El Salmo 91:4 nos presenta una imagen poderosa de la protección de Dios: «Él te cubrirá con Sus plumas, y bajo Sus alas podrás esconderte. Su verdad será vuestro escudo y protección». Este versículo nos revela la ternura y el cuidado que Dios tiene hacia nosotros, comparándolo con el amoroso refugio que una madre ave brinda a sus polluelos.

Nuestro cuerpo, incluyendo nuestra piel, es una maravillosa creación de Dios. La piel es el órgano más grande y cumple diversas funciones esenciales. Además de proteger nuestros huesos y músculos, también nos ayuda a percibir el entorno y a regular la temperatura de nuestro cuerpo. La piel actúa como un escudo que nos guarda de lesiones y enfermedades.

Así como nuestra piel nos protege físicamente, Dios es nuestro escudo en todas las áreas de nuestra vida. La Biblia está llena de promesas de Dios que nos aseguran Su cuidado y protección. En Salmo 18:30 leemos: «Las palabras del Señor son puras. Él es un escudo para aquellos que confían en Él». También encontramos en Salmo 33:20: «Él es nuestra ayuda, nuestro escudo para protegernos».

Cuando enfrentamos momentos de miedo o amenaza, podemos correr hacia Dios y encontrar refugio bajo Sus alas protectoras. Él es nuestro refugio seguro y confiable en medio de cualquier circunstancia. Confiar en Él y buscar Su protección nos brinda paz y seguridad.

Dios conoce cada detalle de nuestro ser, incluso el número de cabellos en nuestra cabeza. Jesús nos enseñó en Lucas 12:6-7 que Dios se preocupa incluso por los más pequeños detalles de Su creación. Si Él se preocupa por los gorriones y conoce el número de nuestros cabellos, cuánto más nos cuidará y protegerá en nuestras dificultades.

Cuando atravesamos momentos difíciles, es posible que sintamos que Dios nos ha olvidado. Aunque, esa es una mentira del enemigo. Dios nunca nos abandona, Él siempre está a nuestro lado. Él conoce nuestras necesidades y lucha por nosotros. Podemos confiar en que Él está obrando en nuestras vidas de la mejor manera posible.

Que podamos estar maravillados ante la obra de Dios en la creación de nuestra piel y cabello. Que recordemos que Él es nuestro protector y defensor en todo momento. Que confiemos en Su amor y cuidado, sabiendo que Él nunca nos olvida y está siempre presente.

Oremos: Querido Dios, gracias por Tu maravillosa creación de nuestra piel y cabello. Te agradecemos por ser nuestro escudo y protector. Encomendamos nuestras vidas en Tus manos, confiando en Tu amor y cuidado constante. Que siempre estemos asombrados por Tu obra en nuestras vidas y que busquemos refugio en Ti en todo momento. En el nombre de Jesús, Amén.

Que la paz y la certeza de la protección de Dios te acompañen siempre.

Mil Bendiciones,