¿Cómo Llevar La Cruz De Los Demás? ¿Qué Dice La Biblia?

Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, a que le llevase la cruz (Marcos 15:21).

Este versículo nos muestra una escena muy conmovedora y significativa en la historia de la salvación. Jesús estaba cargando su cruz hacia el lugar donde iba a ser crucificado, pero estaba tan débil y agotado por los azotes y las burlas que recibió que ya no podía más. Entonces los soldados romanos tomaron a un hombre que pasaba por ahí y lo obligaron a cargar la cruz por él.

¿Quién era ese hombre? Su nombre era Simón de Cirene. Era un judío que vivía en una ciudad llamada Cirene, en el norte de África. Probablemente, había venido a Jerusalén para celebrar la Pascua junto con otros miles de peregrinos. Tal vez tenía planes de visitar el templo o de encontrarse con sus familiares o amigos. Pero todo cambió cuando se cruzó con Jesús.

Simón no sabía quién era Jesús ni qué había hecho para merecer esa condena tan cruel. Tal vez pensó que era un criminal o un rebelde contra el imperio romano. Tal vez sintió miedo o vergüenza al verse involucrado en esa situación tan violenta y humillante. Tal vez se resistió o protestó al principio, pero no tuvo opción sino obedecer.

Lo que Simón no sabía era que ese encuentro iba a cambiar su vida para siempre. Al cargar la cruz de Jesús, entró en contacto con el amor más grande del mundo: el amor de Dios hecho carne en su Hijo amado. Al cargar la cruz de Jesús, participó en el misterio más profundo del universo: el misterio de la redención del pecado y la muerte por medio del sacrificio voluntario del Cordero inmaculado. Al cargar la cruz de Jesús, se convirtió en testigo privilegiado del acontecimiento más importante de la historia: el acontecimiento que abrió las puertas del cielo para toda la humanidad.

La Biblia nos dice que Simón tenía dos hijos: Alejandro y Rufo (Marcos 15:21). Esto nos indica que después de ese día él les contó a sus hijos lo que había vivido junto a Jesús y los educó en la fe cristiana. De hecho, algunos estudiosos creen que esos dos hijos eran conocidos por los primeros cristianos y mencionados por Pablo en su carta a los Romanos (Romanos 16:13). Esto nos muestra cómo Simón pasó de ser un desconocido a ser un discípulo.

¿Qué podemos aprender nosotros de esta historia?

Podemos aprender que Dios puede usar cualquier circunstancia para acercarnos a él y transformarnos por su gracia. Podemos aprender que Dios nos llama a seguir a Jesús cargando nuestra propia cruz cada día con amor y paciencia (Lucas 9:23). Aprendemos también que Dios nos invita a ayudar a nuestros hermanos y hermanas que sufren cargando sus cruces con compasión y solidaridad (Gálatas 6:2).

No sabemos cuándo ni cómo Dios puede poner en nuestro camino una oportunidad para llevar la cruz de los demás. Puede ser una persona enferma o anciana que necesita nuestro cuidado; puede ser un familiar o amigo que atraviesa una crisis o una dificultad; puede ser un desconocido o un necesitado al que podemos ofrecerle una palabra o un gesto de consuelo; puede ser alguien con quien tenemos algún conflicto o rencor al que podemos perdonar y reconciliarnos; puede ser alguien con quien compartimos nuestra fe o nuestra misión al que podemos animar y apoyar.

Sea cual sea el caso, recordemos siempre las palabras de Jesús: «En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mateo 25:40).