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miércoles, julio 17, 2024
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    2 Samuel 19 - Biblia de Jerusalem 3-Edicion

    David vuelve a Jerusalén

    1. Entonces el rey se estremeció. Subió a la estancia que había encima de la puerta y rompió a llorar. Decía mientras caminaba: "¡Hijo mío, Absalón; hijo mío, hijo mío, Absalón! ¡Quién me diera haber muerto en tu lugar, Absalón, hijo mío, hijo mío!"

    2. Avisaron a Joab: "Mira que el rey está llorando y lamentándose por Absalón."

    3. La victoria se trocó en duelo aquel día para todo el pueblo, porque aquel día supo el pueblo que el rey estaba desolado por su hijo.

    4. Y aquel día fue entrando el ejército a escondidas en la ciudad, como cuando va a escondidas un ejército que huye avergonzado de la batalla.

    5. El rey, tapado el rostro, decía con grandes gemidos: "¡Hijo mío, Absalón; Absalón, hijo mío, hijo mío!"

    6. Entró Joab en la casa, donde el rey, y le dijo: "Estás hoy cubriendo de vergüenza el rostro de todos tus servidores, que han salvado hoy tu vida, la vida de tus hijos y tus hijas, la vida de tus mujeres y la vida de tus concubinas,

    7. porque amas a los que te aborrecen y aborreces a los que te aman; hoy has demostrado que nada te importan tus jefes ni tus soldados; ahora comprendo que si Absalón viviera y todos nosotros hubiéramos muerto hoy, te habría parecido bien.

    8. Ahora, pues, levántate, sal y habla al corazón de tus servidores, porque por Yahvé te juro que, si no sales, no quedará contigo esta noche ni un hombre, y esto sería para ti mayor calamidad que cuantas vinieron sobre ti desde tu juventud hasta hoy."

    9. Se levantó el rey y vino a sentarse a la puerta. Se avisó a todo el ejército: "El rey está sentado a la puerta", y todo el ejército se presentó ante el rey. Israel había huido cada uno a su tienda.

    10. Y todo el pueblo discutía en todas las tribus de Israel diciendo: "El rey nos libró de nuestros enemigos y nos salvó de manos de los filisteos y ahora ha tenido que huir del país, lejos de Absalón.

    11. Pero Absalón, a quien ungimos por rey nuestro, ha muerto en la batalla. Así pues, ¿por qué estáis sin hacer nada para traer al rey?" [12b] Llegaron hasta el rey estas palabras de todo Israel;

    12. y el rey David mandó a decir a los sacerdotes Sadoc y Abiatar: "Decid a los ancianos de Judá: "¿Por qué vais a ser los últimos en traer al rey a su casa?

    13. Sois mis hermanos, mi carne y mis huesos sois, y ¿vais a ser los últimos en hacer volver al rey?"

    14. Decid también a Amasá: "¿No eres tú hueso mío y carne mía? Esto me haga Dios y esto me añada si no entras a mi servicio toda mi vida como jefe del ejército, en lugar de Joab.""

    15. Entonces se inclinó el corazón de todos los hombres de Judá como un solo hombre y enviaron a decir al rey: "Vuelve, tú y todos tus servidores."

    16. Volvió, pues, el rey y llegó hasta el Jordán. Judá llegó hasta Guilgal, viniendo al encuentro del rey para ayudar al rey a pasar el Jordán.

    17. Semeí, hijo de Guerá, benjaminita de Bajurín, se apresuró a bajar con los hombres de Judá al encuentro del rey David.

    18. Venían con él mil hombres de Benjamín. Sibá, criado de la casa de Saúl, sus quince hijos y sus veinte siervos bajaron al Jordán delante del rey,

    19. para ayudar a pasar a la familia del rey, y hacer todo lo que le pareciera bien. Semeí, hijo de Guerá, se echó ante el rey, cuando hubo pasado el Jordán,

    20. y dijo al rey: "No me impute culpa mi señor y no recuerdes el mal que tu siervo hizo el día en que mi señor el rey salía de Jerusalén; que no lo guarde el rey en su corazón,

    21. porque bien conoce tu siervo que he pecado, pero he venido hoy el primero de toda la casa de José, para bajar al encuentro de mi señor el rey."

