Para reflexionar…(26/09/06)
Cambiando la Avaricia Por el Amor

«Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que
ten?is ahora; porque Él dijo: No te desamparar?, ni te
dejar?» (Hebreos 3:5).

Cierto hacendado era reconocido por todos como
extremadamente avariento e indiferente a las necesidades de
los más humildes. Un día Él tuvo un encuentro con Dios. Un
pobre hombre, agotado y hambriento, sin nada en casa para la
familia, lo busc? poco después de su conversi?n para pedir
ayuda. El hacendado, ahora nueva criatura en Cristo, crey?
que ven?a a ayudar a aquel hombre y resolvió coger un algo
en su despensa para que el hombre llevase para su casa.
Mientras fue buscar los alimentos, el demonio susurr? en su
o?do: «D? a Él un algo peque?a que estar? muy bueno.» Él se
quedó en duda si deb?a coger un paquete o dos del mucho que
pose?a pero acab? llenando una grande sacola con qué tenía
de mejor. «Es un bobo,» torn? a hablarle el demonio. «Si
usted no se pone quieto,» contestó el hacendado, «dará a Él
todo lo que tengo en esta dispensa.»

Cu?ntas veces nos vemos actuando de forma avarienta y
gananciosa en todas las circunstancias en las cuales nos
envolvemos.Queremos tener el mejor y no concordamos que
otros también lo tengan. Queremos tener más y más, aun
cuando de casi todo ni necesitemos, y no nos importamos si
las personas que nos rodean están sin siquiera el m?nimo
para su bienestar. Qu? nos importa es lo que si suma a cada
día en la «despensa» de nuestros b?rtulos personales.

Y el ego?smo que toma cuenta de nosotros no se restringe
apenas a los b?rtulos materiales. Queremos tener más
atenci?n que los otros. Queremos recibir más cari?o que
nuestros parientes y amigos. Queremos hasta que sientan más
cuita de nosotros de lo que los otros. Si las cosas no
acontecen según anhelamos, cerramos el semblante,
distribuimos malhumor y, como grandes v?ctimas, nos
recogemos a un canto cual si fu?semos las más infelices de
las criaturas.

Si usted cree que la avaricia y a gan?ncia están tomando
cuenta de su vida, empiece a actuar como el hacendado de
nuestra historieta. Si no lo hace, ser? verdaderamente
infeliz. Caso quiera experimentar la transformaci?n que el
Señor produce en el corazón, ver? que además de la bendición
de la salvaci?n usted tendr? la alegr?a y el regocijo que Su
amor proporciona cuando aprendemos que compartir es bien
mejor de lo que la gan?ncia de pensar apenas en nosotros
mismos.

Paulo Barbosa
Un ciego en el Internet
Autor de los libros(en Portugués): Despertando Para
Misiones, Mensajes Para el Corazón y Un Rayo de Sol Para
Días Sombríos
[email protected]
¡Sonría, Jesus te ama!

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