Significado de PATRIARCAS Según La Biblia | Concepto y Definición

PATRIARCAS Significado Bíblico

¿Qué Es PATRIARCAS En La Biblia?

Padres fundadores de Israel: Abraham, Isaac, Jacob y los doce hijos de Jacob (Israel). La palabra “patriarca” proviene de una combinación del término latino pater, “padre”, y del verbo griego archo, “gobernar”. Por lo tanto, un patriarca es un importante antepasado que pudo haber sido el padre fundador de una familia, de un clan o de una nación.
La idea de un acuerdo vinculante entre Dios y la humanidad antecede a los patriarcas. Se expresó por primera vez en el tiempo de Noé (Gén 6:18; Gén 9:8-17). A Abraham se le prometió específicamente el desarrollo de la nación hebrea (Gén 15:1-21; Gén 17:1-27), junto con la provisión de una tierra donde moraría su descendencia. Como transcurrieron varias generaciones antes de que se cristalizara esta situación, el pacto con Abraham debe considerarse promisorio. Las promesas a Abraham establecieron el concepto de un pueblo que descendería de Abraham, Isaac y Jacob, y que estaría en una relación histórica y espiritual con Dios. Ver Pacto.
Abraham, o Abram como se lo llama en los primeros capítulos de Génesis, pertenecía a la novena generación de descendientes de Sem, hijo de Noé. Su padre, Taré, nació en Ur de los Caldeos, como así también sus hermanos Nacor y Harán (Gén 11:26; Gén 11:28). Ver Sem; Taré; Ur.
En un período temprano, Abraham había testificado que Dios era el Dios Altísimo (Gén 14:22), el juez de la humanidad (Gén 15:14), y el garante del pacto de la promesa. Disfrutaba de una estrecha comunión con Dios (Gén 18:33; Gén 24:40) y lo adoraba sistemáticamente, excluyendo a todos los demás dioses. La fidelidad y la obediencia eran rasgos característicos de su personalidad e hicieron de este renombrado antepasado de Israel (comp. Rom 4:1-4) un ejemplo de la manera en que hombres y mujeres son justificados delante de Dios. Ver Abraham; Nuzi.
La línea de descendencia mediante la cual se perpetuaría el pacto consistía exclusivamente en su hijo Isaac; a través de él continuaron las promesas del pacto. Por lo general, se piensa que el nombre Isaac significa “risa”, pero es posible que también transmita el sentido más sutil de “bromista”. Conmemoró la ocasión en que tanto Abraham como Sara se rieron ante la promesa de Dios de proveerles un hijo en su ancianidad (Gén 17:17-19; Gén 18:9-15).
Contamos con poca información sobre la niñez y la juventud de Isaac, excepto que fue utilizado como prueba suprema de la fe de Abraham en las promesas del pacto. Bajo el sistema patriarcal, el padre tenía poder de vida o de muerte sobre cualquier persona o cosa viviente de su casa. En el mismo momento en que la vida de Isaac estaba a punto de ser quitada, su posición como heredero del pacto quedó salvaguardada mediante la provisión de una ofrenda expiatoria alternativa (Gén 22:9-13). Las circunstancias en torno a su matrimonio con Rebeca le proporcionaron a Isaac un gran consuelo luego de la muerte de su madre (Gén 24:67). Isaac oró a Dios de todo corazón pidiendo herederos para el pacto y, a su debido tiempo, Rebeca quedó embarazada de gemelos cuando Isaac tenía 60 años. Esaú creció y se convirtió en cazador, en tanto que Jacob siguió el estilo de vida más sedentario de su padre, supervisando los rebaños y el ganado de la familia y trasladándose con ellos cuando era necesario encontrar pasturas frescas (Gén 25:27). Lamentablemente, Isaac provocó rivalidad entre los hermanos al favorecer a Esaú por encima de Jacob. El primero le llevaba a su padre deliciosa carne de venado, en tanto que las habilidades culinarias de Jacob parecían haberse extendido solo a la preparación de un guiso de lentejas (Gén 25:28-29). En un momento de hambre desesperada, Esaú vendió su primogenitura por un poco del guiso de Jacob, y de este modo le transfirió a su hermano una doble porción de los bienes de Isaac como así también otros derechos.
