Significado de REINO DE DIOS Según La Biblia | Concepto y Definición

REINO DE DIOS Significado Bíblico

¿Qué Es REINO DE DIOS En La Biblia?

Concepto correspondiente al gobierno real y soberano de Dios que incluye tanto el ámbito sobre el cual se ejerce el gobierno (Mat 4:8; Mat 24:7; Mar 6:23; Luc 4:5; Apo 16:10) como el desempeño de la autoridad para reinar (Luc 19:12; Apo 17:12; Apo 17:17-18). El reino de Dios es significativo para la nación de Israel, para la proclamación del evangelio y para la presencia de la iglesia. La idea constituye un punto de integración para ambos testamentos.
Antiguo Testamento
Dios gobierna soberanamente como Rey sobre todas Sus obras. Él desea que Su gobierno se reconozca mediante un lazo de amor, lealtad, espíritu y confianza. No es sorprendente, pues, que uno de los temas centrales del AT sea el reino por medio del pacto.
Este tema se revela en la primera página de las Escrituras cuando Dios crea al hombre a Su imagen. Según la gramática del texto original, el señorío sobre las criaturas que aparece en Gén 1:26 b es resultado de haber creado al hombre a imagen de Dios. Que la humanidad esté constituida por varones y mujeres nos prepara para consumar el mandamiento de ser fructíferos, y que haya sido creada a imagen de Dios nos dispone para cumplir con el mandato de señorear sobre las criaturas.
Que la humanidad esté formada por varones y mujeres no tiene nada que ver con la imagen divina. En su lugar, deberíamos entender el concepto de la imagen de Dios conforme al trasfondo del antiguo Cercano Oriente donde el emplazamiento de una estatua del rey equivalía a proclamar su dominio sobre la región donde se erigía el monumento. De manera similar, el hombre es colocado en medio de la creación como la estatua de Dios. Él constituye la prueba de que Dios es Señor de la creación. El hombre no ejerce el gobierno con despotismo arbitrario sino como un agente responsable, como administrador de Dios. Su gobierno y su deber de gobernar no son autónomos; son copias. Por lo tanto, el concepto del reino de Dios aparece en la primera página de la Biblia. Adán comienza a gobernar el mundo bajo el mando de Dios al colocarle nombre a todo lo creado que había en la tierra, del mismo modo que Dios gobernaba al ponerle nombre a todo lo creado en los cielos.
Es de especial importancia el lenguaje que se utiliza en las promesas a Abraham en Gén 12:1-20, que posteriormente fueron incorporadas al pacto que se efectuó en Gén 15:1-21. La primera promesa de Dios a Abram fue que lo convertiría en una gran nación (Gén 12:2). La última, que en Abram serían benditas todas las familias de la tierra (Gén 12:3). Dios le habla a Abram sobre convertirse en una gran nación mediante tres aspectos.
(1) El término “nación” enfatiza el concepto de un pueblo como entidad política caracterizada por factores culturales, étnicos, geográficos y sociales.
(2) En Gén 12:3, a las naciones del mundo no se las denomina “naciones” sino, más bien, “familias”. El término familia enfatiza la idea de un pueblo sin una estructura política y donde no opera ningún sistema de liderazgo gubernamental definitivo.
(3) El trasfondo de Gén 12:1-20 es el cap. Gén 11:1-32. Allí encontramos la historia de Babel, donde se observa una confianza completa y un optimismo ingenuo en cuanto a los logros y esfuerzos humanos. El hombre ocupa el centro de su mundo y puede lograr todo lo que se proponga. Esta filosofía se halla bajo juicio divino. En contraposición, Gén 12:1-20 nos presenta una estructura política puesta en acción por Dios, con Dios en el centro, y con Él como líder del gobierno y dirigente del sistema. En otras palabras, el reino de Dios comienza mediante las promesas hechas a Abraham y el pacto realizado con él (comp. Heb 11:8-10).
