jornaleros contratados no podían participar del sacrificio (Éxo 12:45-49).
A la Pascua también se la llamaba fiesta de los panes sin levadura (Éxo 23:15; Deu 16:16) porque durante los 7 días siguientes a la fiesta solo se comía ese tipo de pan (Éxo 12:15-20; Éxo 13:6-8; Deu 16:3-8). Dicho pan reflejaba que el pueblo no había tenido tiempo de hacer leudar el pan antes de su apresurada salida de Egipto. Aparentemente, también estaba vinculada con la cosecha de la cebada (Lev 23:4-14).
En tiempos del NT se reunían en Jerusalén grandes multitudes para presenciar esta celebración anual. Jesús fue crucificado durante la fiesta de la Pascua. Él y sus discípulos comieron juntos la cena de la Pascua en la víspera de Su muerte. Durante esa cena Jesús dijo: “Esto es mi cuerpo” y “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre” (Luc 22:17; Luc 22:19-20). El NT identifica a Cristo con el sacrificio de la Pascua: “Porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada” (1Co 5:7).
Fiesta de las semanas
La segunda de las 3 fiestas anuales era Pentecostés, también llamada fiesta de las semanas (Éxo 34:22; Deu 16:10; Deu 16:16; 2Cr 8:13), fiesta de la siega (Éxo 23:16), y día de las primicias (Núm 28:26; comp. con Éxo 23:16; Éxo 34:22; Lev 23:17). Se celebraba 7 semanas completas, o 50 días, después de la Pascua (Lev 23:15-16; Deu 16:9); de allí el nombre de Pentecostés.
Esencialmente una celebración de la cosecha, el término “semanas” se usaba para el período de cosecha del grano, que se extendía desde la cosecha de la cebada hasta la del trigo, un período de alrededor de 7 semanas. Durante ese tiempo la lluvia y la fertilidad se le asignaban a Dios (Jer 5:24). Se la llamaba “día de las primicias” (Núm 28:26) porque marcaba el comienzo del tiempo en que el pueblo debía traer ofrendas de las primicias recogidas. Se celebraba como un día de reposo, con descanso de los trabajos normales y una convocatoria santa (Lev 23:21; Núm 28:26). Era una fiesta de júbilo y agradecimiento por la finalización de la estación de cosecha. Los varones sanos debían estar presentes en el santuario, y se ofrecía un sacrificio especial (Lev 23:15-22; Núm 28:26-31). Según Lev 23:10-11; Lev 23:16-17, los sacerdotes ungidos mecían 2 panes grandes delante del Señor, que se preparaban con la mejor harina del grano nuevo y se horneaban leudados. Era una “ofrenda mecida” a favor del pueblo. No se los podía comer hasta después de la ceremonia (Lev 23:14; Jos 5:10-11), y ninguna porción de este pan se ponía sobre el altar porque tenía levadura. También se ofrecían 2 corderos. La fiesta terminaba con comidas comunitarias a las que estaban invitados los pobres, los extranjeros y los levitas. Tradiciones posteriores asociaron la fiesta de las semanas con la entrega de las leyes en Sinaí. Algunos creen que Éxo 19:1 indicaba que la ley fue entregada el día 50 después del éxodo. Algunos pensaban que Deu 16:12 probablemente relacionaba los hechos del Sinaí con la fiesta, pero las Escrituras no indican ningún vínculo definido entre Sinaí y Pentecostés. En el NT, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos en Pentecostés (Hch 2:1-4), en la época festiva cuando judíos de diferentes provincias se reunían en Jerusalén para celebrar esta fiesta anual. Ver Pentecostés; Primicias.

 

El Día de Expiación
La tercera fiesta anual se celebraba el décimo día del séptimo mes (Tisrí: sept./oct.) y el quinto día antes de la fiesta de los tabernáculos (Lev 16:1-34; Núm 29:7-11). Según Lev 23:27-28, hay 4 elementos principales en esta importante fiesta. Primero, debía ser una “convocación santa” que dirigiera la atención del pueblo al altar de la misericordia divina. El Santo de Israel convocaba al pueblo a reunirse en Su presencia y dedicarle su atención en forma exclusiva. Segundo, debían “afligir sus almas” (Lev 23:27). La tradición posterior explicó que esto se refería al ayuno y al arrepentimiento. Israel entendía que era un día para lamentarse de los pecados propios. La seriedad de este requisito se reitera en Lev 23:29 : “Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo”. En tercer lugar, las ofrendas son esenciales para el Día de Expiación. La Biblia les dedica un capítulo entero (Lev 16:1-34). También se enumeran en Núm 29:7-11. Además, si la celebración coincidía con el día de reposo, debían hacerse las ofrendas regulares correspondientes a este. El cuarto y último elemento del día era la prohibición de trabajar. El Día de Expiación era un “día de reposo” (Lev 23:32), y los israelitas tenían prohibido hacer cualquier trabajo. El que desobedecía era pasible de recibir la pena capital (Lev 23:30).
