Significado de JOYAS, ALHAJAS Según La Biblia | Concepto y Definición

JOYAS, ALHAJAS Significado Bíblico

¿Qué Es JOYAS, ALHAJAS En La Biblia?

Las joyas son piedras valiosas por su belleza o su escasez. Con frecuencia se las talla o pule para mejorar su apariencia. En los descubrimientos arqueológicos en Palestina ha sido menos frecuente hallar joyas que en los de Egipto, Grecia o Fenicia. Existen dos razones. En primer lugar, la tierra de Israel no cuenta con depósitos naturales de piedras preciosas. Las joyas (a veces en forma de alhajas) se obtenían como botín de guerra (Núm 31:50), se llevaban como regalo a los reyes (2Cr 9:1; 2Cr 9:9) o se compraban a mercaderes (1Re 10:11; comp. Apo 18:11-12). En segundo lugar, Israel y Judá siempre fueron manipulados en las luchas por el poder entre vecinos. La riqueza acumulada por el rey y el templo la llevaban los conquistadores (1Re 14:25-28). Antes de que se inventara el dinero, las joyas eran medios de intercambio y trueque en el antiguo Cercano Oriente. En Israel las joyas se usaron principalmente en relación con la adoración y la monarquía.
Adoración
En primer lugar, las joyas eran contribución apropiada como ofrenda (Éxo 35:22). Segundo, el sumo sacerdote se vestía con ropas finas decoradas con joyas (Éxo 28:1-43; Éxo 39:1-43). El efod que usaba tenía sobre los hombros un par de piedras de ónice engarzadas con filigrana de oro y grabadas con los nombres de las tribus de Israel. El pectoral del sumo sacerdote (también llamado “pectoral del juicio”, Éxo 28:15; Éxo 28:29) estaba confeccionado con la más fina tela entretejida con oro, y se colocaban doce piedras preciosas en cuatro filas de tres. Cada piedra tenía grabado el nombre de una de las doce tribus, de modo que las doce estaban presentes simbólicamente cada vez que el sumo sacerdote ministraba ante Jehová. Los términos hebreos para algunas de estas joyas pueden traducirse con cierto grado de exactitud; en otros casos, los traductores deben interpretar a qué piedra se refiere. Como en la antigüedad no había forma de cortar el diamante, este todavía no se consideraba una piedra preciosa. La palabra traducida “diamante” en Éxo 28:18; Éxo 39:11 probablemente se refiera a una piedra de gran dureza porque deriva de una palabra que significa “martillo, golpear”. Por lo tanto quizás no sea lo que hoy llamamos diamante (NVI, “jade”). La elegancia del sumo sacerdote cuando presidía la adoración seguramente era notable.
La monarquía
Las joyas se consideraban regalo apropiado para reyes. La reina de Sabá llevó joyas a Salomón (1Re 10:2; 1Re 10:10). Se empleaban en las coronas reales (2Sa 12:30) y tal vez en la vestimenta real (Eze 28:13). Eran la clase de riqueza que podía acumularse y guardarse con facilidad en el tesoro real. El escritor de Eclesiastés consideraba que dicha acumulación de riqueza constituía vanidad (Ecl 2:4-11).
A diferencia de las piedras preciosas, en el antiguo Cercano Oriente la persona promedio usaba alhajas con regularidad. Los arqueólogos han demostrado que desde tiempos remotos tanto hombres como mujeres se adornaban con diversos tipos de alhajas. Estas ya eran conocidas en la época patriarcal. Cuando el siervo de Abraham fue enviado a buscar esposa para Isaac, colocó a Rebeca un anillo en la nariz y brazaletes (Gén 24:47) y le entregó otras alhajas de oro y plata. Se dice que los israelitas prácticamente saquearon a los egipcios rogándoles que les dieran alhajas de oro y plata como preparación para el éxodo de Egipto (Éxo 3:22; Éxo 11:2-3). No hay dudas de que en Israel ingresaron más alhajas egipcias por medio del comercio y también por la hija de Faraón que se casó con Salomón (1Re 3:1). En el antiguo Egipto se extraían al menos quince tipos de piedras preciosas. Los artesanos del lugar eran especialmente hábiles para confeccionar alhajas de oro. La opulencia de las joyas reales egipcias ha quedado demostrada con hallazgos arqueológicos, en especial la tumba de Tutankamón.
Durante el período monárquico, la persona corriente podía tener varias alhajas, algo confeccionado en bronce o, si podían costearlo, en oro. Este se usaba como medio de intercambio, era relativamente abundante y podía usarse en collares, pulseras o anillos fabricados por un artesano local. La realeza, por supuesto, usaba alhajas más costosas engarzadas con piedras preciosas.
