Significado de NEHEMÍAS Según La Biblia | Concepto y Definición

NEHEMÍAS Significado Bíblico

¿Qué Es NEHEMÍAS En La Biblia?

Nombre de persona que significa “Yahvéh consuela o alienta”, y nombre del libro del Antiguo Testamento que relata la labor de Neh 1:1-11. Líder que formó parte del primer grupo que retornó del exilio con Zorobabel a Judá aprox. en el 538 a.C. (Esd 2:2; Neh 7:7).
2. Hijo de Azbuc, “gobernador de la mitad de la región de Betsur” (Neh 3:16), que ayudó a Nehemías, hijo de Hacalías, a reconstruir los muros de Jerusalén.
3. Nehemías, hijo de Hacalías, es el personaje principal del libro que lleva su nombre. Fue contemporáneo de Esdras y Malaquías, de Sócrates en Grecia (470–399 a.C.), y solo unas pocas décadas posteriores a Gautama Budda en la India (560–480 a.C.) y a Confucio en la China (551–479 a.C.).
Nehemías ocupaba el destacado cargo de copero del rey (Neh 1:11). Esta era una posición de confianza; al probar el vino y la comida del rey, el copero estaba ubicado entre el rey y la muerte. Eran una atribución y un honor inusuales que este hombre de carácter fuerte llamado Nehemías, en su condición de judío y cautivo, sirviera al rey en un cargo tan estratégico.
Las memorias de Nehemías incluyen relatos en primera persona (Neh 1:1-11; Neh 2:1-20; Neh 3:1-32; Neh 4:1-23; Neh 5:1-19; Neh 6:1-19; Neh 7:1-5; Neh 12:27-47; Neh 13:4-31) junto a otras porciones donde emplea el pronombre en tercera persona (caps. Neh 8:1-18; Neh 9:1-38; Neh 10:1-39). Por lo tanto, su historia es tanto autobiográfica como biográfica. Personas que visitaron Susa le informaron sobre el deterioro de los muros de Jerusalén. Se sintió tan decepcionado que lloró e hizo duelo “por algunos días” (Neh 1:4) y elevó una oración de confesión (Neh 1:5-11). Artajerjes se dio cuenta de la tristeza que tenía y le permitió regresar a Jerusalén.
Lo primero que hizo Nehemías al llegar fue inspeccionar los muros durante la noche (Neh 2:15). Luego convocó a una asamblea y convenció al pueblo de la necesidad de un programa edilicio. Era un líder excelente que demostró conocimientos de ingeniería y brillante capacidad organizativa (cap. Neh 3:1-32) como para comenzar la obra.

Surgieron problemas internos y externos. Sanbalat y sus amigos intentaron detener la tarea pero no tuvieron éxito (cap. Neh 4:1-23). El problema interno era económico. La edificación de los muros produjo un recorte laboral; se hipotecaban las granjas y se aplicaban intereses elevados. Nehemías dijo: “No es bueno lo que hacéis” (Neh 5:9). Solucionó el problema e incluso otorgó ayuda financiera a los que la necesitaban (cap. Neh 5:1-19). Sanbalat y otras personas no judías volvieron a realizar varios intentos para que Nehemías abandonara la tarea pero fracasaron. Nehemías demostró una voluntad sumamente poderosa y una audacia poco común. “Fue terminado, pues, el muro […] en cincuenta y dos días” (Neh 6:15). La dedicación del muro se describe posteriormente en Neh 12:27-43.
El clímax teológico del libro de Nehemías y de la vida de Esdras es el gran avivamiento (Neh 8:1-18; Neh 9:1-38; Neh 10:1-39). Fue una experiencia grandiosa. Merece un estudio detallado a fin de aplicar estos principios cuando se intente obtener un avivamiento en el presente. El pueblo se reunía y le requería a Esdras que leyera del libro de la ley de Moisés (Neh 8:1). Es probable que este libro haya sido el Pentateuco (Torá) o alguna de sus partes. Esdras leía y otros que lo ayudaban “ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura” (Neh 8:8). Posiblemente esto haya incluido la traducción de la Escritura hebrea al arameo, el idioma que se hablaba comúnmente.
Se llevó a cabo un gran festejo y celebraron la fiesta de los tabernáculos. Los resultados fueron impresionantes: “confesaron sus pecados y adoraron a Jehová su Dios” (Neh 9:3) y se apartaron de todos los extranjeros (Neh 9:2); es decir, se divorciaron de sus esposas extranjeras. Realizaron una extensa oración de confesión (Neh 9:6-37). El pueblo respondió: “A causa, pues, de todo esto, nosotros hacemos fiel promesa, y la escribimos” (Neh 9:38). Luego se registró quiénes firmaron y cuáles eran las condiciones del pacto (cap. Neh 10:1-39).
Nehemías no estaba satisfecho con la cantidad de población en Jerusalén porque era reducida. Efectuó una propuesta ingeniosa: “echó suertes para traer uno de cada diez para que morase en Jerusalén, ciudad santa, y las otras nueve partes en las otras ciudades” (Neh 11:1). El último capítulo cita las reformas que realizó durante su segunda visita a Jerusalén en el 432 a.C. Expulsó a un gentil a quien se le había permitido vivir en el templo; restauró la práctica del diezmo para sustento de los levitas; corrigió errores relacionados con el día de reposo que llevaban a cabo los que compraban y vendían durante esa jornada; y se ocupó directamente de aquellos que se habían casado con extranjeros los cuales no formaban parte del pacto realizado con Dios.
Nehemías fue, sin lugar a dudas, una persona sobresaliente. Su teología era sumamente práctica; abarcaba todas las áreas de la vida. En su libro, se pueden advertir sus oraciones y cuán prácticas eran (Neh 1:4-11; Neh 2:4; Neh 4:4-5; Neh 4:9; Neh 5:19; Neh 6:9; Neh 6:14; Neh 13:14; Neh 13:22; Neh 13:29; Neh 13:31). Pidió denodadamente: “Acuérdate de mí para bien, Dios mío, y de todo lo que hice por este pueblo” (Neh 5:19; comp. Neh 13:14; Neh 13:31). Su fe era práctica: “Y me lo concedió el rey, según la benéfica mano de Jehová sobre mí” (Neh 2:8; comp. Neh 2:18 para una aplicación práctica de este concepto). Él creyó que “el Dios de los cielos, él nos prosperará” (Neh 2:20) y que “nuestro Dios peleará por nosotros” (Neh 4:20). Respetó el día de reposo, el templo y sus instituciones, el diezmo y los levitas.
Nehemías fue un hombre de acción; hacía que las cosas se concretaran. Sabía cómo emplear la persuasión pero también la fuerza. Bien se lo puede catalogar como el padre del judaísmo. Nehemías fue la causa de que el judaísmo tuviese una ciudad fortificada, un pueblo purificado, una nación consagrada y unida, una estabilidad económica renovada y una nueva dedicación a la ley de Dios.

D. C. Martin