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    Números 11 - Biblia al día 1989

    Jehová envía codornices

    1. Un día, el pueblo se quejó de sus penalidades que estaba sufriendo. Al oírlos el Señor, ardió en ira y su fuego consumió los alrededores del campamento.

    2. Entonces el pueblo clamó a Moisés, y éste oró al Señor por ellos y el fuego se apagó.

    3. Por eso aquel lugar llegó a ser conocido como Taberá, pues el fuego del Señor ardió entre ellos.

    4. Al populacho que iba con ellos le vino un apetito voraz. Y también los israelitas volvieron a llorar, y dijeron: «¡Quién nos diera carne!

    5. ¡Cómo echamos de menos el pescado que comíamos gratis en Egipto! ¡También comíamos pepinos y melones, y puerros, cebollas y ajos!

    6. Pero ahora, tenemos reseca la garganta; ¡y no vemos nada que no sea este maná!»

    7. A propósito, el maná se parecía a la semilla del cilantro y brillaba como la resina.

    8. El pueblo salía a recogerlo, y lo molía entre dos piedras, o bien lo machacaba en morteros, y lo cocía en una olla o hacía pan con él. Sabía a pan amasado con aceite.

    9. Por la noche, cuando el rocío caía sobre el campamento, también caía el maná.

    10. Moisés escuchó que las familias del pueblo lloraban, cada una a la entrada de su tienda, con lo cual hacían que la ira del Señor se encendiera en extremo. Entonces, muy disgustado,

    11. Moisés oró al Señor:—Si yo soy tu siervo, ¿por qué me perjudicas? ¿Por qué me niegas tu favor y me obligas a cargar con todo este pueblo?

    12. ¿Acaso yo lo concebí, o lo di a luz, para que me exijas que lo lleve en mi regazo, como si fuera su nodriza, y lo lleve hasta la tierra que les prometiste a sus antepasados?

    13. Todo este pueblo viene llorando a pedirme carne. ¿De dónde voy a sacarla?

    14. Yo solo no puedo con todo este pueblo. ¡Es una carga demasiado pesada para mí!

    15. Si éste es el trato que vas a darme, ¡me harás un favor si me quitas la vida! ¡Así me veré libre de mi desgracia!

    16. El Señor le respondió a Moisés:—Tráeme a setenta ancianos de Israel, y asegúrate de que sean ancianos y gobernantes del pueblo. Llévalos a la Tienda de reunión, y haz que esperen allí contigo.

    17. Yo descenderé para hablar contigo, y compartiré con ellos el Espíritu que está sobre ti, para que te ayuden a llevar la carga que te significa este pueblo. Así no tendrás que llevarla tú solo.

    18. »Al pueblo sólo le dirás lo siguiente: “Santificaos para mañana, pues váis a comer carne. Vosotros llorastéis ante el Señor, y le dijisteis: ‘¡Quién nos diera carne! ¡En Egipto la pasábamos mejor!’ Pues bien, el Señor os dará carne, y tendréis

    19. No la comeréis un solo día, ni dos, ni cinco, ni diez, ni veinte,

    20. sino todo un mes, hasta que os salga por las narices y os provoque náuseas. Y esto, por haber despreciado al Señor, que está en medio de vosotros, y por haberle llorado, diciendo: ‘¿Por qué tuvimos que salir de Egipto?’ ”

    21. Moisés replicó:—Me encuentro en medio de un ejército de seiscientos mil hombres, ¿y tú hablas de darles carne todo un mes?

    22. Aunque se les degollaran rebaños y manadas completas, ¿les alcanzaría? Y aunque se les pescaran todos los peces del mar, ¿eso les bastaría?

    23. El Señor le respondió a Moisés:—¿Acaso el poder del Señor es limitado? ¡Pues ahora verás si te cumplo o no mi palabra!

    24. Moisés fue y le comunicó al pueblo lo que el Señor le había dicho. Después juntó a setenta ancianos del pueblo, y se quedó esperando con ellos alrededor de la Tienda de reunión.

    25. El Señor descendió en la nube y habló con Moisés, y compartió con los setenta ancianos el Espíritu que estaba sobre él. Cuando el Espíritu descansó sobre ellos, se pusieron a profetizar. Pero esto no volvió a repetirse.

    26. Dos de los ancianos se habían quedado en el campamento. Uno se llamaba Eldad y el otro Medad. Aunque habían sido elegidos, no acudieron a la Tienda de reunión. Sin embargo, el Espíritu descansó sobre ellos y se pusieron a profetizar dentro del

    27. Entonces un muchacho corrió a contárselo a Moisés:—¡Eldad y Medad están profetizando dentro del campamento!

    28. Josué hijo de Nun, siervo de Moisés desde su juventud, exclamó:—¡Moisés, señor mío, deténlos!

    29. Pero Moisés le respondió:—¿Estás celoso por mí? ¡Cómo quisiera que todo el pueblo del Señor profetizara, y que el Señor pusiera su Espíritu en todos ellos!

    30. Entonces Moisés y los ancianos regresaron al campamento.

    31. El Señor desató un viento que trajo codornices del mar y las dejó caer sobre el campamento. Las codornices cubrieron los alrededores del campamento, en una superficie de casi un día de camino y a una altura de casi un metro sobre la superficie

    32. El pueblo estuvo recogiendo codornices todo ese día y toda esa noche, y todo el día siguiente. ¡Ninguno recogió menos de dos toneladas! Después las distribuyeron por todo el campamento.

    33. Ni siquiera habían empezado a masticar la carne que tenían en la boca cuando la ira del Señor se encendió contra el pueblo y los hirió con gran mortandad.

    34. Por eso llamaron a ese lugar Quibrot Hatavá, porque allí fue sepultado el pueblo glotón.

    35. Desde Quibrot Hatavá el pueblo partió rumbo a Jazerot, y allí se quedó.