Cuando la familia de Abraham se convierte en nación, Dios inicia con los miembros de esta el pacto sinaítico o ley mosaica como medio para que las personas se relacionen correctamente con Dios, los unos con los otros como la verdadera humanidad creada por Dios, y con la creación como administradores divinos. Por lo tanto, el pacto es el medio para establecer el reino de Dios. El libro de Jueces demuestra que, aunque cada persona hacía lo que le parecía bien (Jue 17:6), el Señor gobernaba sobre Su pueblo como rey. Más tarde, Dios levantó un rey conforme a Su corazón y efectuó un pacto especial con David. El pacto davídico constituyó el intento del rey colocado por Dios de ubicar al pueblo de Dios, y de hecho a todas las naciones, bajo este gobierno detallado en el pacto (2Sa 7:19). En consecuencia, el rey era el intermediario del pacto y el medio para extender el gobierno de Dios.
Cuando el pueblo no cumplía con el pacto, Dios enviaba a profetas y sabios para que lo llamaran a volver a obedecer el acuerdo, las condiciones del gobierno de Dios. Sofonías, por ejemplo, basó sus advertencias en el pacto tal como se encuentra en Deuteronomio (comp. Sof 1:2 y Deu 32:22; Sof 1:3 y Deu 28:21; Sof 1:4-6 y Deu 28:45; Sof 1:8-13 y Deu 28:45; Sof 1:13 y Deu 28:30; Deu 28:39; Sof 1:15 y Deu 28:53; Deu 28:55; Deu 28:57). Más aún, la estructura literaria de Sofonías “es un quiasmo”, donde Sof 2:11 es el centro del libro: “y así hasta las naciones más remotas se postrarán en adoración ante él, cada cual en su propia tierra” (NVI). La teología de Sofonías, entonces, se puede resumir mediante el tema: el reino por medio del pacto.
Aunque los profetas procuraron hacer que el pueblo regresara al pacto, el sinaítico (ley de Moisés) no consiguió cumplir con la meta de establecer el reino de Dios porque, de hecho, no garantizaba ni podía garantizar la obediencia del pueblo. Por lo tanto, los profetas comenzaron a hablar sobre un nuevo pacto (Jer 31:1-40) donde el gobierno de Dios era garantizado por un pueblo obediente. Cuando la historia puso en evidencia el fracaso del linaje davídico de reyes, cada vez comenzó a destacarse más la esperanza de un rey futuro junto con la promesa de un nuevo pacto mediante el cual el reino de Dios sería reconocido en el corazón de Su pueblo en una nueva creación, una nueva humanidad en un cielo nuevo y una tierra nueva.
El AT concluye (en el canon hebreo) con Crónicas, un libro que se centra en los reyes rectos como ideal del Mesías futuro en quien Yahvéh verdaderamente iba a ser Señor sobre Su pueblo y sobre toda la creación. De modo que las últimas palabras del AT llaman de entre el pueblo a un constructor del templo que convierta en realidad esta esperanza; probablemente el Mesías (2Cr 36:23).
Nuevo Testamento
En el NT, la máxima revelación del gobierno de Dios se halla en la persona de Jesucristo. Su nacimiento fue anunciado como el de un rey (Luc 1:32-33). El ministerio de Juan el Bautista preparó la venida del reino de Dios (Mat 3:2). La crucifixión se consideró como la muerte de un rey (Mar 15:26-32).
Jesús predicó que el reino de Dios se había acercado (Mat 11:12). Sus milagros, predicación, perdón de pecados y resurrección son muestra anticipada del gobierno soberano de Dios en esta era oscura y maligna.
El reino de Dios se manifestó en la iglesia. Jesús encomendó hacer discípulos sobre la base de Su autoridad real (Mat 28:18-20). El sermón de Pedro en Pentecostés enfatizó que un descendiente de David iba a ocupar su trono para siempre, promesa que se cumplió con la resurrección de Cristo (Hch 2:30-32). Los creyentes son trasladados de la potestad de las tinieblas al reino del Hijo de Dios (Col 1:13).
