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miércoles, julio 17, 2024
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    Eclesiastés 8 - Biblia de Jerusalem 3-Edicion

    1. ¿Quién como el sabio? ¿Quién otro sabe explicar una cosa? La sabiduría ilumina el rostro del hombre, y transfigura sus facciones severas.

    2. Aténte al dictamen del rey, a causa del juramento divino;

    3. no tengas prisa en evitar su presencia; no te mezcles en conspiraciones, pues puede hacer cuanto le place.

    4. Pues la palabra regia es soberana, y ¿quién va a decirle: Qué haces?

    5. Quien se atiene a lo mandado, nada sabe de conspiraciones. Y la mente del sabio sabe el cuándo y el cómo,

    6. pues todo asunto tiene su cuándo y su cómo. Grande es el peligro que acecha al hombre,

    7. pues ignora lo que está por venir y nadie le anuncia lo que está por llegar.

    8. No es el hombre señor del viento, capaz de dominarlo; ni es dueño del día de la muerte, ni puede escapar a la guerra; ni la maldad libra a sus autores.

    9. Todo esto he descubierto aplicando mi reflexión a cuanto pasa bajo el sol, cuando un hombre domina a otro hombre para hacerle daño.

    Desigualdades de la vida

    10. Por ejemplo, he visto a malvados conducidos a la tumba; vuelve la gente del Lugar Sagrado, y se olvidan en la ciudad del modo en que obraron. ¡Otro absurdo!:

    11. que no se ejecute en seguida la sentencia de la conducta del malvado, con lo que el corazón de los humanos se llena de ganas de hacer el mal;

    12. que el pecador haga el mal cientos de veces, y se le den largas. Pues yo tenía entendido que les va bien a los temerosos de Dios, porque le temen,

    13. y que no le va bien al malvado, ni alargará sus días como sombra el que no teme a Dios.

    14. Pues bien, un absurdo se da en la tierra: Hay honrados tratados según la conducta de los malvados, y malvados tratados según la conducta de los honrados. Digo que éste es otro absurdo.

    15. Por eso alabaré la alegría, pues no hay otra cosa buena para el hombre bajo el sol sino comer, beber y divertirse; eso le acompañará en sus fatigas los días de vida que Dios le conceda bajo el sol.

    16. Cuanto más apliqué mi corazón a estudiar la sabiduría y a contemplar el ajetreo que se da sobre la tierra - pues ni de día ni de noche concilian los ojos el sueño -

    17. fui viendo que el ser humano no puede descubrir todas las obras de Dios, las obras que se realizan bajo el sol. Por más que se afane el hombre en buscar, nada descubrirá, y el mismo sabio, aunque diga saberlo, no es capaz de descubrirlo.