El aspecto central de esta fiesta era la entrada del sumo sacerdote al lugar santísimo. Antes de entrar, este primero se lavaba todo el cuerpo, es decir, más que el simple lavado de manos y pies que se requería para otras ocasiones. Este lavamiento simbolizaba su deseo de purificación. En lugar de vestir las ropas comunes y la túnica colorida (que se describen en Éxo 28:1-43 y Lev 8:1-36), se le ordenaba llevar vestiduras especiales de lino. Además, el sumo sacerdote sacrificaba un becerro como ofrenda por el pecado suyo y los de su casa (Lev 16:6). Después de llenar su incensario con brasas encendidas del altar, entraba al lugar santísimo donde ponía incienso sobre el fuego. Tomaba parte de la sangre del becerro sacrificado y la rociaba sobre el propiciatorio (“que está sobre el arca del pacto” Lev 16:13 NVI) y el suelo frente al altar. Esto proporcionaba expiación para el sacerdote (Lev 16:14-15). A continuación sacrificaba un macho cabrío como ofrenda de expiación por el pecado del pueblo. Parte de esta sangre también se llevaba al lugar santísimo y se rociaba allí por el pueblo (Lev 16:15). Luego tomaba otro cabrito, llamado “Azazel” (que significa “chivo emisario”), le ponía las manos sobre la cabeza, confesaba los pecados de Israel y lo soltaba en dirección al desierto, símbolo de que el animal se llevaba los pecados del pueblo (Lev 16:8-10). Los restos del becerro sacrificado y del macho cabrío se llevaban a las afueras de la ciudad y se quemaban, y el día concluía con algunos otros sacrificios.
Según Heb 9:1-28; Heb 10:1-39, este ritual es símbolo de la obra expiatoria de Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, quien no necesitó hacer ningún sacrificio por sí mismo sino que vertió Su sangre por nuestros pecados. Así como el sumo sacerdote del AT entraba al lugar santísimo con la sangre de los animales sacrificados, Jesús entró al cielo mismo para presentarse a nuestro favor frente al Padre (Heb 9:11-12). Todos los años, el sumo sacerdote repetía las ofrendas por el pecado tanto por los propios como por los del pueblo a fin de recordar cada año que la expiación perfecta y permanente aún no se había logrado; pero Jesús, por medio de Su propia sangre, concretó la redención eterna para Su pueblo (Heb 9:12). Así como el sacrificio del Día de Expiación se quemaba fuera del campamento de Israel, Jesús sufrió fuera de las puertas de Jerusalén para redimir a Su pueblo de pecado (Heb 13:11-12).
Fiesta de los tabernáculos
La cuarta fiesta anual era la de los tabernáculos (2Cr 8:13; Esd 3:4; Zac 14:16), también llamada fiesta de la cosecha (Éxo 23:16; Éxo 34:22), fiesta a Jehová (Lev 23:39; Jue 21:19). A veces era simplemente “la fiesta” (1Re 8:2; 2Cr 5:3; 2Cr 7:8; Neh 8:14; Isa 30:29; Eze 45:23; Eze 45:25) porque se conocía en detalle. La celebración combinaba la cosecha de la labor de los campos (Éxo 23:16), el fruto de la tierra (Lev 23:39), las acciones en la era y el lagar (Deu 16:13), y la morada en enramadas (o “tabernáculos”) que debían ser recordatorios jubilosos para el pueblo de Israel (Lev 23:41; Deu 16:14). La “enramada” en las Escrituras no representa la idea de privaciones y sufrimiento sino de protección y preservación, un refugio para el calor y las tormentas (Sal 27:5; Sal 31:20; Isa 4:6). Además de las familias, la comunidad que participaba de la fiesta incluía a siervos, viudas, huérfanos, levitas y extranjeros (Deu 16:13-15).
