Significado de PABLO Según La Biblia | Concepto y Definición

PABLO Significado Bíblico

¿Qué Es PABLO En La Biblia?

Misionero sobresaliente, teólogo y escritor de la iglesia primitiva. Figura de gran relevancia en el NT y en la historia del cristianismo. Escribió trece epístolas que comprenden casi la cuarta parte del NT. Aprox. 16 capítulos del libro de Hechos (13–28) se concentran en sus tareas misioneras. De manera que Pablo es el autor o el sujeto de casi la tercera parte del NT y el intérprete más importante de las enseñanzas de Cristo y de la importancia de Su vida, Su muerte y Su resurrección.
Comienzos de su vida y entrenamiento (1–35 d.C.)
 
Nacimiento y trasfondo familiar
Pablo nació en una familia judía en Tarso de Cilicia (Hch 22:3), probablemente durante la primera década del siglo I. Según Jerónimo, la familia de Pablo que era de la tribu de Benjamín (Flp 3:5) se mudó de Tarso a Giscala en Galilea. Él recibió su nombre en honor al miembro más prominente de la tribu, el rey Saúl. Es probable que Pablo proviniera de una familia de confeccionistas de tiendas o trabajadores del cuero y, de acuerdo a la costumbre judía, su padre le enseñó este oficio. Aparentemente, el negocio prosperó y la familia de Pablo se volvió moderadamente rica. Pablo era ciudadano de Tarso, “una ciudad no insignificante” (Hch 21:39). Según un antiguo escritor, para ser ciudadano de Tarso había que poseer 500 dracmas, el salario de un año y medio.
Ciudadanía romana
Más importante aún es que Pablo fue ciudadano romano desde su nacimiento. Muchos especulan con que el padre o el abuelo recibieron el honor de la ciudadanía por algún servicio especial brindado a un procónsul militar. Sin embargo, la tradición cristiana primitiva conservada por Jerónimo y Focio afirma que los padres de Pablo habían sido llevados como prisioneros de guerra desde Giscala a Tarso, tomados como esclavos por un ciudadano romano y luego liberados, tras lo cual se les concedió la ciudadanía. Más allá de cómo la hayan recibido los padres de Pablo, el libro de Hechos afirma tres veces que él la poseía y que su ciudadanía conllevaba importantes derechos que lo beneficiaban en sus tareas misioneras. El ciudadano romano tenía derecho a apelación luego de un juicio, la exención del servicio al imperio, el derecho a escoger entre un juicio local o romano y la protección ante formas degradantes de castigo como los azotes. Es probable que Pablo haya llevado consigo una placa de cera que funcionaba como certificado de nacimiento o de ciudadanía a fin de poder probar su condición. Sin embargo, a la mayoría de quienes afirmaban ser ciudadanos romanos se les creía, ya que la pena por ese fraude era la muerte.
Entrenamiento rabínico
Hch 22:3 muestra que Pablo creció en Jerusalén. Él usó este hecho para probar que no pertenecía a los judíos de la diáspora que tenían más influencia de la cultura gentil que de costumbres judías. Fue educado en Jerusalén en el judaísmo conforme a las tradiciones de sus antepasados (Hch 22:3). La Mishná enseñaba: “A los 5 años [uno es apto] para la Escritura, a los 10 para la Mishná, a los 13 [para el cumplimiento de] los mandamientos, a los 15 para el Talmud, a los 18 para la cámara nupcial, a los 20 para seguir un llamado, a los 30 para la autoridad”. Esto probablemente sea una descripción bastante precisa del régimen de entrenamiento que tuvo Pablo. Hch 22:1-30 dice que fue instruido por el rabino Gamaliel I, el miembro del Sanedrín que se menciona en Hch 5:33-39. Gamaliel era uno de los principales maestros judíos de la época. La Mishná lo menciona frecuentemente y expresa muchas de sus opiniones. Estuvo entre los trece rabinos más destacados cuyas muertes marcaron la decadencia del judaísmo: “Cuando el rabino Gamaliel, el anciano, murió, cesó la gloria de la Ley, y la pureza y la abstinencia murieron”. El pasaje implica que Gamaliel era reconocido por sus altas normas morales y por su interpretación de las Escrituras. Pablo rápidamente sobresalió como estudiante rabínico judío. Como registra Gál 1:14 : “En el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres”. En Flp 3:1-21 Pablo se describe a sí mismo como “circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible”. En Hch 26:5 Pablo se identifica nuevamente con la secta de los fariseos, a la cual también había pertenecido su padre (Hch 23:6).
