Como Pastor, he compartido casi 15 años de matrimonio con mi amada Regiane, y juntos hemos sido agraciados con nuestros dos preciosos hijos, Aimee y Jean Luca. Nuestra morada se encuentra en la vibrante ciudad de São Paulo, Brasil. Como Pastores, guiando la congregación de la iglesia Sem Placas en la encantadora ciudad de Jundiaí, deseo compartir una reflexión sobre la maravillosa y profunda naturaleza del amor en nuestras vidas diarias, un tema que se entrelaza con los versículos sagrados de la Biblia.

La escritura en Proverbios 30:18-19 nos dice, «Tres cosas me son ocultas; Aun tampoco sé la cuarta: El rastro del águila en el aire; El rastro de la culebra sobre la peña; El rastro de la nave en medio del mar; Y el rastro del hombre en la doncella» Este pasaje bíblico nos señala cuán asombroso e insondable es el amor.

Los momentos más memorables a menudo se encuentran en lo común, en lo ordinario. Recuerdo una noche normal, con nuestros hijos alrededor, disfrutando de nuestra pequeña ciudad y la sencillez de la vida. No fue una noche espectacular, pero la alegría que irradian nuestros hijos como estrellas y el amor que compartimos mi esposa y yo hicieron de esa noche algo superespecial.

Estos momentos parecen ser lo que realmente nos une, más que los grandes eventos de nuestras vidas. La belleza, a menudo, se encuentra en lo común, en lo ordinario. A lo largo de los años, hemos compartido innumerables caminatas bajo el sol, noches de enfermedad, compras de última hora y también hemos soñado y llorado juntos.

«Nadie tiene un amor mayor que este, que uno dé su vida por sus amigos» Juan 15:13. Este versículo encapsula nuestra historia. Nos conocimos en la iglesia, nos casamos cuando ella tenía 22 años y, desde entonces, nuestra vida ha girado en torno a criar a nuestros hijos y en la rutina de nuestro matrimonio. En lo cotidiano es donde reside nuestro amor.

A menudo, la cultura nos dice que los matrimonios debe ser siempre picantes, pervertidos y llenos de engaños, pero las Escrituras nos enseñan de otra manera. Salmos 37:3 nos aconseja «Confía en el Señor, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad». Esto significa que debemos encontrar alegría en lo ordinario y en lo diario, en lavar los platos, pagar las facturas y en criar a nuestros hijos.

«El que halla esposa halla el bien, Y alcanza la benevolencia del Señor» Proverbios 18:22. ¿Deseas más momentos ordinarios? ¿Los valoras en tu matrimonio? No caigas en la trampa de creer que el matrimonio solo se trata de grandes momentos de sexo erótico, bailes y otros momentos de Hollywood o Instagram. En lo ordinario se encuentra el amor. Dios nos hizo para anhelar un amor tangible, para compartir sueños, para discutir presupuestos, para enfrentar las tareas diarias juntos.

Por tanto, te invito a reflexionar. ¿Estás buscando los grandes momentos en tu matrimonio o estás disfrutando de los momentos ordinarios? ¿Cuándo fue la última vez que encontraste alegría en ir al mercado juntos o en lavar la loza? Te desafío a encontrar la belleza en lo ordinario y a fomentarla en tu matrimonio, porque es ahí donde realmente reside el amor.