La fiesta comenzaba el día 15 de Tisrí (el séptimo mes), que era 5 días después del Día de Expiación. Duraba 7 días (Lev 23:36; Deu 16:13; Eze 45:25). El primer día se construían enramadas con ramas verdes de árboles. Cada participante debía juntar ramas de arrayán, sauce y palmera en los alrededores de Jerusalén para construir las enramadas (Neh 8:13-18). Durante la fiesta, todo israelita debía vivir 7 días en ellas para conmemorar la época en que sus antepasados habían vivido en enramadas después del éxodo de Egipto (Lev 23:40; Neh 8:15). La dedicación del templo de Salomón tuvo lugar durante esa fiesta (1Re 8:2).
Al volver del exilio, Esdras leía la ley durante esta fiesta y dirigía al pueblo en actos de penitencia (Neh 8:13-18; Neh 9:1-3). Más tarde Josefo se refirió a esta fiesta como la más sagrada y grandiosa de las fiestas hebreas. Posteriormente, al rito se le incluyeron una libación de agua del estanque de Siloé (probablemente el trasfondo para el comentario de Jesús sobre el “agua viva” en Jua 7:37-39) y el encendido de enormes menoras (candelabros) en el atrio de las mujeres (probable trasfondo de la afirmación de Jesús “Yo soy la luz del mundo” en Jua 8:12). El agua y la “columna de fuego” provistos durante el peregrinaje en el desierto (cuando el pueblo vivía en tabernáculos) fueron temporarios y contrastaban con el agua y la luz permanentes que Jesús proclamó durante la fiesta que conmemoraba ese tiempo de peregrinación por el desierto.
Fiesta de las trompetas
La actual Rosh Hashaná (el año nuevo judío) se remonta a la llamada “fiesta de las trompetas”, el toque de trompetas el primer día del séptimo mes (Tisrí) del calendario religioso (Lev 23:24; Núm 29:1). La trompeta que se menciona aquí era el shophar, un cuerno de carnero diferente de las trompetas de plata que se ejecutaban en las otras lunas nuevas.
Este día ha llegado a ocupar el segundo lugar en importancia en el moderno calendario religioso judío. Inicia los diez días de sobrecogimiento antes del Día de Expiación. Según Lev 23:24-27, la celebración incluía el sonar de las trompetas, un tiempo de reposo y una “ofrenda encendida”. El texto no registra nada específico respecto a un día de Año Nuevo, y el término mismo (Rosh Hashaná) se encuentra una sola vez en las Escrituras (Eze 40:1), donde hace referencia al décimo día. La asamblea posterior al exilio que se llevó a cabo el primer día del séptimo mes, cuando Esdras leyó la ley, no se menciona como un día de fiesta. (Neh 8:2-3). Que el AT tenga 2 calendarios, uno civil y otro religioso, complica más la situación y hace difícil comprender el origen de esta fiesta. Hasta los tiempos modernos, este día no aparecía como un día de fiesta importante. En las Escrituras se señalan dos fiestas de origen posterior al exilio: Purim y Januká.
Purim
La fiesta de Purim conmemora la liberación del genocidio del pueblo judío gracias a los esfuerzos de Ester (Est 9:16-32). Su nombre deriva de la “suerte” (pur) que Amán planeaba echar para decidir cuándo se debía cumplir el decreto promulgado por el rey para la exterminación de los judíos (Est 9:24). En el libro apócrifo de 2 Macabeos (2Ma 15:36) se lo llama día de Mardoqueo. Los que vivían en aldeas y pueblos sin muralla lo celebraban el día 14 de Adar (marzo), y los de las ciudades fortificadas lo conmemoraban el 15 (Est 9:18-19). No se menciona ninguna celebración religiosa vinculada con ese día. En períodos posteriores, el libro de Ester se leía en la sinagoga el día de Purim. Con el tiempo se fue convirtiendo en un momento de alegría y distribución de regalos y alimentos.
Januká
El otro día festivo posterior al exilio fue Januká, una fiesta que comenzaba el día 25 de Quisleu (diciembre) y duraba 8 días. Josefo se refirió a ella como fiesta de las luces porque cada día se encendía una vela hasta llegar al octavo día. La fiesta conmemora las victorias de Judas Macabeo en el 167 a.c. En ese tiempo, cuando se restableció la adoración en el templo después de una interrupción de tres años, se llevó a cabo una celebración durante ocho días. La celebración actual no afecta mayormente la rutina diaria. En Jua 10:22 hay una referencia a esa fiesta, donde se la denomina fiesta de la dedicación.