Persecución de los cristianos
Como fariseo ideal, es probable que Pablo haya sido un misionero judío activo que ganaba prosélitos entre los gentiles. Tal vez haya sido como los fariseos que Jesús describió que recorrían mar y tierra para ganar un prosélito (Mat 23:15). Las palabras de Pablo “si aún predico la circuncisión” pueden hacer alusión a su pasado como misionero judío (Gál 5:11). Él reconocía más que su maestro Gamaliel (Hch 5:34-39) la seria amenaza que representaban los seguidores de Jesús para la religión tradicional judía. La Mishná enseñaba que un varón judío estaba listo para una posición de autoridad a los 30 años. Por lo tanto, es probable que Pablo rondara los 30 cuando, con la autorización de los principales sacerdotes, comenzó a apresar cristianos, primero en las sinagogas de Jerusalén y luego en Damasco. Tal vez la descripción paulina más clara de la persecución se encuentre en Hch 26:9-11 : “Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto. Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras”. Algunos creen que esta referencia a dar un voto (lit. “arrojar una piedrita”, que era negra en caso del no y blanca en caso del sí) implica que Pablo era miembro del Sanedrín. Sin embargo, es difícil imaginar que Pablo no haya hecho esta afirmación de manera explícita en aquellas ocasiones en que resalta su devoto linaje judío. Por lo tanto, la mayoría de los comentaristas toman esta declaración como una metáfora que implica que Pablo daba su consentimiento en la ejecución de los creyentes o sugieren que era miembro de un comité designado por el Sanedrín y revestido de esa autoridad. El rechazo inicial y categórico de Pablo hacia Jesús como Mesías bien puede haber estado motivado por la muerte innoble de Jesús. La muerte por crucifixión era indicativo de maldición divina (Deu 21:23). Ciertamente, el Mesías no podía haber muerto bajo la maldición de Dios. Pero cuando Pablo escribió su primera epístola, esta maldición de muerte se reconoce como base para la expiación sustitutoria (Gál 3:10-14). En 1Co 1:1-31 Pablo explica que la idea de un Mesías crucificado era una piedra de tropiezo para los judíos. Probablemente hablaba de su propia experiencia pasada.
Conversión de Pablo (35 d.C.)
Mientras Saulo iba camino a Damasco para arrestar y apresar a los creyentes del lugar, el Cristo resucitado y glorificado se le apareció con un resplandor cegador. Las palabras de Cristo “Dura cosa te es dar coces contra el aguijón” indican que Dios ya había comenzado Su obra desde antes. Como un buey que patea contra el aguijón que se encuentra en la mano del que lo conduce, Pablo se había resistido a la guía y liderazgo divino, que dio como resultado su propio daño y dolor. Ante la aparición de Cristo, Saulo se rindió de inmediato a Su autoridad y fue a la ciudad a esperar más órdenes. Allí fue sanado de su ceguera, recibió el Espíritu Santo y aceptó el bautismo del creyente. Sin duda, Ananías le habrá entregado el mensaje que el Señor le había dado en una visión: “Este hombre es mi instrumento escogido para llevar mi nombre delante de los gentiles, de reyes y de los hijos de Israel. ¡Por cierto le mostraré cuánto tendrá que sufrir por mi nombre!” Pablo pasó unos pocos días con los discípulos en Damasco.
