Significado de TIERRA Según La Biblia | Concepto y Definición

TIERRA Significado Bíblico

¿Qué Es TIERRA En La Biblia?

En el AT, varios términos se traducen “tierra” o “nación”. La palabra principal erets a menudo se distingue del otro término importante adamah porque indica un territorio geográfico o político (Gén 11:28, “la tierra de su nacimiento”; Gén 13:10, “la tierra de Egipto”; Gén 36:43 “la tierra de su posesión”), si bien ambas palabras pueden denotar la superficie del terreno, el suelo que sostiene la vegetación y toda la vida (Gén 1:11-12, erets; Deu 26:2, adamah; Gén 2:5-6, ambos). Cuando no se especifica claramente a través de un modificador, suele ser difícil decidir si erets se refiere a toda la tierra o solamente a una parte. Sin embargo, por lo general adamah no alude a toda la tierra (pero ver por ej. Gén 12:3 y Gén 28:14, “todas las familias de la tierra [adamah]”). Otros términos relacionados son yabbasha (Gén 1:10 : “y llamó Dios a lo seco [yabbasha] Tierra” [erets]); sadeh (“campo”, Gén 2:5), y migrash (“tierras de pasto”, Lev 25:34 LBLA). En la LXX y en el NT, ge es el equivalente habitual de erets, y oikoumene se traduce a veces “tierra habitada”. Entre los diversos sentidos asociados a tierra y nación, la tierra y la nación de Israel en la teología bíblica se destacan de manera prominente.
La tierra se vincula íntimamente tanto con Dios como con la humanidad. La frase “los cielos y la tierra” se refiere a la totalidad del orden creado (Gén 1:1; Gén 2:4). Como Creador, Yahvéh es el Dios universal, Soberano, y Dueño de los cielos y la tierra (Gén 14:19; Gén 24:3; Éxo 9:14-16; Éxo 9:29; Éxo 19:5; Deu 4:39; Jos 3:11; Sal 24:1; Isa 48:13). Él es también el Juez de toda la tierra (Gén 18:25; 1Sa 2:10; Isa 24:1-23) y su Sustentador (Sal 104:10-21; Sal 104:27-30). Al mismo tiempo, Dios trasciende Su creación (Isa 40:12; Isa 40:22; Isa 66:1-2; comp. 1Re 8:27; 2Cr 2:6).
La tierra es el lugar de morada que Dios le dio a la humanidad (Gén 1:28-29; Gén 9:1-3; Sal 115:16). El hombre [adam] fue formado del polvo de la tierra (adamah; Gén 2:7) para atenderla (‘bd) y cuidarla (shmr) (Gén 2:15); de esa manera quedan ligados el destino de la tierra y el de la humanidad. La tierra (adamah) fue maldecida por causa de la rebelión de Adán y Eva (Gén 3:17-19). Cuando Dios vio que se había corrompido a causa de la maldad del ser humano, envió un diluvio para destruirla (Gén 6:1-22; Gén 9:11; comp. Isa 24:5-6). Cuando los hijos de Dios se manifiesten (con la redención de nuestros cuerpos en la resurrección final), también la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción (Rom 8:19-23), y habrá “nuevos cielos y nueva tierra” (Isa 65:17; 2Pe 3:13; Apo 21:1).
Con el pacto abrahámico, Dios redujo el enfoque de Su misión redentora (el pacto con Noé confirmó implícitamente una nueva creación [Gén 8:17; Gén 9:7], pero no puso fin a la rebeldía humana puesta de manifiesto en Babel). Sin embargo, la promesa a Abraham y a sus descendientes de darles una tierra específica, Canaán (Gén 12:7; Gén 13:15; Gén 13:17; Gén 15:7; Gén 17:8; Gén 26:3-4; Gén 35:12; Gén 48:4; Gén 50:24), va acompañada de la promesa de bendecir a “todas las familias de la tierra” (Gén 12:3; Gén 28:14; “todas las naciones de la tierra” en Gén 22:18 y Gén 26:4). Israel debía obedecer a Jehová en su tierra de la misma manera que la humanidad tenía que hacerlo en toda la tierra, pero no lo hizo. La buena tierra le fue dada a Israel como posesión (Deu 9:6), con una provisión abundante (“tierra que fluye leche y miel”, por ej., Éxo 3:8; Núm 13:27; comp. Deu 8:7-9; Deu 11:10-12) y para descansar de la peregrinación (Jos 1:13; comp. Deu 12:9).