Dos fiestas se celebraban con menor frecuencia: el año sabático y el año de jubileo.
Año sabático
Cada 7 años, Israel celebraba un año sabático para los campos. Se trataba de un descanso para la tierra de cualquier cultivo (Éxo 23:10-11; Lev 25:2-7; Deu 15:1-11; Deu 31:10-13). Otros nombres para esa fiesta eran reposo para Yahvéh (Lev 25:4), año de reposo (Lev 25:5), año de remisión (Deu 15:9), y año séptimo (Deu 15:9). El año sabático, al igual que el año de jubileo, comenzaba el primer día del mes Tisrí. Primera Macabeos 1Ma 6:49; 1Ma 6:53 y Josefo confirman esta celebración.
Las leyes que regían ese año de descanso eran las siguientes:
(1) la tierra, los viñedos y los huertos de olivos debían tener descanso completo (Éxo 23:10-11; Lev 25:4-5);
(2) el crecimiento espontáneo de los campos y los árboles (Isa 37:30) era de uso libre para los jornaleros, los extranjeros, los siervos y el ganado (Éxo 23:10-11; Lev 25:6-7); se había prometido que el sexto año habría una cosecha fructífera (Lev 25:20-22);
(3) todas las personas quedaban libres de deuda, con excepción de los extranjeros (Deu 15:1-4) (esta ley probablemente no prohibía el pago voluntario de las deudas, pero nadie podía oprimir a una persona pobre);
(4) finalmente, durante la fiesta de los tabernáculos de ese año se le debía leer la ley al pueblo en una solemne asamblea (Deu 31:10-13).
La tradición judía interpretó que 2Cr 36:21 significaba que los 70 años de cautiverio tenían la intención de compensar la falta de cumplimiento de los años sabáticos. Después del cautiverio el año sabático se celebró estrictamente.

 

Año de jubileo
También se lo llamaba año de la liberación (Eze 46:17). Su relación con el año sabático y las indicaciones generales para su cumplimiento se encuentran en Lev 25:8-16; Lev 25:23-55. Su relevancia para las tierras dedicadas a Dios se menciona en Lev 27:16-25. Cada 7 años sabáticos, o 7 veces 7 años (49 años), se debía tocar la trompeta en toda la tierra para anunciar el año de jubileo (Lev 25:8-9).
La ley señala 3 aspectos en que se debía respetar dicho año: descanso de la tierra (no sembrar, ni cosechar, ni vendimiar; Lev 25:11); restitución de las tierras (Lev 25:10-34; Lev 27:16-24; todas las propiedades de casas o tierras ubicadas en aldeas o pueblos sin muralla que el dueño se hubiera visto forzado a vender a causa de la pobreza, y que no se habían recuperado, se debían restituir sin cobro a los dueños o a los herederos legales; las excepciones se especifican en Lev 25:29-30; Lev 27:17-21); y redención de los esclavos (todo israelita que por pobreza se hubiera vendido a otro israelita o a un extranjero radicado en el país, y no hubiera podido redimirse o ser redimido por un familiar, debía ser liberado junto con sus hijos; Lev 25:39-41).
Aparentemente, el año de jubileo era un período de remisión tan completa de todas las deudas, que se convirtió en tiempo de celebración por la libertad y la gracia. Ese año debía cesar la opresión, y cada miembro de la familia del pacto debía hallar júbilo y satisfacción en el Dios del pacto. Él había redimido a Su pueblo de la esclavitud en Egipto (Lev 25:42), y ninguno podía volver a ser reducido a la condición de esclavo perpetuo. Los israelitas no podían ser oprimidos (Lev 25:43; Lev 25:46); y la pobreza no podía, ni siquiera en su peor expresión, reducir a un israelita a una condición inferior a la de un criado o jornalero; y si así sucedía, solo se extendería hasta el año de jubileo (Lev 25:40).
Después de la institución de las leyes del año de jubileo (Lev 25:8-34), este se vuelve a mencionar en Núm 36:4. En las Escrituras no hay ninguna referencia a la celebración de esta fiesta aparte de la anticipación idealista de Eze 46:17, pero la influencia de esas leyes aclara pasajes como la conducta de Nabot y Acab en 1Re 21:3-29; y las reprensiones proféticas que aparecen en Isa 5:8 y Miq 2:2.
El calendario judío
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Larry Walker