Detrás de un puesto bien atractivo de ventas de frutas, se encontraba una jovencita de catorce años. Estaba absorta en la lectura de la Biblia, por lo que no escucho los pasos de un caballero que se acercaba. La pregunta que le hizo la sorprendió: -¿Qué estás leyendo con tanto interésí
Tímidamente la niña contestó:
-La Palabra de Dios, señor.
-¿Quién te dijo que la Biblia es La Palabra de Diosí
-Dios mismo me lo dijo-contestó en su inocencia de niña.
-¿Que Dios te lo dijo? ¡Imposible! ¿Cómo te lo dijo? Tú nunca lo has visto, tampoco has hablado con Él. ¿Como pues pudo Dios decirte que la Biblia es Su Palabra?.
Por momentos la niña titubeaba confundida y sin saber que decir. El hombre, que era ateo y se deleitaba en desafiar a la gente respecto a su fe en las Escrituras, se sintió satisfecho creyendo que había logrado confundir a la sencilla jovencita.Ella sin embargo, de pronto se incorporó y su rostro se iluminó con una respuesta. Se ruborizó ligeramente cuando preguntó:- Señor ¿ quien le dijo a usted que hay un sol más allá del cielo azul?
¿Quién me lo dijo¿?- respondió el hombre, con una sonrisa un tanto despreciativa, pues suponía que la jovencita estaba tratando de ocultar su ignorancia tras una pregunta irrelevante-. Nadie me lo dijo; no necesito que nadie me lo diga. El sol habla por si mismo, me calienta y me encanta su luz. Eso es suficiente.
-Señor- exclamó la jovencita, mientras se ponía de pié y se apretaba las manos-, usted lo dijo; lo mismo que dijo del sol se puede decir de la Biblia. Así también Dios me dice que la Biblia es su Palabra. Yo la leo, y ella calienta mi corazón y me da luz, y nadie fuera de Dios puede impartir un calor y luz así a través de las páginas de un libro. Tiene que ser su Libro. Yo no necesito más pruebas; eso es suficiente para mí señor. Tan cierto como el sol que brilla en el cielo. Dios brilla a través de este Libro.El ateo se detuvo avergonzado. La fe profunda y sincera de la jovencita vendedora de frutas lo asombró. Con su astucia él podía sembrar dudas en la mente de las personas que solamente tenían un conocimiento superficial de que la Biblia es la Palabra de Dios, pero el poder de la Palabra de Dios que la jovencita experimentaba en su corazón era una evidencia que el ateo no podía contradecir
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[Grafica Cristiana] El ateo y la vendedora de frutas
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