    22. Entonces Abisay, hijo de Sarvia, tomó la palabra y dijo: "¿Es que no va a morir Semeí por haber maldecido al ungido de Yahvé?"

    23. Pero David dijo: "¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia, que os convertís hoy en adversarios míos? ¿Ha de morir hoy alguien en Israel? ¿Acaso no conozco que hoy vuelvo a ser rey de Israel?"

    24. El rey dijo a Semeí: "No morirás." Y el rey se lo juró.

    25. También Mefibóset, nieto de Saúl, bajó al encuentro del rey. No había aseado sus manos, no había cuidado su bigote ni había lavado sus vestidos desde el día en que se marchó el rey hasta el día en que volvió en paz a Jerusalén.

    26. Cuando llegó al encuentro del rey, éste le dijo: "¿Por qué no viniste conmigo, Mefibóset?"

    27. Respondió él: "¡Oh rey, señor mío! Mi servidor me engañó: Tu siervo se había dicho: "Aparejaré mi asno, montaré en él y me iré con el rey", porque tu siervo es cojo.

    28. Ha calumniado a tu siervo ante mi señor el rey. Pero el rey mi señor es como el Ángel de Dios y harás lo que bien te pareciere.

    29. Pues toda la familia de mi padre merecía la muerte de parte del rey mi señor, y tú, con todo, has puesto a tu siervo entre los que comen a tu mesa. ¿Qué derecho tengo yo a implorar todavía al rey?"

    30. El rey le dijo: "¿Para qué vas a seguir repitiendo tus palabras? He decidido que tú y Sibá os repartáis las tierras."

    31. Dijo Mefibóset al rey: "Y aun todo puede llevárselo, ya que mi señor el rey ha vuelto en paz a su casa."

    32. También Barzilay de Galaad había bajado de Roguelín y había pasado el Jordán con el rey para despedirle en el Jordán.

    33. Barzilay era muy anciano; tenía ochenta años. Había proporcionado alimentos al rey durante su estancia en Majanáin, porque era un hombre muy rico.

    34. Dijo el rey a Barzilay: "Sigue conmigo y yo te mantendré junto a mí en Jerusalén."

    35. Pero Barzilay dijo al rey: "¿Cuántos podrán ser los años de mi vida para que suba con el rey a Jerusalén?

    36. Ochenta años tengo. ¿Puedo hoy distinguir entre lo bueno y lo malo? Tu siervo no llega ya a saborear lo que come o bebe, ni alcanzo ya a oír la voz de los cantores y cantoras. ¿Por qué tu siervo ha de seguir siendo una carga para el rey mi señor?

    37. Tu siervo continuará con el rey un poco más allá del Jordán, pero ¿para qué ha de concederme el rey tal recompensa?

    38. Permite que tu siervo se vuelva para morir en mi ciudad, junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. Aquí está tu siervo Quinhán. Que siga él con el rey mi señor y haz con él lo que bien te parezca."

    39. Dijo el rey: "Que venga Quinhán conmigo; haré por él cuanto desees, y todo cuanto me pidas te lo concederé."

    40. Todo el pueblo pasó el Jordán. Pasó el rey, que besó a Barzilay y le bendijo, y éste se volvió a su casa.

    41. Siguió el rey hacia Guilgal y Quinhán pasó con él. Hicieron pasar a todo el pueblo de Judá y la mitad del pueblo de Israel.

    42. En esto todos los hombres de Israel fueron al rey y le dijeron: "¿Por qué nuestros hermanos, los hombres de Judá, te tienen secuestrado y han hecho pasar el Jordán al rey, a su casa y a todos los hombres de David con él?"

    43. Todos los hombres de Judá respondieron a los hombres de Israel: "Porque el rey está emparentado conmigo. ¿Por qué te ha de irritar esto? ¿Hemos comido acaso a expensas del rey? ¿O nos hemos reservado algo para nosotros?"