En ese tiempo dirás: Te doy gracias, Señor, porque aunque estuviste enojado conmigo, tu ira ya pasó y me has devuelto la paz. Dios es quien me salva; tengo confianza, no temo. El Señor es mi refugio y mi fuerza, él es mi salvador [ Isaías 12,1 – 2] .

Ezequiel anunció al pueblo de Jerusalén el juicio de Dios y luego la misericordia divina mediante una comparación sumamente cruda : comparando a Jerusalén con una niña rechazada que cuando creció llegó a ser una esposa infiel. Aunque al principio Jerusalén había sido despreciada y rechazada [Ezequiel 16,5 ] el Señor se compadeció de ella y la destinó a ser su esposa. Cuando ella creció y llegó a la edad del amor, el Señor se comprometió con ella [ Ezequiel 16,8] y la colmó de regalos. La belleza y la fama de Jerusalén fueron conocidas entre las naciones vecinas [ Ezequiel 16,14]; sin embargo a pesar del amor y el cuidado de Dios, ella se prostituyó y se fue tras los ídolos, y por no haberse arrepentido vino el juicio de Dios sobre ella.

También ustedes podrán ir a beber con alegría en esa fuente de salvación, y entonces dirán: Den gracias e invoquen al Señor, cuenten a las naciones las cosas que ha hecho, recuérdenles que él está por encima de todo [ Isaías 12, 3 – 4] .

El Señor continuó amando a Jerusalén, a pesar de que ésta por su infidelidad había violado su pacto con Dios. En realidad el Señor estuvo dispuesto a hacer todo lo necesario para recuperar la fidelidad de ella, incluso permitir que el poderío militar de Babilonia la sometiera. Tanto amaba el Señor a Jerusalén, la ciudad rebelde, que se sintió movido a hacerle una promesa extraordinariamente generosa : Yo sí me acordaré del pacto que hice contigo cuando eras joven, y haré contigo un pacto eterno . . . y reconocerás que yo soy el Señor . . . cuando yo te perdone todo lo que has hecho [ Ezequiel 16,60 – 63] .

Pero Jerusalén no ha sido el único pueblo infiel al Señor. La gente de hoy demuestra una infidelidad parecida, al preferir los bienes materiales, los placeres mundanos, el prestigio y la condición socioeconómica antes que la obediencia a los mandatos de Dios. Sin embargo el Señor ha hecho un pacto inquebrantable con nosotros mediante la cruz de su amado Hijo Jesucristo. Aunque nosotros también merecemos el castigo y las consecuencias de nuestra infidelidad, es decir la muerte, por su gran misericordia Dios permitió que Jesús soportara el peso de todos nuestros pecados y culpas, y muriera en la cruz. Su sangre redentora nos cubre, sellando nuestra alianza con Dios para siempre. Por el bautismo somos injertados en Cristo y llegamos a ser miembros los unos de los otros en la iglesia. Así pues, mientras más intensa sea nuestra participación en la vida de Jesús, más profunda será la comunión que tendremos con el Señor y con los hermanos en Cristo.

Canten al Señor, porque ha hecho algo grandioso que debe conocerse en toda la tierra. Den gritos de alegría, habitantes de Sion, porque el Dios Santo de Israel está en medio de ustedes con toda su grandeza [ Isaías 12,5 – 6] .

Nuestra esperanza como pueblo de la Nueva Alianza es firme porque Dios está siempre actuando entre nosotros, especialmente cuando enfrentamos dificultades y pruebas. Por su misericordia el Señor no nos ha abandonado, sino que nos ha hecho seres humanos completos, transformados en la imagen y la semejanza de Cristo por el Espíritu Santo que habita en nosotros.

¡¡¡Espíritu Santo, Tú nos unes a Jesús en un solo cuerpo y nos das así la posibilidad de tener parte en la vida divina de la Santísima Trinidad. Ilumina nuestra mente y nuestro corazón para que seamos dóciles a tu acción silenciosa pero poderosa!!!

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Que el Padre Dios te bendiga y te proteja, te mire con agrado y te muestre su bondad. Que el Padre Dios te mire con amor y te conceda la paz.
Protejamos nuestra Biodiversidad y el Medio Ambiente [Génesis 2,15]
Juan Alberto Llaguno Betancourt
Lima – Perú – SurAmérica