El reino de Dios se puede entender en base a los conceptos de “reino” o “ámbito”. Reino da la idea de que Dios ejerce autoridad divina sobre Sus súbditos/reino. Ámbito sugiere ubicación, y la esfera de Dios es universal. El reinado de Dios alcanza todas las cosas. Él es universalmente soberano sobre las naciones, la humanidad, los ángeles, el dominio de las tinieblas y sus habitantes, e incluso sobre el cosmos, los creyentes individuales y la iglesia.
En el AT, el reino de Dios abarca pasado, presente y futuro. El reino de Dios tenía implicancias en el estado teocrático. El reino de Dios “ya” está presente pero todavía no se completó plenamente como realidad presente y futura. El reino se inauguró con la encarnación, la vida, el ministerio, la muerte y la resurrección de Jesús. En cierto modo, las bendiciones del reino de Dios son una posesión presente. En la actualidad, la gente encuentra el reino de Dios y entra en él. Dios ahora manifiesta Su gobierno de autoridad en la vida de Su pueblo. No obstante, el reino de Dios aguarda la concreción plena. El pueblo de Dios aún padece sufrimientos y tribulaciones. Las dificultades cesarán una vez que se haya consumado en plenitud. En la actualidad, los ciudadanos del reino moran junto a los habitantes del reino de las tinieblas. Dios finalmente disipará toda oscuridad. La herencia definitiva de los ciudadanos del reino de Dios aún tiene que consumarse. La resurrección corporal a la vida en el reino escatológico es una bendición que aguarda cumplimiento.
El reino de Dios es de naturaleza soteriológica, expresada en la redención de seres humanos caídos. El reino de Cristo instituyó la destrucción de todos los poderes malignos y hostiles a la voluntad de Dios. Satanás, el “dios de este siglo”, junto con su hueste demoníaca, procura mantener en oscuridad el corazón de los individuos. Cristo ha derrotado a Satanás y a los poderes de las tinieblas, y libera a los creyentes. Aunque Satanás aún se halla activo en esta oscuridad presente, su conquista definitiva y su destrucción están aseguradas por medio de la muerte sacrificial y la resurrección de Cristo. Los pecadores entran al reino de Dios mediante la regeneración.
Muchas parábolas de Jesús enfatizan la naturaleza misteriosa del reino de Dios. Por ejemplo, una insignificante semilla de mostaza crece hasta convertirse en un árbol, del mismo modo en que el reino de Dios va a crecer mucho más allá de como se inició (Mat 13:31-32). El reino de Dios es como la semilla que se dispersa en el suelo. Algunas semillas caen en tierra buena, echan raíces y crecen. Sin embargo, otras caen en terreno duro y rocoso y no crecen. De la misma manera, el reino echará raíces en el corazón de algunos, pero otros lo rechazarán y no dará fruto (Mat 13:3-8). Así como el trigo y la cizaña crecen conjuntamente sin que se pueda distinguir uno de otra, también los hijos del reino de Dios y los del reino de las tinieblas crecen juntos en el mundo hasta que Dios finalmente los separe (Mat 13:24-30; Mat 13:36-43).
Aunque están íntimamente relacionados, el reino y la iglesia son diferentes. El teólogo George Eldon Ladd identificó cuatro elementos en la relación entre el reino de Dios y la iglesia.
(1) El reino de Dios crea a la iglesia.
(2) El gobierno redentor de Dios se manifiesta sobre la iglesia y a través de ella.
(3) La iglesia es “guardián” del reino.
(4) La iglesia también da testimonio del gobierno divino de Dios.
El reino de Dios es obra de Dios y no producto de la ingenuidad humana. Dios lo trajo al mundo por medio de Cristo, y en la actualidad obra a través de la iglesia. Esta predica el reino de Dios y anticipa su consumación final. Ver Jesucristo; Salvación.

Peter Gentry y Stan Norman