En la vejez, Isaac perdió la vista, y cuando pareció que había llegado el momento apropiado para que Esaú heredara la provisión extra de su primogenitura, Rebeca conspiró con su hijo favorito, Jacob, para engañar a Isaac y hacer que lo bendijera a él en vez de a Esaú. El éxito del plan hizo que Esaú se enfureciera. Para escapar de su venganza, Jacob huyó a Mesopotamia según las instrucciones de su madre. Antes de llegar, recibió una revelación de Dios que le confirmó su herencia en el pacto. Posteriormente, se encontró con la familia de Labán, hijo de Nacor, y a su debido tiempo se casó con dos hijas de Labán. Luego de algunos años de ausencia, Jacob finalmente regresó a Mamre, donde vivía su padre, y junto con Esaú lo enterró cuando Isaac murió a la edad de 180 años.
La vida de Isaac, aunque menos espectacular que la de Abraham, de todas formas estuvo marcada por el favor divino. Lo circuncidaron como señal de que era miembro del pacto y le debió su vida a la oportuna intervención divina cuando era joven (Gén 22:12-14). Fue obediente a la voluntad de Dios (Gén 22:6; Gén 22:9), fue un hombre de devoción y oración (Gén 26:25) y un seguidor de la paz (Gén 26:20-23). Cumplió con su rol de hijo de la promesa (Gál 4:22-23). Ver Isaac.
La vida de Jacob, el último de los tres grandes patriarcas, estuvo marcada por migraciones, tal como sucedió con sus ancestros. A pesar de que vivió en Siquem (Gén 33:18-20), en Bet-el (Gén 35:6-7) y en Hebrón (Gén 35:27), Jacob era básicamente un extranjero sin una ciudad capital.
Justo antes de la muerte de Isaac, Dios se le apareció otra vez (Gén 35:9) y renovó la promesa de su nuevo nombre. A partir de entonces Jacob habitó en Canaán y solo se fue de allí cuando sobrevino hambruna a esa tierra. José invitó a Jacob y a sus hijos a vivir en Egipto. A medida que su vida se acercaba al final se quedó ciego como su padre Isaac, pero bendijo a sus hijos a través de un testamento y última voluntad oral, luego de lo cual murió en paz. Su cuerpo fue embalsamado al estilo egipcio y sepultado en la cueva de Macpela junto a sus antepasados (Gén 49:30-33; Gén 50:1-13). A pesar de su aparente materialismo, Jacob fue una persona de profunda espiritualidad que, como Abraham, fue tenido en alta estima por sus vecinos paganos. A pesar de sus temores, se comportó de manera honorable y correcta al tratar con su avaro suegro Labán, y de la misma manera cumplió con su promesa de regresar a Bet-el. Jacob confió en que el Dios que había visto en Peniel implementaría las promesas del pacto a través de él; y cuando murió, dejó tras sí una nación claramente pujante. Ver Jacob.
Mucho se ha discutido sobre la fecha del período patriarcal. Un período antes del 2000 a.C. (Edad de Bronce temprana) pareciera demasiado anticipado y no es fácil confirmarlo haciendo referencia a evidencias arqueológicas corrientes. La Edad de Bronce media (2000-1500 a.C.) pareciera más prometedora debido a paralelos arqueológicos contemporáneos y también a que muchos sistemas de irrigación del Neguev datan de ese período. Algunos eruditos han sugerido que los patriarcas vivieron en el período de Amarna (1500–1300 a.C.), pero esto presenta problemas para fechar el éxodo. La misma objeción se aplica a la Edad de Bronce tardía (1500–1200 a.C.) como período de los patriarcas. La fecha menos probable es durante el período de los jueces o la época del rey David. Todas estas fechas no dan tiempo para que se desarrollaran las tradiciones patriarcales, y hacen imposible que Abraham, Isaac y Jacob encajen de manera realista en una cronología ya conocida. La solución más adecuada para el complejo problema de las fechas pareciera ser durante la Edad de Bronce media.

R. K. Harrison