Lucas 13 - Biblia de Jerusalem 3-EdicionArrepentíos o pereceréis1. En aquel mismo momento llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. 2. Les respondió Jesús: "¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? 3. No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. 4. O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? 5. No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo." Parábola de la higuera estéril6. Les dijo esta parábola: "Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. 7. Dijo entonces al viñador: "Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro. Córtala; ¿Para qué ha de ocupar el terreno estérilmente?" 8. Pero él le respondió: "Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, 9. por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas."" Jesús sana a una mujer en el día de reposo10. Estaba un sábado enseñando en una sinagoga. 11. Había allí una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada y no podía en modo alguno enderezarse. 12. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: "Mujer, quedas libre de tu enfermedad." 13. Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó y glorificaba a Dios. 14. Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: "Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado." 15. Replicóle el Señor: "¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar? 16. Y a ésta, que es hija de Abrahán, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?" 17. Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban abochornados, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía. Parábola de la semilla de mostaza18. Decía, pues: "¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? 19. Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su huerto; creció hasta hacerse árbol y las aves del cielo anidaron en sus ramas." Parábola de la levadura20. Dijo también: "¿A qué compararé el Reino de Dios? 21. Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina hasta que todo fermentó." La puerta estrecha22. Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. 23. Uno le dijo: "Señor, ¿son pocos los que se salvan?" Él les dijo: 24. "Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. 25. "Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: "¡Señor, ábrenos!" Y os responderá: "No sé de dónde sois." 26. Entonces empezaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo y has enseñado en nuestras plazas". 27. Pero os volverá a decir: "No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los malhechores!" 28. "Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. 29. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. 30. "Pues hay últimos que serán primeros y hay primeros que serán últimos." Lamento de Jesús sobre Jerusalén31. En aquel mismo momento se acercaron algunos fariseos y le dijeron: "Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte." 32. Él les contestó: "Id a decir a ese zorro: Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. 33. Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén. 34. "¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! 35. Pues bien, se os va a dejar desierta vuestra casa. Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!" |