Los viajes misioneros de Pablo (35–61 d.C.)
 
Viajes iniciales
Inmediatamente después de su conversión, Pablo viajó a Arabia, donde comenzó la evangelización de los árabes nabateos (Gál 1:17; 2Co 11:32-33) y donde probablemente experimentó su primera oposición al evangelio por parte de las autoridades políticas. Luego regresó a Damasco y comenzó a ir a las sinagogas a predicar el mensaje que le había sido revelado en el camino: Jesús es el Hijo de Dios y el Mesías prometido. Los judíos damascenos vigilaron las puertas de la ciudad para matar a Pablo, y tuvo que escapar a través de una ventana en la pared por donde lo bajaron en una cesta (Hch 9:22-25).
Pablo entonces viajó a Jerusalén. Al comienzo, los líderes de la iglesia sospecharon de él, pero Bernabé intervino a su favor (Hch 9:26-30 y Gál 1:18). Luego de quince días en Jerusalén, cuando visitó a Pedro y a Jacobo, el hermano del Señor, Pablo regresó a Tarso y evangelizó Siria y Cilicia durante varios años. No cabe duda de que los escuchó describir la vida y las enseñanzas de Jesús, aunque el evangelio de Pablo ya estaba claramente definido aun antes de su visita. Mientras estaba en Siria, Bernabé lo buscó y lo invitó a participar en la iglesia de Antioquía, donde un gran número de gentiles respondía al evangelio. Dicha iglesia juntó dinero para enviarles a los creyentes que sufrían en Judea durante un período de hambruna. La iglesia escogió a Bernabé y a Pablo para llevar la ofrenda a Jerusalén (Hch 11:27-30). Probablemente esta fue la ocasión de la conferencia descrita por Pablo en Gál 2:1-10. Muchos la equiparan con el concilio de Jerusalén (Hch 15:1-41), pero si Gálatas fue escrita después de un gobierno apostólico oficial, Pablo solo habría tenido que exhibir la carta de los apóstoles a fin de desacreditar a los judaizantes. Además, la conferencia en Gál 2:1-10 parece haber sido una reunión privada más que un asunto público. Los pilares de la iglesia de Jerusalén, Pedro, Juan y Jacobo, el hermano de Jesús, aprobaron el evangelio sin ley que predicaba Pablo y su énfasis en la evangelización de los gentiles.
Primer viaje misionero
Pablo y Bernabé pronto comenzaron su primer viaje misionero marchando a través de Chipre y Anatolia, probablemente durante los años 47–48 d.C. El equipo misionero llevó el evangelio a las ciudades de Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe. Estas se encontraban en la provincia romana de Galacia, yes probable que la Epístola a los Gálatas haya estado dirigida a estas iglesias al sur de Galacia. Gálatas fue escrita probablemente durante este viaje.
El concilio de Jerusalén
Cuando Pablo regresó a Antioquía después de su primer viaje misionero, se vio envuelto en una controversia acerca de qué se requería para la salvación de los gentiles. Pedro e incluso Bernabé vacilaban en el tema de la relación entre judíos y gentiles. Peor aún, algunos falsos maestros de la iglesia de Jerusalén se habían infiltrado en las congregaciones de Antioquía y enseñaban que “a menos que se circunciden de acuerdo a la costumbre enseñada por Moisés, no pueden ser salvos”. La iglesia designó a Pablo y Bernabé para ir a Jerusalén y aclarar la cuestión. Se convocó un concilio en el 49 d.C. que incluyó al equipo misionero, a los que insistían en la circuncisión como requisito para la salvación, y a los apóstoles. El apóstol Pedro y Jacobo, el hermano de Jesús, hablaron en defensa del evangelio libre de la ley que predicaba Pablo, y se envió una carta a las iglesias gentiles confirmando el punto de vista oficial. Pablo regresó a Antioquía y permaneció allí desde el 49 al 51.
