En un giro radical sin precedentes y absolutamente espeluznante, los implacables líderes del Partido Comunista Chino (PCCh) han desatado su última arma tecnológica en su continua campaña para reprimir la libertad religiosa: ¡un sistema de permisos de culto con base digital! Sí, así como lo lees, los fieles cristianos ahora tienen que solicitar permiso a través de una aplicación del estado para ejercer su derecho a adorar.

Este nuevo mecanismo de control, que parece sacado de una distopía digital, no solo se aplica a las iglesias «clandestinas», ya perseguidas por el régimen por negarse a doblegarse ante el control opresivo de la dictadura comunista. Ahora, incluso las iglesias que habían logrado legalizarse tienen que soportar la mirada ominosa de la Big Brother digital del PCCh.

Este sistema de control parece ser una extensión insidiosa del perverso sistema de crédito social, que el Partido Comunista ha utilizado para mantener a los ciudadanos chinos bajo el pulgar desde 2014. Esta táctica orwelliana emplea el reconocimiento facial y digital, así como la vigilancia en línea, para evaluar a los ciudadanos con base en su comportamiento político. Aquellos que no se conforman con las expectativas del Partido se encuentran con severas restricciones sociales y económicas.

De acuerdo con la organización Open Doors, que monitorea la persecución religiosa en todo el mundo, esta nueva estrategia ha catapultado a China al número 16 en su lista de las naciones que más persiguen a los seguidores de Jesús. El aumento de la vigilancia y las restricciones cada vez más duras están sometiendo a los cristianos chinos a una presión increíble.

En conclusión, parece que el león del autoritarismo comunista está afinando sus garras y redoblando sus esfuerzos para desgarrar el tejido de la libertad religiosa. Pero no debemos olvidar: «La fe es la victoria que vence al mundo». Por lo tanto, la interrogante desafiante que queda es: ¿Esta nueva maniobra draconiana sofocará el espíritu de los fieles, o solo avivará las llamas de su fe y resistencia? ¡El tiempo lo dirá!