En el AT se mencionan muchas clases de alhajas. No solo las mujeres lucían brazaletes (Gén 24:47); el rey Saúl tenía puesto uno cuando murió en batalla (2Sa 1:10). También se usaban tobilleras o pulseras en los pies (Isa 3:16; Isa 3:18). Se hallaron este tipo de alhajas en los huesos de piernas de mujeres sepultadas en el antiguo Israel.
Los collares y pendientes eran bastante comunes (Cnt 1:10). Cierto tipo de collar de oro tal vez fuera símbolo de autoridad. Cuando el faraón designó a José como alto funcionario, colocó una cadena de oro en su cuello (Gén 41:42). Del mismo modo, en el libro de Daniel, el rey Belsasar proclamó que quien interpretara la misteriosa escritura en la pared recibiría una cadena de oro para su cuello y se convertiría en “el tercer señor en el reino” (Dan 5:7; Dan 5:29). Las lunetas mencionadas en Isa 3:18 y las de Jue 8:21; Jue 8:26, que llevaban los reyes de Madián, quizás fueran pendientes con forma de luna engarzados en cadenas. Los arqueólogos han encontrado alhajas con lunetas de oro. Estas podrían haber actuado como insignia real. Es probable que cadenas, collares y pendientes (Isa 3:19; Jue 8:26) se lucieran alrededor del cuello, tal vez sujetas con cordones.
Los zarcillos ya se conocían en el período patriarcal. También podrían haber tenido importancia religiosa (Gén 35:4). En Gén 24:22; Gén 24:30; Gén 24:47 y en Isa 3:21 se mencionan las argollas para la nariz. El mismo término, nezem, se emplea en ambos casos por lo cual las referencias con frecuencia son ambiguas (Núm 31:50; Pro 25:12).
Los pendientes de la suerte llamados “amuletos” no se mencionan con frecuencia en la Biblia pero se han hallado en sitios arqueológicos palestinos de distintas épocas. Algunos representaban a dioses y diosas. Isa 3:20 podría aludir a amuletos, aunque la traducción es incierta. Los zarcillos que enterró Jacob debajo de una encima en Siquem pudieron haber sido amuletos (Gén 35:4). Estos eran violaciones al mandamiento de no hacerse imágenes talladas (Éxo 20:4).
La alhaja de mayor importancia mencionada en el AT es el anillo de sello, que se empleaba para dejar una impresión en arcilla o cera y así sellar y autenticar documentos. Por lo general el sello era una piedra semipreciosa finamente tallada, con un agujero por el que se pasaba un cordón para así colgarlo del cuello (Gén 38:18), o podía usarse en un anillo o en un collar más elaborado. El faraón le dio a José su propio anillo de sello como símbolo de autoridad (Gén 41:42). El rey Asuero le dio su anillo de sello primero a Amán (Est 3:10) y luego a Mardoqueo (Est 8:2).
Las alhajas también se usaban para decorar animales, al menos los de personas acaudaladas. Los camellos de los reyes madianitas que asesinó Gedeón llevaban lunetas y collares decorados en el cuello (Jue 8:21; Jue 8:26). En Pro 11:22 la alusión a un zarcillo de oro en el hocico de un cerdo es metafórica; no se pueden sacar conclusiones precisas sobre el uso de anillos decorativos en las narices de animales. A veces estos llevaban amuletos para asegurar buena suerte en el viaje.
Isa 3:18-23 a veces se interpreta como ataque a la moda femenina y denuncia el uso de alhajas. Los términos hebreos usados en el pasaje parecen referirse a insignias oficiales. De modo que el pasaje es una condena al mal uso de riqueza y poder a expensas de los pobres. En Eze 16:8-13 se menciona a Jehová como novio que adorna a su esposa, Jerusalén, con ropas finas y alhajas que incluyen un anillo en la nariz, zarcillos y una corona.
El NT no menciona joyas y alhajas con frecuencia. Las perlas eran muy valiosas en la época del NT por eso eran una adecuada metáfora del reino de Dios (Mat 13:45-46). Santiago advirtió a sus lectores que no discriminaran según la riqueza exhibida por llevar anillo de oro o ropas finas (Stg 2:1-7). En 1Ti 2:9-10 se recuerda a las mujeres que no se atavíen con peinados ostentosos, oro o perlas sino con buenas obras.
En Apo 21:2, que reitera las imágenes de Eze 16:8-13, a Dios se lo representa como a un esposo cuya esposa, la nueva Jerusalén, está adornada con joyas. Se dice que las paredes de la nueva Jerusalén están construidas de jaspe y adornadas con doce clases de joyas. Cada una de las doce puertas es una perla. Las gemas de la ciudad santa, como gran parte de las alhajas, estarán engarzadas en oro. La idea de reconstruir Jerusalén con joyas como materiales de construcción refleja lo que dice Isa 54:11-12. A diferencia de la antigua, la nueva Jerusalén (asociada con la consumación del reino de Dios) no será infiel. Ver Minerales y metales.

Wilda W. Morris