En la historia de Israel, las bendiciones y las maldiciones de la tierra reflejaban la obediencia o la rebelión de Israel hacia Jehová. Los profetas empleaban figuras de una tierra enlutada como resultado de las malas obras de la gente (Ose 4:1-3; Jer 12:4; Jer 23:10; Amó 1:2). A los israelitas se les advirtió que, si imitaban la maldad de los cananeos, la tierra los vomitaría de la misma manera que los había vomitado a ellos (Lev 18:25-28). Las maldiciones incluidas en el pacto, que culminaron con la expulsión de la tierra y la dispersión entre las naciones por causa de la desobediencia (Lev 26:32-39; Deu 28:63-65), cayeron primero sobre el Reino del Norte (2Re 17:6-23; Amó 7:11) y luego sobre el Reino del Sur, de Judá (2Re 23:26-27; Jer 7:15). Sin embargo, Jehová prometió restaurar la tierra (por ej., Isa 14:1; Isa 27:12-13; Jer 16:15; Jer 23:8; Eze 28:25; Amó 9:15; Sof 3:10), lo que ocurrió en forma parcial bajo el liderazgo de Zorobabel, de Esdras y de Nehemías.
En el NT, la proclamación se concentra en el reino de Dios y en Jesucristo como Su encarnación (son raras las referencias a la Tierra Prometida: por ej., Hch 7:3-7; Hch 13:17-19; Heb 11:9). Algunos argumentan que la tierra no es un asunto que interese al NT. Es más probable que el símbolo de la tierra se universalice a la luz de Cristo. Abraham y sus descendientes heredarán la tierra (Rom 4:13; comp. Mat 5:5 donde “la tierra” al parecer se equipara con el “reino de los cielos”, Mat 5:3; Mat 5:10 y Mat 25:34; Mat 25:46, donde el reino heredado se presenta como el contexto para la entrada a la vida eterna). Usando el modelo de un éxodo seguido por la posesión de la tierra, el Padre “nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo” (Col 1:12-13; comp. 1Pe 1:3-5). Abraham y otros creyentes del AT buscaban y anhelaban una patria mejor, celestial (Heb 11:13-16). La redención del pueblo de Dios incluirá la redención de toda la creación como Su herencia (Rom 8:14-25). Mientras tanto, a fin de entrar en su reposo, los que pertenecen a Dios deben responder con suma obediencia a la gracia de Dios (Heb 4:1-11).
¿Disfrutarán los judíos una restauración a su tierra, tal vez en un futuro milenio? La respuesta depende en parte de la manera como se interprete la profecía del AT y también de la posición en cuanto a escatología (por ej., si Apo 20:1-15 se refiere en forma literal a un milenio futuro y si las profecías veterotestamentarias se cumplirán en ese momento de una manera más literal para los judíos). Sin embargo, el énfasis del NT gira en torno a la inauguración del reino de Dios con la primera venida de Cristo y a Su consumación cuando Él regrese. En el nuevo cielo y la nueva tierra, donde Dios habita en armonía con Su pueblo, la creación y la redención de la humanidad y de la tierra, y la promesa de Dios de que la tierra y Su pueblo entrarán a la bendición, al reposo y la vida eterna, alcanzarán su meta final (Apo 21:1-27; Apo 22:1-21).

Randall K. J. Tan