Segundo viaje misionero
El segundo viaje llevó a Pablo a Macedonia y Acaya en el 50–52 d.C. Pablo y Bernabé se separaron al comienzo de este viaje debido a un desacuerdo por la participación del sobrino de Bernabé, Juan Marcos. Este había abandonado al equipo durante el primer viaje (Hch 15:38). Pablo tomó a Silas y estableció iglesias en Filipos, Tesalónica y Berea. Bernabé se fue con Juan Marcos. Pablo también pasó 18 meses en Corinto fortaleciendo a la joven iglesia del lugar. Cuatro de las cartas de Pablo están dirigidas a iglesias conocidas de este segundo viaje. La mayoría de los eruditos creen que 1 y 2 Tesalonicenses fueron escritas durante este viaje.
Tercer viaje misionero
El tercer viaje misionero de Pablo (53–57 d.C.) se concentró en la ciudad de Éfeso, donde Pablo pasó casi tres años. Hacia el final de este viaje, Pablo se esforzó por recoger otra ofrenda de ayuda para los creyentes de Jerusalén. Durante este viaje escribió 1 y 2 Corintios, y Romanos.
Últimos años
Pablo llevó la ofrenda a Jerusalén. Mientras estaba en el templo realizando un ritual para demostrar su fidelidad al judaísmo a algunos creyentes de Jerusalén, opositores judíos incitaron una revuelta y Pablo fue arrestado (57 d.C.). Fue enviado a Cesarea para presentarse a un juicio ante el procurador Félix. Luego de dos años de falta de actuación por parte de quienes lo habían detenido, Pablo finalmente apeló al emperador romano. Al llegar a Roma, pasó dos años bajo arresto domiciliario a la espera del juicio. Durante este primer encarcelamiento en Roma escribió Filemón, Colosenses, Efesios y Filipenses.
El relato de Hechos termina en este punto, de modo que la información sobre el resultado del juicio es muy vaga. La tradición de la iglesia primitiva sugiere que Pablo fue absuelto (aprox. en el 63 d.C.) o exiliado, y que cumplió el sueño que expresa en Rom 15:23-29 de llevar el evangelio a España (63–67 d.C.). Probablemente escribió 1 y 2 Timoteo y Tito durante el período entre su absolución y un segundo encarcelamiento romano. De acuerdo a la tradición de la iglesia, Pablo fue arrestado nuevamente y sometido a un encarcelamiento más severo. El emperador Nerón lo condenó y lo degolló con una espada en el tercer mojón de la Vía Ostia, en un lugar llamado Aquae Salviae, y yace sepultado en el sitio cubierto por la basílica de San Pablo Extramuros. Su ejecución probablemente tuvo lugar en el 67 d.C.
Aspecto físico de Pablo
No existen registros bíblicos sobre la apariencia o el aspecto físico de Pablo. Sabemos que probablemente haya sido un individuo vigoroso como para soportar los abusos y las pruebas que sufrió siendo apóstol (2Co 11:23-29). Era víctima de alguna grave enfermedad de la vista (Gál 4:12-16). Esto puede responder a su firma característicamente grande adosada a las cartas que escribía un secretario (Gál 6:11). La descripción más temprana del aspecto de Pablo aparece en un libro apócrifo del NT que dice que “Pablo era un hombre de baja estatura, con la cabeza calva y las piernas chuecas, en buen estado físico, con espesas cejas que se unían y una nariz un tanto aguileña; lleno de simpatía, por momentos parecía un hombre y por momentos un ángel”. El escritor atribuye la descripción de Pablo a Tito, y puede tener cierta base histórica. Aunque en la actualidad no suene halagüeño, varios de los rasgos físicos mencionados eran considerados parte del ideal romano.
