Significado de JUSTIFICACIÓN Según La Biblia | Concepto y Definición

JUSTIFICACIÓN Significado Bíblico

¿Qué Es JUSTIFICACIÓN En La Biblia?

Acto forense de Dios basado en la obra de Cristo en la cruz a través de la cual un pecador es declarado justo mediante la imputación de la justicia de Cristo. La doctrina de la justificación la desarrolla ampliamente el apóstol Pablo como verdad esencial que explica cómo judíos y gentiles pueden ser hechos justos delante de Dios sobre la misma base, o sea, la fe en Jesucristo. Sin esta verdad divina, no puede haber unidad en el cuerpo de Cristo; de aquí su carácter esencial en la teología paulina sobre la iglesia y la salvación.
Antiguo Testamento
El AT actuaba como Palabra de Dios de la iglesia primitiva del NT, de modo que es necesario identificar las fuentes del AT que permitieron comprender el término “justificación” (y los términos relacionados “justo” y “justificar”). En el AT se puede observar un rango amplio y evidente de los usos de “justo” o “justicia” (ambas traducciones plenamente válidas del hebreo tsadiq y del griego dikaios), incluyendo la descripción de personas que son “justas” o “rectas” ante los ojos de Dios (Job 1:1). No obstante, una serie específica de pasajes proporciona el trasfondo más claro sobre cómo entendían los apóstoles este concepto. Los pasajes incluyen Éxo 23:7, “De palabra de mentira te alejarás, y no matarás al inocente y justo; porque yo no justificaré al impío”, donde se tiene en vista la posición legal de la persona que se describe como “justa”. Aquí hay absolución, es decir, justificación. Este es un contexto claramente forense, legal. Deu 25:1 también utiliza el mismo lenguaje: “Si hubiere pleito entre algunos, y acudieren al tribunal para que los jueces los juzguen, estos absolverán al justo, y condenarán al culpable”, donde la corte de justicia vuelve a ser el contexto, y “juzguen” corresponde claramente al pronunciamiento de un veredicto. Asimismo, Pro 17:15 e Isa 5:23 usan estos mismos términos en un contexto forense, judicial. Estos usos demuestran que la terminología usada por los apóstoles en el NT no constituía algo ajeno al trasfondo escritural del AT.
Los apóstoles estaban convencidos de que la verdad de la justificación por fe como un acto gratuito de Dios basado únicamente en el ejercicio de la fe, no solo era congruente con la revelación divina del AT sino que además se tomaban específicamente porciones de aquellas escrituras como testigos concluyentes de sus enseñanzas. Pablo centró su atención especial en el pasaje clave sobre Abraham: “Y Abram creyó en el SEÑOR, y El se lo reconoció por justicia” (Gén 15:6 LBLA). Este pasaje constituye la esencia de la defensa paulina de la doctrina de la justificación en Rom 4:1-25.
Nuevo Testamento
El carácter esencial de la doctrina de la justificación surge naturalmente en los escritos de Pablo cuando decide explicar el fundamento de la relación del creyente con Dios a la luz de la relación de judíos y gentiles en un único cuerpo de Cristo. El conflicto desencadenado por la insistencia de los judaizantes en cuanto a cumplir con la ley y la circuncisión, forzó al apóstol a definir con precisión el fundamento del perdón y cómo cualquier persona, judía o gentil, podía tener paz con Dios. Esto explica que la doctrina aparezca ante todo en aquellas obras directamente relacionadas con la definición y la defensa del evangelio (Romanos y Gálatas).
El significado de la familia de términos griegos que se traducen “justificar” o “declarar justo”, se establece claramente por el uso en los pasajes clave del NT. El término no quiere decir “cambiar subjetivamente en una persona justa” sino, más bien, significa “declarar justo”; específicamente, declarar justo en función del acto de fe basado en la obra de otro, el sustituto divino, Jesucristo. La justificación, pues, abarca tanto la declaración forense y legal de la justicia del creyente, como así también la imputación de la justicia de Cristo sobre la base de la aceptación del que cree. Al creyente se le imputa la justicia de Cristo, y esto determina el grado de perfección resultante de la relación entre aquel y Dios: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Rom 5:1).