El evangelio de Pablo
El evangelio de Pablo condena a toda la humanidad por el delito de rechazar a Dios y Su legítima autoridad. Por la influencia del pecado de Adán, la humanidad se lanzó a las profundidades de la depravación de tal manera que fue completamente incapaz de cumplir las justas demandas de Dios (Rom 1:18-32; Rom 3:9-20; Rom 9:12-19), y solo merece la ira divina (Rom 1:18; Rom 2:5-16). El pecador estaba separado de Dios y enemistado con Él (Col 1:21). Por lo tanto, su única esperanza era el evangelio, que representaba el poder de Dios para salvar a aquellos que tuvieran fe en Cristo (Rom 1:16). El centro del evangelio de Pablo era Jesucristo (Rom 1:3-4). Afirmaba la humanidad y la deidad de Jesús. Cristo fue un descendiente físico del linaje de David (Rom 1:2), que había venido en semejanza de hombre pecador (Rom 8:3), y que había adoptado la forma de siervo humilde y obediente (Flp 2:7-8). Sin embargo, Él era la forma visible del Dios invisible (Col 1:15), y toda la plenitud de la deidad habitaba en Él en forma corporal (Col 2:9), la naturaleza misma de Dios (Flp 1:6), y poseía el título de “Señor” (título griego para el Dios del AT), el nombre sobre todo nombre (Flp 2:9-11). Pablo creía que en virtud de Su impecabilidad, Jesús era apto para ser el sacrificio que pondría a los pecadores en una correcta relación con Dios (2Co 5:21). En Su muerte en la cruz, Jesús se convirtió en la maldición del pecado (Gál 3:10-14), y el justo murió por los injustos (Rom 5:6-8). La salvación es un don gratuito concedido a los creyentes y basado exclusivamente en la gracia de Dios. La salvación no depende de méritos, actividades ni esfuerzos humanos, sino solo del amor inmerecido de parte de Dios (Efe 2:8-10; Rom 6:23). Los que confían en Jesús para salvación, lo confiesan como Señor y creen que Dios lo resucitó de los muertos (Rom 10:9), serán salvos de la ira divina y se volverán justos a los ojos de Dios (Rom 5:9), son adoptados como hijos de Dios (Rom 8:15-17), y transformados por el poder del Espíritu (Gál 5:22-24). Cuando Cristo vuelva, los creyentes resucitarán (1Co 15:12-52), serán totalmente partícipes del carácter justo del Hijo (Flp 3:20-21) y vivirán por siempre con su Señor (1Ts 4:17). Mediante su unión con Cristo a través de la fe, el creyente participa espiritualmente de la muerte, la resurrección y la ascensión de Cristo (Rom 6:1-23; Rom 7:1-6; Efe 2:4-5). Por lo tanto, el cristiano ha sido liberado del poder del pecado, de la muerte y de la ley. Aunque imperfecta, es una nueva creación, que va siendo transformada más y más a semejanza de Cristo (Col 3:9-10; 2Co 5:17). Aunque el creyente ya no se encuentra bajo la autoridad de la ley escrita, el Espíritu Santo funciona como una nueva ley interna que lo guía a cumplir de manera natural y espontánea las justas exigencias de la ley (Rom 8:1-4). Como resultado, el evangelio libre de la ley no alienta el comportamiento inicuo en los creyentes. Tal conducta es contraria a la nueva identidad en Cristo. La unión de los creyentes con Cristo los lleva a la unión con otros creyentes en el cuerpo de Cristo, la iglesia. Los creyentes ejercen sus dones espirituales para ayudarse mutuamente a madurar, a servir a Cristo y a glorificarlo, lo cual es el propósito supremo de la Iglesia (Efe 3:21; Efe 4:11-13). Ahora Cristo gobierna la iglesia como su cabeza, su máxima autoridad (Efe 1:22). Cuando Cristo regrese, se consumará Su reinado en el mundo y todo lo que existe será puesto bajo Su absoluta autoridad (Flp 2:10-11; Flp 4:20; Efe 1:10). Él resucitará a los muertos: a los incrédulos para juicio y castigo; a los creyentes para glorificación y recompensa (2Ts 1:5-10).

Charles L. Quarles