La epístola de Pablo a la iglesia de Galacia presenta la justificación por fe como punto focal de ataque por parte de aquellos a los que describe como “falsos hermanos” (Gál 2:4). La proclamación de una maldición al comienzo de la carta (Gál 1:6-8) coloca todo el argumento en un elevado nivel de importancia, y la insistencia de Pablo en cuanto a que está hablando de lo que es la “verdad del evangelio” (Gál 2:5) en contraste con un falso evangelio, también enfoca la atención en el argumento que presenta. La esencia de este se encuentra en el contexto de su enfrentamiento con Pedro y los judaizantes en Antioquía. Cuando Pedro, e incluso Bernabé, se abstenían de sentarse a la mesa con los gentiles para participar de la comunión, Pablo reconoció que esta acción reflejaba una idea de que se podía ser “más” cristiano que los demás como resultado de algo que uno hacía, en este caso, estar circuncidado. Esto iba a crear una comunión de creyentes por niveles de mayor o menor importancia. En este contexto Pablo insiste en la justificación por fe en oposición a la justificación por cualquier obra de justicia, porque la fe, por naturaleza, coloca a todos los hombres en el mismo nivel y no permite diferenciaciones. Por lo tanto, la justificación por las “obras de la ley” se niega de manera específica y, en cambio, se la diferencia de la justificación por fe (Gál 2:16). La propia gracia de Dios se anularía si existiera algún medio de justicia fuera de la fe en Cristo, y específicamente, mediante las obras de la ley (Gál 2:21). En cambio, al citar el gran alcance de la ley, el apóstol demuestra que la intención jamás fue que la justicia llegara mediante el cumplimiento de dicha ley (Gál 3:10; Gál 3:12). Más bien, a partir del testimonio de Hab 2:4, “el justo por su fe vivirá”, Pablo llega a la conclusión de que nadie es justificado ante Dios por cumplir la ley (Gál 3:11). Cristo redime de la maldición de la ley mediante Su muerte, y esa bendición no se transmite por el camino de la ley sino de la fe (Gál 3:13-17). Tan definitiva es la condenación que hace Pablo de la posición opuesta, que la describe como “esclavitud” (Gál 5:1) y como ser cortados de la gracia y de Cristo (Gál 5:4). El lenguaje más fuerte de todo el NT lo expresa el apóstol contra aquellos que le agregaban al evangelio de la gracia un simple requisito de “buenas obras” y de “cumplimiento de la ley”.
La carta de Romanos contiene la presentación más extensa y profunda del evangelio en las Escrituras. La justificación constituye un tema central de los caps. Rom 3:1-31; Rom 4:1-25; Rom 5:1-21. Mientras que la discusión de Gálatas está signada por la pasión del debate, Romanos presenta un argumento inexorable y lógico tomado de bases escriturales. Después de establecer en Rom 1:18-32; Rom 2:1-29; Rom 3:1-19 la pecaminosidad universal del hombre, en Rom 3:20-31 Pablo proporciona un resumen global de la verdad de la justificación, seguido en el cap. Rom 4:1-25 por su defensa escritural tomada principalmente de la vida de Abraham. Insiste en que nadie será justificado jamás delante de Dios por las obras de la ley (Rom 3:19-20). En cambio, la justicia de Dios viene por medio de la “fe en Jesucristo, para todos los que creen” (Rom 3:22), sean judíos o gentiles. Dios no justifica como resultado de las acciones del hombre sino, más bien, “gratuitamente”, como un regalo “por su gracia” (Rom 3:24). El Padre puede justificar a los creyentes por la redención que fluye de la obra de Cristo (Rom 3:25-26), de manera que Pablo puede llegar a la conclusión de que la justificación es plenamente la obra de Dios que solo se obtiene por la fe (Rom 3:28).
Estas amplias afirmaciones se comprueban mediante el ejemplo de Abraham en Gén 15:6, quien fue justificado por fe sin las obras de la ley. El contraste se realiza entre el “que obra”, que recibe un salario (Rom 4:4), y el que “no obra” y que, a cambio, cree en Dios que justifica (Rom 4:5). Pablo cita el Sal 32:1-11 e interpreta que estas palabras significan que Dios confiere justicia independientemente de las obras, y luego lo comprueba al preguntar retóricamente si esta misericordia se le mostró a Abraham antes o después de recibir la circuncisión. Puesto que fue justificado antes de ser circuncidado, Pablo entonces determina que la promesa de Gén 15:1-21 no se puede anular mediante la entrega posterior de la ley. Asimismo, nosotros somos justificados por la fe y no mediante el cumplimiento de la ley.
Al llegar al final de su defensa bíblica, Pablo puede declarar que la relación descrita mediante la palabra “justificado” produce una paz real y duradera entre Dios y el ser humano (Rom 5:1). Esta es la esencia de la justificación bíblica: una relación correcta entre Dios y el hombre. Pero la maravilla de la justificación por fe se observa en que Dios establece esta relación por medio de Cristo, de modo que no es una condición temporal que se pueda malograr por las acciones del hombre sino que, en cambio, es un estado que da como resultado paz eterna entre el redimido y el Redentor.

James White